lunes, 23 de diciembre de 2013

BUSCANDO EL RUMBO EN EL NORTE.


Con los pocos años que los dioses nos permiten observar el asunto de la vida, no es cuestión de menospreciarlos, pero bien sabe dos mil trece que podía haberse mostrado más bondadoso. En cualquier caso, vivido queda.

Que tengan unos buenos días finales de año y comiencen dos mil catorce del mejor modo posible.

jueves, 12 de diciembre de 2013

DE LOS DÍAS EN LOS QUE OJALÁ LA PROVIDENCIA NOS OFRECIESE EL OFICIO DE ENTERRADOR, REPONEDOR DE ALMACÉN, BANQUERO O SECRETARIO JUDICIAL.

Titánica lucha de contrarios, la mayor satisfacción posible con los niños y el más estupendo de los sentimientos de desconcierto y desasosiego ante las circunstancias que envuelven y matizan el paquete escolar.

Hace muy pocos días, quizá horas pues aún humean las heridas, gocé de la más doliente reunión con familias en mis años como inquilino de la escuela. Se han reavivado sentimientos de hace largo tiempo, emociones de novato en las que sufría con intensidad aún no amortiguada por la viejera. Tras recibir a la familia y exponer una situación de gravedad relacionada con el comportamiento del alumno, uno de los dos humanos se ha levantado y ha planteado si para esa estupidez había sido citado. Se ha marchado enojado y los restantes asistentes a la reunión hemos acabado semejante obra circense de forma ciertamente estrafalaria. Nunca había sido consciente de parecido desprecio y me he quedado sentado un rato, con los pasillos de la escuela solitarios y silenciosos, sin saber con certeza qué hacer, dónde ir.

No había previsto la posibilidad de que la familia no atribuyera la misma gravedad que yo a los hechos considerados. Estos parecían objetiva y trágicamente graves a los ojos de un ser viviente de características normales. He recibido un gran ejemplo práctico de cómo un hecho puede ser considerados de forma muy dispar según los ojos que lo miren, y cómo esta circunstancia añade un matiz de dificultad, de imposibilidad probablemente, a la comunicación con las familias y al tratamiento adecuado con los alumnos de muchos problemas. Qué cosas ocurren.

Ayer acudieron a la escuela las integrantes de un equipo de competición de gimnasia rítmica. Unos trescientos niños pudieron contemplar los ejercicios de conjunto e individuales. Fue un regalo impagable para los alumnos de cuarto que están en plena unidad relacionada con esta modalidad y también para los otros grupos que se encuentran desarrollando unidades cercanas a la expresión corporal. La escuela es un gran lugar siempre que proporciona a los niños experiencias valiosas y únicas. Los niños están hiperestimulados con información y experiencias sobre fútbol y deportes de equipo en general, pero son grandes desconocedores de disciplinas que nos acercan al mundo de la sensibilidad, del arte y de la estética. Por esto, poder recibir a estas gimnastas y disfrutar ante el espectáculo que se desplegaba ante nosotros es un tremendo lujo y, me parece, una experiencia de valor en la formación de los niños. Siempre que observamos este tipo de disciplinas nos vamos a casa con la expresión de asombro por la dificultad observada y el esfuerzo intuido pero, ante todo, con una sonrisa emocionada por la belleza del movimiento que nos fue mostrado. Agradecimiento profundo para ellas.

Acudo en busca de la melodía que surge cercana. Las notas musicales son cada día más apreciadas.

martes, 3 de diciembre de 2013

MALDICIONES.

En la filosofía canina, la falta de respeto no es siquiera una opción posible. En este campo de la ciencia la vida es más sencilla y valiosa. De ahí el prestigio del señor perro como pensador pragmático.

Estoy contrariado. No es novedad, por otra parte. Quizá la permanencia ilimitada en la contradicción sea nuestra mayor certidumbre y constancia.

Mientras charlaba con un compañero a las puertas del centro donde acudo cada día en el intento de aprender el oficio, una madre se ha acercado hasta nosotros y ha nombrado una charla que tuve con los alumnos sobre igualdad de sexos, respeto, etc. No he recordado inicialmente a qué se refería. Ocurrió hace semanas cuando empezaba con los alumnos de 4º la unidad de gimnasia rítmica. Algunos chicos suelen quejarse porque creen que es de chicas, etc., así que aprovecho para tratar durante unos minutos el tema, nombrarles un par de películas y, en definitiva, recordarles que si ellos, futuros adultos y jefes de la sociedad, tienen ya semejantes prejuicios e ideas retrógradas es muy probable que en quince años formen parte de las juventudes del pepé, tengan un póster en su cuarto de don José María Aznar (lo escribo rápido, me pinchan los dedos) o peor, quizá sean alcaldesas de Madrid. Como decía, la madre ha agradecido el esfuerzo y el objeto de la charla, etc. El halago debilita, como todo el mundo sabe, pero es una sensación maravillosa sentir reconocimiento de vez en cuando. En esas estaba cuando un compañero ha venido corriendo para avisarme sobre una familia profundamente enfadada conmigo. "Ten cuidado no te los encuentres ahora por la calle". Su hijo mantiene un muy mal comportamiento durante las sesiones, yo lo comuniqué a la tutora y ella lo ha comunicado hoy a los padres. En primera instancia han negado la posibilidad de tal comportamiento, directamente lo que yo decía no podía ser cierto. Al irse, se han dado la vuelta y han preguntado si “estos de gimnasia han hecho magisterio o qué narices han estudiado”.

El contrapunto a la familia agradecida ha llegado pronto, he pensado. Es nuestro trabajo, una caricia y una bofetada, todo seguido, encaja como puedas. La frase y la actitud de la segunda familia dan para un postgrado entero:

-         ¿Cómo puede una familia con un hijo en quinto no tener clara la formación de los profesionales que trabajan en el centro?
-         ¿Qué papel sigue atribuyendo una parte importante de la sociedad y de la comunidad educativa al pobre maestro de gimnasia? No tienen claro qué formación tenemos, por lo que existe para ellos la posibilidad de que tengamos una formación nula, o al menos inferior a la de otros maestros. Y en tal circunstancia, ¡no se quejan! (imaginen cómo valoran entonces el área)
-         No se puede hacer educados y respetuosos a todos los maestros, familias, etc. Hay que asumir un porcentaje de maleducados, pero esto no cura la herida que sufrimos cada vez que alguna de estas personas decide elegirnos como el blanco de su frustración, carácter agrio, mal momento o razón cualesquiera. No tengo muy clara la actuación hacia ellos, pero cada vez estoy más convencido de que no merecen ni una pequeña migaja de atención por parte del centro.

Pronto me reuniré con estas personas, estarán muy enfadadas, pondrán en duda mis aportaciones, creerán que el mundo no les comprende y buscarán una instancia más elevada en la que denunciar su desgracia y mi incompetencia. Quizá entonces alguien me pida, para evaluar la situación, criterios de evaluación, indicadores de nosoqué, registros de nosecuál y demás elementos de la pedagogía-ficción que vivimos. Yo tendré que pasar una tarde inventándolos para presentarlos al día siguiente. Quizá incluso descubran mi comportamiento al margen de lo prescriptivo y me expulsen del gremio. Desearé durante unos minutos ser forestal, estar haciendo un censo de sarrios y buscando parejas de perdices nivales. Probablemente al poco tiempo entraré en clase con los niños y disfrutaré de nuevo de mi suerte. Hasta el siguiente halago y la siguiente queja. 

domingo, 24 de noviembre de 2013

PEDAGOGÍA PALEOLÍTICA CON CHAQUETA CONTEMPORÁNEA (PROBABLEMENTE 2000 EUROS).

Un buen lugar, o quizá el peor, para pensar en la pedagogía y en los otros asuntos.

Son infinitas las posibilidades actuales de encontrar en la red temas de discusión, reflexión o admiración. Trágicamente el tiempo es limitado y generalmente es el azar el que nos obliga a tomar unos caminos u otros en nuestros paseos frente a la pantalla. Hace unos días me encontré aquí con la descripción de un proyecto de trabajo emprendido en el área de biología en el IES Alpajés de Aranjuez destinado a alumnos de segundo de bachillerato. Se trata del Proyecto Nautilus, que está orientado hacia el estudio e investigación de contenidos con el mar como concepto nuclear. El proyecto, contado a través de su propio blog (¡quitad el sonido del oleaje!), es interesantísimo, un gran ejemplo de un tipo de pedagogía que me resulta muy atractiva y valiosa.

El artículo inicial del blog de El País dice lo siguiente al respecto de la valoración del proceso por parte de los profesores responsables:

Como conclusiones finales de este trabajo y en el momento de ir “llegando a puerto”, Javier y Julio, nos hacen participes de una serie de consideraciones: el Bachillerato, en la actualidad, corre un alto riesgo de convertirse en una mera antesala de las pruebas de acceso a los estudios universitarios (PAU) y con una metodología cercana a una instrucción apremiada, al estilo de muchas academias que preparan las pruebas de oposición.

Los profesores que promovemos esta actividad estamos convencidos que debería procederse a un cambio profundo en la concepción del Bachillerato, haciéndolo derivar hacia un modelo basado más en la investigación, generación y comunicación de resultados, logros y aprendizajes, superando la simple incorporación de contenidos, a veces, mal asimilados.

En cualquier caso, el modelo que presentamos se ha llevado a cabo en el aula, ha sido compatible con la marcha ordinaria del curso y con los contenidos correspondientes a cada disciplina. Además de proporcionar momentos en los que la convivencia, la experiencia compartida y la emoción elevada al rango de contenido esencial han formado parte también del escenario académico.

Hemos realizado una travesía conjunta, profesorado y estudiantes, que, como ellos mismos reconocen, les permitirá recordar este curso por algo más que por ser el último en el instituto. Será, para todos, el año del “Proyecto Nautilus”. Solo por eso, por la vivencia compartida y la memoria consolidada, ya ha merecido la pena embarcarse en esta nave, en un ‘Viaje al fondo del Mar”.

Llama la atención esta queja sobre el carácter exclusivamente utilitarista del bachillerato. Cada día aumentan las voces que claman contra la pérdida de carga lectiva, o la total desaparición, de áreas humanísticas, de literatura, de filosofía, …, a favor de las más prácticas y orientadas al mercado laboral, a la economía, a la producción… campos en los que el pensamiento crítico no cabe e incluso estorba. Me gustó comprobar el afán de los docentes por contenidos y valores que van mucho más allá de preparar mecánicamente autómatas que superen del mejor modo las pruebas de acceso a la Universidad. Pero, y aquí mi sorpresa, si incluso existe esta reflexión en un nivel donde todos aceptamos que superar las PAU tiene una trascendencia vital para los alumnos y, por tanto, debemos aceptar en algún grado el marcado carácter utilitario del bachillerato o, al menos, de su segundo curso, ¿qué pensar cuando la enseñanza mecánica, repetitiva, centrada en la constatación del rendimiento a través de pruebas escritas, desquiciada y desquiciante en muchos casos, se produce en los niveles más bajos de primaria?

Me sorprendo al ver a niños de primer o segundo curso de primaria haciendo fichas hasta la saciedad, realizando exámenes escritos periódicamente, haciendo pruebas de evaluación inicial al comenzar el curso que les llevan tres o cuatro días sin descanso. Niños de siete escasos años, ¡acaban de nacer!, repasando en la fila, antes de entrar a clase, de forma angustiada como si realmente a las PAU tuvieran que enfrentarse. En este planteamiento apenas cabe la sorpresa, el humor, la improvisación, las salidas a la calle para mirar la vida de una forma más cercana. Ciertamente creo que la escuela es otra cosa, especialmente en la etapa de primaria. En cualquier caso, me quedo con nuestra suerte: el sistema es tan obtuso y retorcido que apenas tiene mecanismos para controlar lo que realmente se hace dentro de cada aula, así que desde un enfoque estrictamente personal (al margen de la consideración general del triste sistema que se impone e impregna el día a día), los maestros podemos seguir haciendo lo que no parezca oportuno, bien sea mirar el whatshap mientras los niños deambulan por la clase, o intentar dar un paso más allá de la enseñanza memorística de contenidos y la evaluación de rendimientos ¿objetivos?

martes, 19 de noviembre de 2013

LOS LIBROS QUE CAMBIARON LA VIDA AL SEÑOR PERRO (I).

Desde lainformación.com, del genial A. Martínez Ron (fogonazos.com), añadimos un extra a este repaso de personajes gloriosos: por recordarnos a Feynman, por representar el amor por la enseñanza más auténtica, por el sentido del humor,  por dar una patada en el culo a nuestra anquilosada y ridícula escuela, por la búsqueda de la sorpresa, por sus camisas de colores, por identificarnos pedagógicamente con él desde nuestra humilde y minúscula posición.

El perro Tastavín es un tipo de contrastes. Llevaba varios meses sin escribir, incluso sin apenas formular reflexión alguna, y estos últimos días ha experimentado un repentino impulso creador. En muchos casos sus ideas se quedan en el limbo pues no tengo tiempo de pasarlar a papel, y él no consigue aprender a teclear. Con semejante patas, ni hablamos de coger un lápiz. Digo yo que en la era del coltán, los chips y las impresoras que imprimen en tres dimensiones y a escala atómica, la época de tantos asuntos extraños, bien podrían fabricar un teclado para perros con formación académica.

Comentábamos hace unos días la suerte que representa la lectura. Entre humanos es un tema manoseado, un tópico podría decirse, pero entre un perro y un humano no deja de ser una conversación interesante. Señalábamos la fortuna de poder acceder a ideas que pueden cambiarte la vida, que nos la cambian, de hecho. Poder introducirnos en las vidas de personajes memorables y sentir el vértigo de sus prodigiosas peripecias. A raíz de esta charla surgió la posibilidad de reseñar en nuestro refugio blogosférico un listado de los libros que nos han cambiado la vida, esos que han conseguido hacer de nosotros algo diferente a lo que éramos cuando comenzamos a leerlos. Los que nos emocionaron, nos conmovieron, o nos hicieron un poco más sensibles ante la circunstancia que llaman realidad. Pensamos que igual que nos gusta que sean nombradas aquí algunas personas especiales, simplemente por el honor de cobijar su nombre, también señalar algunos títulos tendría su sentido.

Así pues, de manera aleatoria y desordenada, cada cierto tiempo nombraremos algunos de estos títulos que no pretenden formar ninguna lista exhaustiva, sólo responden a la mirada que el amigo perro o yo echemos en ese momento a la librería que nos protege un par de metros a nuestra derecha. Será nuestro humilde y sentido agradecimiento a sus autores (nuestros amores Sagan, Dawkins, Sampedro, Russell, Durrell, Pallaruelo, etc.). Comenzando por el final:

- ¿Está vd. de broma, señor Feynman?: está especie de biografía es un delirio, un placer y una montaña de genialidad. R. Feynman ha sido premio Nobel de física, pero es un hombre amante de los placeres más terrenales, capaz de aprender a pintar y en pocos días hacer una exposición, capaz de aprender a tocar instrumentos de percusión y acabar en un sambódromo brasileño o poniendo música a un espectáculo de ballet, participante en el diseño de los planes de estudios de los escolares americanos (¡y siendo el único del comité que leyó los libros objeto de análisis!), parte muy activa en la creación de la bomba atómica en el proyecto Manhattan, experto en apertura de cajas fuertes, profesor en las mejores universidades americanas y, a la vez, diagnosticado como deficiente mental por el ejército americano. Después de conocer a Harpo Marx, no había sentido tanto el final de un libro.

- Memorias de un montañés: aleatoriamente, como dijimos, citamos ahora este libro etnográfico. Tras la profunda huella que marcó el que nombraremos otro día, este es el mejor que hemos leído sobre nuestras amadas montañas y sobre la triste historia de la despoblación rural. El tema está abordado en muchos otros libros, pero el punto de vista tan personal de la narración me hizo sentir unos fuertes pinchazos en las tripas en el momento en que José Satué, al frente de su familia, cierra la puerta de la casa de Escartín por última vez: la casa que representa las labores del campo, los animales, la vida esforzadísima de sus antepasados, y toda una forma de vida que en ese simple gesto abandona el presente y se instala en el pasado. El contrapunto con la vida de los primeros años de Huesca es tremendo y plantea numerosos pensamientos.

Aún teniendo formación académica en escuela de curas, bilingüe, y con estudiantes segregados por sexos para mayor gozo y rendimiento, el perro Tastavín no deja de tener sus necesidades fisiológicas, así que aquí debemos parar. Que tengan una semana feliz, todo lo que sea posible en una ciudad tan infernal y agonizante como otra cualquiera (los que tengan la suerte de vivir en ella, claro).

miércoles, 13 de noviembre de 2013

EN EL TERRITORIO DE LAS SONRISAS Y LA ALEGRÍA PERMANENTE.

He comprobado qué significado preciso da el diccionario a melancolía. Creo que es mi palabra favorita. Creo que su sonido tan maravilloso es una razón más que suficiente para desearla, querer ser melancólico o anhelar sus efectos. Tristeza vaga, profunda, sosegada y permanente. Qué palabra tan perfecta que incluso su definición es bonita. Quién no desearía ser definido con palabras como profunda, sosegada, permanente. Era un tipo profundo, sosegado, permanente. Semejante definición no puede sino designar un concepto elevado y magnífico. Tristeza profunda y sosegada... tristeza otoñal, sin duda.

Comenzaba la clase con los niños de cuarto. La gimnasia rítmica es el pretexto para trabajar su sensibilidad, su motricidad orientada a generar movimientos estéticos, distintas habilidades, su capacidad de mostrar el trabajo desarrollado a los compañeros, entre otros asuntos. La música alternaba entre ritmos rápidos y lentos, más alegres o más nostálgicos. Ha comenzado a sonar una canción del pianista Ludovico Einaudi, he parado la clase un momento y les he contado que era una melodía muy especial para mí, asociada a viajes de vuelta de Ansó y finales de sesiones en la escuela Jean Piaget. Un niño se ha acercado y me ha dicho que si era del pianista en cuestión, que le encantaba a él y a sus padres y que esta canción era muy bonita. Que incluso la escuchó en directo hace poco. No deja de ser una pequeña anécdota, pero me ha provocado una gran alegría. La suerte de mi trabajo, lo digo una vez más (sabiendo pensar apenas dos o tres cosas, no tengo otra opción que repetirlas), está en poder compartir el tiempo con niños llenos de alegría, de sorpresas y de emoción. 

Frecuentemente escucho a personas vinculadas al mundo sanitario hablar de las tragedias con las que cada día se cruzan. Siempre pienso que no podría trabajar en ese ambiente de pena y dolor constante. Nuestro trabajo justamente está en el otro lado, en el de la energía desbordante y las sonrisas. Y esta creo que es mi gran suerte. Poder beber cada día un brebaje de los mejores ingredientes que la vida nos puede deparar.

En los últimos días he realizado con los alumnos de sexto varias actividades de carácter voluntario fuera del tiempo escolar. Son alumnos con buen nivel de autonomía y llenos de ganas que se prestan muy bien a este tipo de iniciativas. La participación ha sido muy buena, punto de partida básico para llevarlas a cabo. el tiempo compartido en tales situaciones permite conocer facetas de los niños desapercibidas de otro modo, más aún estando con ellos exclusivamente en las horas de EF en un colegio de dimensiones colosales. Pero la auténtica razón de su planteamiento es que cada día encuentro mayor placer en estas actividades clandestinas en las que hacemos lo que nos apetece, al margen del sistema oficial, al margen de sus malnacidos indicadores, instrumentos y criterios. Salimos a correr juntos, mejoramos nuestro control de la intensidad del esfuerzo, nuestra capacidad de autosuperación, etc., pero principalmente salimos a correr juntos disfrutando de la compañía, del esfuerzo, del viento que nos golpea con fuerza en la cara.

Y esperando la nieve en las montañas tan lejanas y tan cercanas, la luna llena inminente, y el frío que nos cubrirá con soledad y silencio, las clases de mañana, me despido una vez más. 

viernes, 1 de noviembre de 2013

AISLAMIENTO SENSORIAL Y OTRAS ALEGRÍAS.

Cinco días con desconexión total del mundo irreal. No sé qué tal les habrá ido a Rajoy o a los contertulios de las radios. Cinco días de feliz trabajo y posterior compañía del colosal e inenarrable Richard Feynman. Qué pena no poder invitarle al té. Vuelvo del mundo real y me encuentro que en nuestra frontera con los pobres y sucios africanos hemos vuelto a poner cuchillas para que no nos manchen el suelo con sus pies descalzos y también que mis jefes del departamento de educación han publicado por fin el Plan formativo de nivel I de la modalidad deportiva de motociclismo. Menos mal. Supongo que escribo con demasiada demagogia, generalizando según mi interés, etc. Me voy al monte, vuelvo cuando estén los niños. O cuando Feynman acuda al té, maldita sea.

Extra, extra, mis jefes me informan ahora de la convocatoria para el concurso literario escolar "El militar español en el cumplimiento de las misiones constitucionales e internacionales de las fuerzas armadas". Ya imagino a los muchachos abalanzándose sobre el material de escritura. Los niños de hoy lo tienen todo.

domingo, 27 de octubre de 2013

CÓMO REPARTIR EL TIEMPO: QUÉ HACER CON NOVENTA MINUTOS SEMANALES Y TRES MIL ANUALES.

Creo que aún no he dejado constancia aquí del blog escolar de EF que se mantiene activo en la escuela donde trabajo. Como tengo tiempo escasísimo con cada clase y también por no funcionar la conexión a Internet en la escuela (¡!), este blog no es una herramienta de trabajo en el aula, como otros años, sino que la utilizo con otras finalidades: compartir noticias con los alumnos, mostrar el trabajo que hacemos en las clases a las familias y a los propios alumnos, presentar algunos trabajos que desarrollan los niños (entrevistas, trabajos voluntarios, ...), etc. Dada la maltrecha imagen que suele tener nuestra asignatura, cualquier opción, como el blog, que permita mostrar sus funciones, los aprendizajes a los que da lugar, ..., es muy bienvenida. Esta es la dirección: http://efenagustina.blogspot.com.es/

Sobre la escasa asignación de horas semanales para la asignatura, desde que pertenezco al mundo de las escuelas este siempre es un aspecto controvertido. El cuerpo de saberes a transmitir es muy amplio, las dinámicas sociales establecen distintas corrientes y modas, las ideologías políticas también aportan su matiz. En el caso de EF, durante mi experiencia siempre ha ido perdiendo carga horaria. Con carácter general en el conjunto de las etapas educativas, las asigtaturas humanistas están en claro retroceso frente a las áreas técnicas ("¡formad trabajadores eficientes, malditos!"). Por otra parte está el inglés, tan importante considerando de nuevo el sistema educativo obsesionado por proveer de trabajadores eficaces al mercado laboral globalizado. Respecto a los ramalazos políticos, ahora lo que se lleva es hacer muchos informes diagnósticos (de dudoso valor, añado) y legislar a partir de ellos. Como España suele salir malparada, las soluciones aportadas se orientan hacia la mayor presencia de las asignaturas tradicionalmente importantes, lengua y matemáticas. Añádase al cóctel político su apuesta más o menos decidida, pero siempre presente, por la santa religión. Todos estos asuntos dan para formar ríos de tinta. Nuestro admiradísimo Antonio Muñoz Molina, tras recibir el premio Príncipe de Asturias de las Letras, se refería al despropósito que observaba en un sistema educativo que se pone patas arriba con cada informe de diagnóstico que nos señala esta o aquella carencia.

He considerado escribir lo anterior partiendo de un problema que me aflige este curso: los alumnos de 6º curso tienen una hora y media a la semana de EF presentados en una sola sesión. Esto significa que, a priori, tengo cincuenta horas para trabajar con ellos durante el curso. Digo a priori porque del número inicial se deben descontar los festivos que coincidan con la sesión, celebraciones escolares o excursiones que igualmente coincidan, etc. por ejemplo, durante este mes uno de los grupo no ha tenido clase durante tres semanas seguidas por enfermedad del maestro, festividad, y celebración escolar respectivamente. Esto significa que tras las dos clases iniciales del curso los alumnos estarán sin verme, sin hacer EF, un mes entero. La unidad de aprendizaje, con sus contenidos, objetivos de aprendizaje, ..., será una mera ilusión. Ante este problema no puedo hacer casi nada. Apenas lamentarme y pensar sobre cómo podría ser y no es. El "casi" se refiere a intentos de complementar la asignatura con actividades externas o extraoficiales. en el caso de la unidad de que nos ocupa, una visita a una pista de atletismo (para conocerla y también para practicar), y una quedada fuera del horario escolar para hacer una especie de celebración-reto colectivo- colofón de la unidad. La solución más sencilla que considero es la de eliminar la asignatura. Creo evidente que existe un límite horario por debajo del cual no tiene sentido trabajar, no se puede conseguir nada, no hay continuidad, ni se alcanza un manejo adecuado de la clase, ni, ni, ni. En nuestro caso, una sesión semanal está muy por debajo de dicho límite, así que mejor emplear ese tiempo en otras áreas de las realmente importantes, como religón, que cuenta con la misma carga horaria, superior en algunos casos.

Que tengan una muy buena entrada en el glorioso mes de noviembre; esperemos que nos lleve, por fin, al mundo de las sombras y el viento gélido.

lunes, 14 de octubre de 2013

EL ARTE DE TOREO Y LAS IDEOLOGÍAS.

No comento apenas en este lugar asuntos de índole social. Todo está tan lleno de tertulianos y especialistas en todos los temas, hay tanto ruido enmarañado por todas partes que, cuando tengo la inquietud de tratar algún asunto, el silencio me parece la mejor de las opciones.

Ha habido en los últimos meses tal cantidad de escándalos y sucesos alucinantes en el orden social y político que es ya muy difícil que algún hecho sobrepase el umbral de estimulación y nos llame poderosamente la atención. Pero la capacidad de algunos para la sorpresa es infinita: yendo al grano, declaro solemnemente desde este lugar mi vergüenza al vivir en un país que declara las corridas de todos como bien de interés cultural. Más aún, borro mi españolidad tras escuchar al encargado de la comisión de cultura que ha abordado el asunto explicar a los profanos que los toros sienten placer cuando mueren en la plaza. Así sí que se supera el umbral de estimulación; con récord del mundo incluido en la modalidad asuntos inefables. ¿Hablará de verdad esta persona? Espero que simplemente nos tome por estúpidos a todos, como hacen tantos otros. 

Hoy acusaban al ministro de Educación y Cultura del talante profundamente ideológico de su reforma. Yo creo que esto es una redundancia, quizá es de lo único que no se pueda acusar a este hombre provocador e irrespetuoso con los trabajadores que representa. ¿Qué acto humano no es profundamente ideológico?. Uno de los más brillantes pensadores, paleontólogo, investigador, escritor, divulgador, que dio el siglo pasado, S. J. Gould trataba en un ensayo sobre el estúpido afán de los investigadores por realizar estudios alejados de la opinión y la ideología. Afirmaba que era simplemente imposible. Y lo afirmaba en el mundo más tendente a la objetivización como es el de la investigación científica.

Enlazando planes de estudios, caciques, ideologías y toros, ha habido varios intentos, no sé si llegados a término con éxito (quizá éxito no sea la palabra acertada en este caso), de incluir en los planes de estudios de los niños el mundo del toreo, con visitas a la plaza, etc. No me imagino un acto más contrario a la escuela en la que creo. Supongo que incluir este asunto como BIC dará pie a más iniciativas de este tipo. Quizá acabemos haciendo en EF esa unidad de aprendizaje de "Vaquillas" con la que bromeaba mi jefe de estudios hace unos años. 

lunes, 30 de septiembre de 2013

OTRO PRINCIPIO. LOS NIÑOS BEBÉS.

Desde aquí, la Sociedad Zombi queda al este.

Hace pocos días entregué a las familias una hoja con información sobre el curso. En ella me permití citar a Palmira Pla en relación a su frase en la que estable el verdadero valor de la escuela en el desarrollo de la responsabilidad de los niños. Es una frase para pensar un buen rato y que apunta hacia un tipo de sociedad con unas características claramente definidas. Pensé en eliminar la referencia, no fuera a ser malinterpretada como una pedantería, pero tal como avanzan las escuelas y sus inquilinos pensé que no estaba de más un pequeño gesto hacia una maestra gigante.

En mis clases, creo que desde que comencé el intento de maestro, estoy especialmente atento y sensible hacia los temas de la responsabilidad individual de los niños. Hoy en clase, tras varias sesiones de olvidos de material y problemas variados, preguntaba a los niños cuándo consideraban ellos que eran suficientemente mayores como para controlar sus libros, cuadernos, deberes y demás obligaciones escolares. Me sorprende ver a niños muy mayores, con grandes capacidades y buen nivel de autonomía personal, delegar constantemente su responsabilidad en sus padres y justificar los problemas surgidos con fallos y olvidos de los mayores. El mundo de los niños está cambiando de forma muy extraña, tendiendo hacia la infantilización en algunos ámbitos y hacia la "adultización" prematura en otros.

Este curso daré clase a niños de tercero, cuarto y sexto de Primaria, lo que me hace sentir muy afortunado: podré trabajar con muchos niños de tres niveles diferentes. Además, será un curso donde espero estar muy centrado en aspectos específicos de EF, olvidando cuestiones de hábitos y logística propios de los pequeños de primero y segundo. También será novedoso dar clase a grupos de sexto, pues sólo había trabajado con estos niños en el escaso número propio de la escuela rural. Quizá sea un curso especial por ser el primero en el que no concurso para pedir otro destino a la primera oportunidad, aunque con la certeza de que lo haré a la segunda, y espero que bien lejos.

Que tengan un buen comienzo de octubre.

miércoles, 18 de septiembre de 2013

YA CASI ESTAMOS.

Tras este parón gordísimo en el asunto escritor, ya es buen momento de volver a lanzar palabras al viento. 

Con la llegada de los niños a la escuela, han vuelto el griterío y la alegría, y también muchas ideas que esperan ser escritas.

Por no dejar un escrito sin, al menos, una duda: no sé si tiene una pizca de sentido seguir escribiendo cuando el fin del Mundo está tan cerca: los indicios rebosan sobre la realidad. En el peor de los casos quedará el consuelo en la alegría de los actos irracionales e impulsivos.

Calentamos los dedos y comenzamos.
Buen día!

viernes, 28 de junio de 2013

NIÑOS LAGARTIJA EN MUNDOS IRREALES.

Mientras el curso va acabándose, indolente, ajeno, como empezó y como ha sido mientras ha estado, me he encontrado por el pasillo con la Niña Lagartija. En cinco minutos ha saltado veinte veces, ha realizado varios ejercicios gimnásticos, ha trepado por mi espalda, por la pared, me ha contado lo que ha hecho en los últimos días y lo que va a hacer en los siguientes, incluso ya tiene planes para el curso próximo. Ella no sabe que probablemente se inicie el procedimiento para que valoren si sufre algún trastorno moderno relacionado con la hiperactividad o el déficit de atención. Si esta evaluación concluye afirmativamente la Niña Lagartija tomará unas pastillas que la convertirán en una Niña Tranquila adaptada a las circunstancias: escuchará durante horas a los adultos sin molestar, estará sentada cinco horas, al menos, cada día sin moverse, etc. Una evaluación alternativa de la Niña Lagartija fácilmente podría concluir que es una niña con energía desbordante, con pasión por moverse y jugar, por aprender. Una niña que está descubriendo su cuerpo y el Mundo, en resumen. Una niña y nada más.

Este curso que en un par de horas desaparecerá del presente acudiendo al inexistente pasado ha planteado muchas analogías con la escuela de Peñarroya de Tastavíns en la que trabajé hace ya cinco años. La diferencia principal es que entonces mantuve una actitud negativa ante las situaciones que no comprendía y ahora he aprendido en alguna medida a centrarme en hacer mi trabajo del mejor modo posible y dejar pasar los problemas en los que no puedo aportar nada para su solución. Quizá tal como funcionan muchas escuelas debería ser esta una asignatura importante en nuestra formación: Didáctica subterránea o El maestro que siempre asiente podrían ser denominaciones acertadas.

Una de las mejores emociones de los últimos meses de curso, del curso realmente, ha sido la visita de los niños de Ansó al colegio Jean Piaget. Celebraban una actividad de convivencia por tercer año consecutivo y tuve la suerte de poder colaborar con ellos por haber participado en la idea los años precedentes. En primer lugar, para el órgano del afecto, allí donde se encuentre, es un gran privilegio reencontrarme con alumnos con los que tan feliz fui y comprobar que me recuerdan con cariño, que se despiden con un sentido abrazo. Es maravilloso también comprobar su maduración, la evolución de su expresión, de su pensamiento. Dentro de esos días de alegrías, otra enorme fue la de comprobar cómo mi excelente compañera en Ansó, Carmen, acompañante de los niños en este caso, disfrutaba la gran experiencia de conocer el Jean Piaget durante tres días: los niños, los maestros, los cientos de ideas que circulan atareadas por los pasillos de un sitio para otro en cada instante. Probablemente tuve mi mejor versión de maestro cuando trabajaba con Carmen; le he contado tantas cosas sobre esta escuela que me encantó que pudiera vivir en primera persona muchas de esas historias escuchadas y que acabara tan satisfecha con la actividad y agradecida por haber participado en ella. También me quedo con la combinación en la cara de los maestros participantes de cansancio por tres días llenos de trabajo y de alegría al observar a los niños que volvían a vivir una experiencia muy importante para su formación.

Ayer compartí con algunos compañeros, algunos de los mejores maestros del planeta, un tiempo que dedicamos en buena medida a hablar del curso. Después de tratar abundantes temas con variados puntos de vista, me fui a casa considerando por qué esta corriente que se impone en las escuelas nos obliga, o pretende obligar, a actuar de una forma tan artificial, de una forma que no funciona y que nadie aplica en su vida ordinaria, con sus amigos, con su familia. ¿Por qué en la escuela no actuamos con la normalidad que rige otros órdenes de la vida y nos empeñamos en aplicar normas y leyes que no tienen absolutamente nada que ver con la realidad?

lunes, 10 de junio de 2013

YA ES DIEZ DE JUNIO OTRA VEZ.

Para los que contamos nuestra vida con los ciclos escolares, junio significa otro año más de viejera, de echar la vista atrás y repasar lo trabajado, de hacer buenos propósitos para el próximo curso. Es nuestra navidad.

Este es con seguridad el curso en el que menos cosas he contado. Me da la sensación de que no han ocurrido sucesos interesantes durante el curso. Siento que apenas he hecho mi trabajo decorosamente.

Acabo de enviar un correo a una compañera y he escrito sin querer “El tiempo transcurre zigzagueante, sin sobresaltos ni emociones” (¿de dónde vendrán las palabras que surgen sin dar tiempo a ser pensadas?). Al aparecer esta frase frente a mí he considerado que quizá esto sea lo normal en un paisaje de llano. Igual que el río discurre mansamente, serpenteante mientras abraza con suavidad cada elemento del paisaje, las emociones también se adaptan al llano y surgen de forma tranquila, en un caudal ancho y controlado, apenas inundando unos pocos corazones en dos o tres riadas anuales. Quizá la dificultad sea precisamente sincronizar un espíritu lleno de barrancos e impetuosos torrentes con esta inmensa llanura previsible y calmada. O quizá lo anterior sólo sean palabras y la realidad no tenga nada que ver con ello.

Pensando en el curso he llegado a otra conclusión sobre la diferencia con otros años en los que he sido tutor. La labor de la tutoría me permitía recoger de los alumnos gran cantidad de experiencias, mensajes, aprendizajes… el trabajo establecía una especie de diálogo enriquecedor con ellos. Sin embargo, observo este curso y el diálogo se muestra más bien como un monólogo donde lanzo mi mensaje, lo niños hacen y pronto se van. Enseguida llega otro grupo y vuelta a empezar. Siento que la parte que los niños me devuelven es mucho menor en este caso.


En unos pocos días los alumnos de Ansó que tuve como tutor acudirán a la escuela Jean Piaget de Zaragoza para realizar por tercer año consecutivo una convivencia de varios días y celebrar esta vez el premio que ganamos el año pasado por nuestro trabajo compartido. Esta vez tendré la suerte de poder estar con ellos como invitado. Seguro que volverá a significar una experiencia valiosa para todos.

sábado, 25 de mayo de 2013

SALIDAS PEDAGÓGICO-CAMPESTRES.


Es difícil precisar el límite entre la obviedad y el acierto de ver la solución sencilla que frecuentemente pasa desapercibida.

En los últimos días hemos realizado unas salidas a una zona natural del entorno con los niños de segundo. Me resulta muy difícil programar en EF el bloque de Actividades en la Naturaleza en un centro tan grande, con tantos niños y clases, donde los desplazamientos, la colaboración familiar… son asuntos tan complicados en comparación con mis escuelas rurales. Por eso decidí abordar estos contenidos desde actividades puntuales. No me parece la mejor manera, pero al menos me quedo tranquilo al haber abordado de algún modo el citado bloque.

Desde que comenzamos a caminar las diferencias entre los niños son gigantes. Un porcentaje muy grande vive completamente de espaldas a la naturaleza y al movimiento. Por una parte, estos niños se cansaban muy pronto, sentían miedo en situaciones sorprendentemente normales, protestaban con frecuencia, preguntaban insistentemente por la hora de comer, por la hora de volver, etc. Pero, por otra parte, en cinco minutos de camino no especialmente llamativo ya habían acumulado vivencias de inusitada intensidad: un perro por aquí, unas piedras pos allá, una morera, un nogal, un cernícalo, un vencejo atrapado, el rebaño de cabras, el camino compartido con los amigos, etc. Las diferencias también son muy palpables cuando contemplas a niños que tienen desarrollada la mirada y el interés hacia estas actividades y que están atentísimos e interesados en lo que va deparando el entorno sobre fauna, ciclos naturales, geología, etc., frente a otros cuyo mundo queda muy lejos de estas cuestiones milagrosas que no consiguen apenas su atención; al contrario, aburrimiento.

Al final de las jornadas los niños han acumulado dos o tres horas caminando y otras tantas jugando sin parar: fútbol, combas, juegos de pillar, columpios… la estampa de ver cincuenta niños liberando energía a raudales es muy sorprendente, es una gran manifestación de vida, a pesar de los gritos.

Lo que planteo, tras lo descrito, es que nuestro cuerpo, especialmente el de los niños, está diseñado para moverse sin parar. La vida moderna podrá ser todo lo tecnológica, urbana,y maravillosa que cada uno quiera creer, pero no puede ir en contra de la naturaleza humana sin encontrar problemas. El movimiento en los niños no es una opción, no es cuestión de la EF, de las visitas al parque infantil durante veinte minutos de vez en cuando, de la extraescolar dos días a la semana. Es una cuestión de estricta necesidad, y creo que su desatención no sólo tiene que ver con el desarrollo motriz y los alarmantes parámetros de salud (obesidad infantil, por ejemplo), sino también con el desarrrollo cognitivo y social del niño. En definitiva, con su desarrollo personal equilibrado.

lunes, 20 de mayo de 2013

DIARIO DE UN APRENDIZ DE MAESTRO.

El pasado sábado fue presentado un hijo digital, a falta de los de dos patas y ojos.

Se trata de Diario de un aprendiz de maestro, una selección de los textos de índole pedagógica de este blog. El Diario dedica un capítulo a cada uno de los destinos por los que he pasado: Ansó, Peñarroya de Tastavíns, CEE Jean Piaget, Ansó. Tiene el privilegio de contar con la introducción del profesor Antonio Viñao, de la Universidad de Murcia, y de estar editado por el Museo Pedagógico de Aragón, desde donde se puede descargar gratuitamente:


La presentación internacional del libro permitió realizar algunos asuntos trascendentes como reencontrarme con mi hermano pedagógico del Matarraña, disfrutar de la actuación del espectacular Pepín Banzo y conocer al gran Chema Lera.

Este Diario ya es de quien lo quiera leer. 

domingo, 12 de mayo de 2013

PSICOPEDAGOGÍA PARA PERROS.


El experto en psicología humana, el perro filósofo Tastavín, durante sus meditaciones semanales.

Varias familias me han dicho durante este curso que EF había dejado de ser la asignatura favorita de su hijo. Este dato da lugar a variadas interpretaciones y reflexiones. En primer lugar, si la idea es expresada con el ánimo de buscar las razones del descontento, de la desmotivación, …, e intentar remediarlas, bienvenida. Pero en algunos casos he sentido que el razonamiento se quedaba atascado en el mismo punto donde la frase acababa. Como si existiera una obligación de que EF fuera la asignatura predilecta de todos y en caso de no ser así había que observar la certeza de que algo malo estaba pasando, o, peor aún,  de que algo estaba haciendo mal el profesor.

Vuelvo a la idea ya expresada al respecto de otras situaciones: dar clase cada semana a tantos niños multiplica y acelera las situaciones que se suelen vivir en una escuela pequeña. En el caso del que estoy hablando hay situaciones muy obvias: alumnos sin límites de comportamiento que consideran la asignatura un recreo donde hacer el bruto, que se sorprenden cuando no se les permite descontrolarse y que acaban mostrando a sus padres su descontento con la asignatura y el maestro. En ocasiones los padres consideran que esos límites planteados a su hijo van a crearle una frustración que no es positiva con su maduración y crecimiento libre y sin ataduras, etc, y acaban muy enfadados también con el maestro.

Esta semana he acabado antes de la hora dos clases con diferentes grupos de cuarto. Los grupos de 25 alumnos requieren de cada niño un nivel de orden y seriedad suficientes para que la sesión se desarrolle con normalidad. En estos casos, este ambiente no se estaba dando, reinaba el cachondeo, el despiste, y se sumaron conflictos personales con insultos y amenazas. Así, di por finalizado el trabajo y nos fuimos a clase a hablar. Paréntesis: me preocupa mucho la parte de responsabilidad que tengo en el ambiente del grupo, pues el desarrollo de las clases depende en un porcentaje enorme de cómo el maestro las plantea y  cómo resuelve las anomalías que se van sucediendo.

En el momento de analizar lo sucedido, ya en el aula, habiendo perdido en ambos casos la mitad del tiempo de EF, ocurre el segundo problema, que me parece aún más sorprendente y quizá más grave: los alumnos mantienen un comportamiento alegre, de risas y bromas, mostrando que son absolutamente ajenos a la gravedad de la situación. Para mí, acabar una clase antes de hora es probablemente la medida más grave que puedo tomar. Me parece que los comportamientos negativos, los insultos, las peleas, …, se van asumiendo como normales y cuando les hablas de ese tipo de situaciones te miran pensando algo parecido a “¿pero qué le pasa a este tipo, si no ha pasado nada que no suela pasar otras veces, si todo es más o menos normal?”. Cuando estos problemas, o similares, se repiten varias veces en pocos días, cuando acabo frente a los niños enfadado, hablándoles del respeto, la responsabilidad individual, …, y ellos me miran sorprendidos, una parte de mis conexiones neuronales acaban enredadas con el pensamiento de si no seré yo el problema, si no seré realmente quien ve como extrañas e inasumibles situaciones perfectamente normales. Quizá haya llegado al punto de desconexión generacional en el que ya siempre creeré que los jóvenes de hoy son maleducados, vagos, etc.

Me acuerdo en estos casos también de los jóvenes adolescentes del colegio La Anunciata, que sacaban en clase de Lengua y Literatura el periódico deportivo, leían un rato, dormitaban unos minutos, y al despertar se dedicaban a hacer lo que les venía en gana, ya fuera gritar o hacer comentarios graciosos. Habían llegado a un punto en el que consideraban esa situación como tolerable, y ningún profesor era capaz de revertirla.

Hace dos días respondí a un correo de una madre que se interesaba por estos asuntos y le escribí, entre otras cosas, que este curso estoy siendo maestro de EF en un 40% y maestro de conflictos en el 60% restante. Es un hecho que me tiene muy preocupado, más pensando qué parte de responsabilidad me corresponde. El experto en comportamiento perruno y estrella mediática César Millán aplica siempre la misma fórmula en sus casos caninos: ejercicio físico, disciplina, cariño (y en ese orden). No sé hasta qué punto es una reducción tremendamente simplista considerar que los problemas analizados en mi asignatura, y el comportamiento de los niños a nivel general, tienen gran relación con esta fórmula. Quizá los psicopedagogos me crucificarían ante semejante analogía.

sábado, 27 de abril de 2013

PLAÑIDERAS, ÍDOLOS Y ELUCUBRACIONES: A. COSSERY.



He dado en el diccionario con la palabra plañidera. En su segunda acepción: Mujer llamada y pagada que iba a llorar a los entierros. La palabra, su arquitectura, me parece magnífica. Me parece de una sonoridad curiosísima, con su eñe tan bonita y que además me hace pensar en cosas de la infancia, me suena a juego y alegría, a música y a pueblo. Curiosamente nada más lejos de la realidad; en su definición está la otra parte de su grandeza, o de su miseria: el retrato del espíritu humano, o de una parte al menos, dispuesto a pagar lágrimas para aparentar la cantidad suficiente de pena. Póngame tres cuartos de desolación y un poco de lástima. Nuestra capacidad de mercantilizar la realidad es infinita.

Llego a esta palabra a través de Mendigos y orgullosos, el libro de Albert Cossery (entrevista poco antes de su muerte), personaje que abandonó este mundo hace unos pocos años y cuya vida está a punto de ser editada en la obra Tras Albert Cossery, del escritor aragonés José Luis Galar gracias al método de micromecenazgo.

Albert Cossery creo que hubiera sido muy buen amigo de Henry David Thoreau. Imagino que los dos hubieran vivido en la cabaña del lago Walden maldiciendo el rumbo de la sociedad y a la vez partiéndose de risa por su estupidez. Igualmente, Thoreau hubiera sido un gran compañero de habitación de Cossery en París, en una habitación del hotel La Louisiane. Seguro que Cossery hubiera accedido a la petición de Thoreau de quitar las cortinas e incluso la mesa del cuarto para evitar tener que limpiarlas. En todo caso, quizá Thoreau no se hubiera acostumbrado al bullicio parisino de la época y hubiera pedido a su compañero de piso emigrar a los Alpes o, más cerca, a cualquier paraje tranquilo y alejado de Ardenas, Borgoña o Alta Normandía, donde montar su casa, cultivar sus verduras, leer y vivir tranquilos.

Las vidas que se alejan de lo convencional y persiguen ideales hasta las últimas consecuencias señalan con precisión minuciosa nuestro acomodamiento e inacción.

martes, 23 de abril de 2013

DE MAESTROS INTRÉPIDOS. O INSENSATOS.


Niño intrépido me manda foto. Riesgo, emoción, caída... levantarse y vuelta a empezar.

Desde hace varios años, quizá desde que comencé a trabajar, cada curso me convierto enseguida en el profesor arriesgado que hace cosas con los niños que otros maestros ni consideran por el riesgo que en ello observan.

Escribo sobre este tema en gran medida porque dar clase de EF a quinientos niños cada semana ha multiplicado por diez los sucesos que estoy viviendo este año respecto a los ocurridos los años anteriores. Por cuestiones meramente estadísticas encuentro diez veces más golpes, más lloros, más lesiones leves y graves, más familias enfadadas con o sin razón, que en los años anteriores, por lo que el asunto adquiere una dimensión que obligatoriamente exige reflexionar.

Sin ir más lejos, los asuntos más graves ocurridos este año ni siquiera han surgido específicamente del trabajo de clase, sino de aspectos secundarios. Como luego escribiré, el maestro de EF es seguramente quien asume más riesgos a la vista de su objeto de trabajo, de la variedad de material empleado, del espacio donde desarrolla su trabajo, de la complejidad de las relaciones que se establecen en clase entre los alumnos. En primer lugar, una familia me acusó ante el equipo directivo de maltratar a su hijo (le sujeté para que no pegara a otros compañeros, y el asunto acabó al cabo de unos días con la disculpa de la familia por una acusación tan terrible). En segundo lugar, hace pocos días explicaba unas cuestiones de la sesión en la pizarra portátil cuando una ráfaga de viento la tiró y golpeó a varios niños en la cabeza. Uno de ellos al acabar la mañana se mareaba y tuvo que acudir al hospital para pasar unas horas en observación y prevenir complicaciones. En este caso casi tuvo que ser la familia quien animara al maestro por el susto que me di, pero en otras circunstancias, otra familia y con un poco de mala suerte, quizá el maestro hubiera acabado en una difícil situación legal (en cualquier caso, una vez comprobado que el alumno está bien, maldita importancia tiene la legalidad, aunque te acabe llevando a la cárcel).

He pensado unos minutos cómo enfocar esta entrada, y realmente hay muchos ángulos diferentes:

- La valoración y decisión posterior del maestro entre riesgos a asumir y beneficios pedagógicos a alcanzar. Ilustrativamente, el riesgo cero es no hacer absolutamente nada con los alumnos más allá de tenerles lo más quietos que sea posible y devolverles cuanto antes con sus familias. Evidentemente, no se hará con ellos ninguna salida fuera de la escuela ni actividad alguna que pueda implicar una rozadura en el pie.

- Cómo entendemos nuestra responsabilidad en proporcionar experiencias importantes a los alumnos que seguramente de otro modo no alcanzarán. Para el tutor puede pensarse en actividades de teatro, de salidas a la naturaleza, visitas a museos, convivencias de varios días… pero en el caso del maestro de EF esta perspectiva está intensamente presente cada día desde el momento que las experiencias motrices de los alumnos son cada vez más pobres… ¡y siguen siendo igual de necesarias! (al respecto puede considerarse un tema que he tratado otras veces: la prohibición explícita del juego  infantil en la mayor parte de los lugares de la ciudad donde este es posible (plazas y calles peatonales, etc.) y, en general, un diseño urbano que obvia completamente a sus habitantes más jóvenes). Así, hay niños que no han montado en bici, que no han ido en patines, que no conocen una piscina, que no han salido al campo a caminar, o más terrible, que no tienen otros momentos de juego compartido fuera de las clases de EF.

-La americanización de nuestra vida da lugar a presenciar hechos que hace quince años observaba con sorpresa en la sociedad americana: me refiero en este caso a denunciar en el juzgado en cualquier asunto de la vida. Muchos maestros temen este tipo de acciones por parte de las familias y directamente optan por la vía de no tomar ningún riesgo.

- La asignatura de Educación Física implica movimiento, y el movimiento implica choques, caídas, roces, cansancio, esfuerzo… forman parte de su naturaleza. En este sentido el maestro de EF es el maestro más expuesto ante la problemática de la que estoy escribiendo.

- La sobreprotección de los niños. Cada vez hay más niños que no saben qué es caerse, qué es hacerse daño… lo que significa directamente que no juegan, que no se mueven. Se pueden rellenar miles de páginas sobre la necesidad del movimiento y del juego (desarrollo de la motricidad, de la autonomía, de la comunicación y la socialización, hábitos saludables e integración de los mismos en la vida adulta; forma parte, simplemente, de la naturaleza humana y más específicamente aún de la del niño). Aquí incluyo una referencia a otro caballo de batalla: la dinamización de los juegos en el recreo. Muchos maestros están tranquilos si una mayoría juega a fútbol y los demás deambulan como abueletes en un geriátrico. Considero que tenemos una responsabilidad importante en este momento escolar, que, a su vez, se presta para compensar algunas de las carencias citadas respecto al juego libre, a la relación con los compañeros, a conocer recursos para utilizar en el tiempo libre de cada tarde. Muchas veces, aportar un matiz positivo en este asunto no depende de grandes medidas ni grandes recursos: uno de los juegos más divertidos que han descubierto en el recreo los niños de segundo consiste en montarse en una caja de plástico (de las usadas para la fruta) y ser arrastrados por varios compañeros mediante una cuerda. Aunque, por supuesto, hay que convencer a compañeros que de entrada y por defecto prohibieron el juego nada más verlo. Otras veces es simplemente la motivación que aporta el maestro que participa un tiempo en el juego, o poder sacar al recreo el material que se está utilizando en EF esos días (quieren mejorar un poco más, comprobar lo aprendido en clase, etc; me refiero a bádminton, bicis, patines, pelotas para juegos variados, cuerdas, aros, etc.), o cualquier otra medida que haga del recreo un lugar de mayor dinamismo y aprovechamiento. Respecto al tiempo extraescolar de los niños, sugerir que pidan regalos que les ayuden a enriquecer sus actividades de juego y motricidad también puede ser una opción, e incluso prestar desde la escuela algunos materiales para que practiquen y, en su caso, valoren si los quieren comprar para disponer de ellos en cualquier momento. Más aún, una medida relacionada con lo anterior y que estos días me dedico a llevar a cabo, el profesor de EF puede mantener actualizado un listado de posibles clubes, asociaciones, o actividades donde los alumnos encuentren espacios y momentos extraescolares para desarrollar su motricidad, en particular, y su personalidad, en general.

Pensando en las actividades más bonitas, más provechosas y de mayor impacto para los niños que he realizado o en las que he participado desde que soy maestro me acuerdo de las Semanas Blancas que acompañé a los niños del colegio Doctor Azúa, en los lanzamientos de niños por el aire a la piscina del Piaget o en sus progresos y tragos de agua con el buceo, de las carreras en carros con ruedas por los pasillos piagetenses, en viajes de varios días a distintos lugares sin otros maestros acompañantes, en rutas con la bici por senderos de monte, en bajadas a buena velocidad desde Zuriza, en almuerzos desde el escarpe de Juslibol contemplando la efervescente ciudad bajo nuestros pies, en excursiones que acababan con los niños de Peñarroya metidos en el río Tastavíns o con los de Ansó en el Veral (mientras Carmen, la excepcional maestra que aún es ansotana, sufría y me lanzaba miradas fulminantes), en la escalada en Linza, en dormir en la escuela de Ansó con nuestros amigos zaragozanos, de cualquier semana CRIET, con maestros con responsabilidad sobre mil niños en todo tipo de actividades, en actividades de orientación con niños desperdigados por un amplio espacio y corriendo en todas las direcciones… estoy seguro que si el principal criterio de valoración fuera el riesgo asumido, la escuela perdería buena parte de su valor. Sencillamente, como una parcela más de la vida, donde desde el momento en que te mueves hay riesgo, pero donde si no te mueves… no hay vida.

Es una de las entradas más extensas que he escrito y, a pesar de ello, concluyo con la sensación del tratamiento superficial. Escribir de temas muy complicados en unas cuantas líneas quizá genere más asuntos importantes omitidos que cuestiones igualmente importantes tratadas.

martes, 9 de abril de 2013

OTRO QUE NO DEBÍA.


Si la memoria no me engaña, creo que el suyo es el único autógrafo que tengo en casa. Tuve la profunda fortuna de escucharle en directo en Jaca. 

Su peor fallo, como el de Saramago hace también poco tiempo, ha sido morirse. Con la muerte de Labordeta leí lo de todos los buenos se mueren antes de tiempo. Amarga verdad.

Este blog se declara de luto permanente ante el fallecimiento de un autor que tanto me ha hecho aprender y disfrutar. Siempre tendré rondando por la cabeza La senda del drago ante la posible pregunta acerca de un libro favorito. Y los diálogos con el médico Valentín Fuster, rebosantes de vida y humanismo.

¡Viva en la memoria José Luis Sampedro!

lunes, 8 de abril de 2013

UNO DE DROGAS.

Si teclean en su buscador TDAH, es decir, trastorno por déficit de atención e hiperactividad, obtendrán unos cuantos millones de resultados. Darán con pedagogos de moda desmontando lo que consideran una patología irreal creada por un sistema educativo anacrónico y una sociedad enferma, encontrarán a psiquiatras delimitando la patología y su tratamiento, podrán escuchar testimonios de niños, padres, y cualquier otro hecho que realmente deseen analizar.

Mis pretensiones son muy humildes. Llegué a este asunto de la escuela hace unos cuantos años y prácticamente no se nada de ella ni de ninguna otra cosa. No dispongo de estadísticas sobre la evolución en el tiempo de este trastorno, de la definición médica precisa, de los datos reales de niños diagnosticados en nuestra comunidad o en el país. Mi datos se limitan a la experiencia en los centros por los que he pasado. En estos lugares sí existe un pensamiento colectivo generalizado de que cada vez es mayor el número de niños diagnosticados con TDAH y, por tanto, medicados para ello.


(Retomo la escritura que quedó aparcada ayer. Además, escribo rápido pues tengo unas cuantas emergencias vitales que atender).


Entre muchas, dos circunstancias para considerar:


-         - Aumenta cada día la frecuencia de familias y tutores que me indican que tal niño está medicado, que le están ajustando las dosis y que recojamos información sobre cómo se encuentra a tal o cual hora, por si al alquimista se le ha ido la mano o, al contrario, el niño aún da síntomas de eso, de ser niño. Si está un poco desmandado por la mañana, pues un poco más de chute en el desayuno y así el mocete vendrá finamente narcotizado. De hecho, en reuniones maestriles se justifican con normalidad conductas de los niños en base a desajustes de la medicación, a cambios en las dosis, etc. ¡No en referencia a criterios pedagógicos!


-         - B es una alumna muy joven. Apenas hace siete años que conoce el mundo. Durante los primeros meses de curso mantuvo un comportamiento mejorable en EF. Mejorable del modo en que son mejorables otros cincuenta millones de comportamientos. Se despistaba, incumplía algunas normas, una pelea de vez en cuando. Por otra parte, era especialmente cariñosa y ponía interés en mejorar. Estos asuntos se comentaron con su familia, que maravillosamente se prestó a colaborar y a tener un seguimiento periódico para que la situación mejorase. Al cabo de unos meses, estaba encantado con la niña y con la familia, pues el comportamiento era prácticamente perfecto y la niña trabajaba de modo excelente en las clases. De todos modos, al cabo de unas cuantas semanas acudieron al médico, que diagnosticó a la niña con las famosas siglas y le recetó la pastilla conveniente. Al enterarme me quedé perplejo, pues B, hasta donde alcanzo a valorar, encaja perfectamente con la normalidad y con lo que se supone es un comportamiento que la educación, el trabajo diario, los hábitos, el cariño, …, deben ir encaminando hacia mejoras progresivas. Incluso los informes médicos hablaban del comportamiento en términos de normalidad. Me quedó la terrible sensación que era cuestión simple de un cambio: un cambio del esfuerzo diario de caminar junto a un niño por el gesto de dar una píldora que haga, teóricamente, algo parecido. Pastilla a cambio de esfuerzo, de educación. Puestos a lanzar palabras, que no cuesta nada, creo que es un síntoma de nuestra enfermedad social: tender hacia todos los senderos que limitan el esfuerzo, la dignidad, la constancia…, bien aprovechándonos del prójimo, bien con una sustancia química, bien con el medio más rápido y fácil que tengamos a mano.

Cada día dejamos menos a los niños hacer de niños. Prohibimos sus juegos en las plazas y en las calles, les llenamos el horario de actividades organizadas que les mantienen ocupados y cuidados, les negamos el contacto con el mundo natural con el que llenar su vida de movimiento y descubrimientos, les negamos el mismísimo juego, les obligamos a vivir a una velocidad estúpidamente creada por los adultos. Finalmente les negamos las conductas auténticas que significan ser niño: el movimiento, la inquietud por ir de aquí para allá, la alegría del juego libre y espontáneo. Más aún, lo penalizamos con un castigo o una pastilla.


No tengo claro si un pesimista se alegra cuando constata que tiene razón. Cada día compruebo que me quedo corto en mis perspectivas sobre la podredumbre de nuestra especie. Los adultos occidentales vivimos una confusa fiesta llena de alucinógenos, desahucios, mentiras y excesos. El problema temible es que, ni siquiera son simples espectadores, invitamos a los niños a participar en nuestro despropósito.

sábado, 30 de marzo de 2013

NO SE FUSILA EN DOMINGO.

Afortunadamente he vuelto a dar con un libro que me ha dejado conmocionado. Una de esas lecturas que te remueve las ideas y te deja mareado, desconcertado. Me refiero a No se fusila en domingo, de Pablo Uriel. Pudiendo ser testigo tan cercano, a través de la lectura, de una vida memorable, no dejo de cuestionarme sobre la superficialidad y placidez de la propia.

Hace unos minutos corría siguiendo el límite del campo de maniobras de San Gregorio, pensaba en Pablo Uriel y en la celda catorce, en Belchite, Azaila… y en cómo el tiempo cubre con un telón de irrealidad el pasado.

Es muy sencillo, Señor; los sacerdotes se esfuerzan por convencer a los hombres de que los banqueros y los grandes mercaderes estaban ya configurados en los esquemas de tu creación. Son obra tuya y, por los tanto, son intocables. Producen muchos sufrimientos, pero estos sufrimientos forman, según ellos, parte del orden natural de las cosas que tú dejaste establecido. Contra todos aquellos que no creen las mentiras de los sacerdotes, interviene la espada.

Terminó la arenga con su famoso grito de “¡Viva la muerte!”, al que todo el mundo respondió como si no hubiera en él la más monstruosa contradicción. Pero no lanzó su otro grito, aquel que escupiera frente a Unamuno. Él no lo hizo, pero, de pronto, un jerarca falangista que estaba junto a él, gritó con un gesto violento y agresivo: “¡Muera la inteligencia!”. El grito fue coreado, como lo hubiera sido cualquiera lanzado en ese momento.

El fin de la Segunda Guerra Mundial fue una ocasión ardientemente deseada, que de un modo inexplicable pasó sin más consecuencias que la consolidación de un estado de cosas injusto y una desilusión más para los españoles. Al cabo de veinte años una nueva generación ha venido a constituir gran parte del Cuerpo Nacional, y esta generación ha sido formada en un clima de indiferencia y desconocimiento buscado por nuestros gobernantes. Puede afirmarse que si en los primeros diez años el secreto de la estabilidad era el terror, hoy lo es por el hecho de que el pueblo español, quizá desilusionado, ha depositado toda su capacidad de pasión en el fútbol; sería difícil precisar cuál de estos dos estados anímicos es más pernicioso para España.

Son tres fragmentos que marqué en el libro por diferentes razones. En estos casos y en general a lo largo de todo el libro, me sorprende enormemente cómo muchas claves con las que el autor explica acontecimientos de un tiempo tan lejano son válidas y perfectamente aplicables a circunstancias actuales.

sábado, 16 de marzo de 2013

OBSESIONES Y VACÍOS.


Mis obsesiones fotografiadas

Escucho obsesivamente Moldava, del músico checo Smetana y As Earth as it is in heaven, de Ennio Morricone. Sus melodías están tejidas con melancolía, con montañas solitarias y con noches bajo las estrellas.

Soy un maestro vacío, fragmentado e incoherente: veo a los grupos cada tres o cuatro días, apenas unos minutos y me observo atrapado en los mismos obstáculos sesión tras sesión. Es tan escaso el tiempo que apenas podemos sistematizar el trabajo, los niños que precisan mayor atención me provocan la sensación de estar atendiéndoles insuficientemente, vivo las pérdidas de tiempo y el mal funcionamiento de algunos grupos con auténticos remordimientos por la sensación de dejar de cumplir con mi labor, surgen temas durante la clase que quedan sin abordarse por no ser estrictamente fundamentales (¡pero sí lo son, probablemente!), apenas puedo profundizar en el conocimiento personal de los niños, hablar con ellos con calma. Cada semana comparto tiempo con más de doscientos niños y, cuando llega la tarde del viernes, quedo con la sensación de haber realizado un trabajo microscópico con cada uno de ellos. Un trabajo que una leve brisa puede borrar y que nos hará comenzar prácticamente de nuevo en la siguiente jornada. Creo que experimento el trabajo perfectamente opuesto al de un maestro tutor de un grupo pequeño, donde sientes cada instante la responsabilidad de cada circunstancia que ocurre a cada niño y conoces en detalle su personalidad. Donde puedes leer una poesía o hacer una excursión de forma improvisada.

Quizá el principal problema en mis clases este curso tenga que ver con el comportamiento de los grupos. Nunca había trabajado con grupos tan numerosos, por lo que seguramente no aplico los recursos adecuados para que la clase trabaje como debe. Con grupos reducidos, el comportamiento es un aspecto que apenas requiere esfuerzo. En la actualidad, creo que muchos niños aún no han hecho Educación Física, sino que llevan siete meses donde lucho con ellos para que atiendan las explicaciones, se ciñan al trabajo que les mando, no tengan conflictos y agresividad cada tres minutos. Estoy atascado en muchos casos con estos problemas de comportamiento; hasta tal punto que parezco con frecuencia maestro de este aspecto y no de EF, pues las charlas y las medidas tomadas con los niños, con los tutores, con las familias, suelen girar más hacia ello que hacia los contenidos propios de la asignatura. Intuyo que este problema tiene que ver con un hecho sustancial: sigo trabajando bajo la convicción de que el trabajo de los niños no puede estar condicionado por la coacción, las amenazas, los premios o los castigos,  que seguramente reportan un efecto vistosamente positivo a corto plazo. Al contrario, trabajar cada día diciéndoles que confío en ellos, que no soy un policía, un vigilante, que si acordamos un trabajo y unas condiciones hemos de cumplirlas, que el premio por el trabajo en la escuela y en la vida es el mismo: la propia satisfacción de haber cumplido, de haber trabajado por ser mejores… , tiene efectos mucho más lentos y en el corto plazo muy poco agradecidos. Más aún considerando que la educación de los niños parece estar cada día más condicionada por un sistema de premios y castigos absolutamente externos y ajenos a la conducta. En relación a esto, hace unos días una maestra me contaba sorprendida cómo cotizaban en su clase los exámenes aprobados, los trimestres superados, etc: pagas extra, viajes a parque de atracciones… hablábamos de niños de segundo curso de primaria. Estoy seguro también de que lo descrito guarda alguna relación con la desmotivación de los alumnos cuando son más mayores: en unos pocos años ya han sido premiados y castigados con prácticamente todos los recursos al alcance de las familias y los maestros. ¿Qué queda estonces para moverles a la acción y a la responsabilidad personal?

En todo caso, como convencido pesimista, echando un vistazo al mundo que encontramos al salir de la escuela, poco parece importar lo que ocurre o deja de ocurrir dentro de la misma.