“Marina, me da pena irme pero es mi pueblo (para Marina, mi mejor amiga)”. No dejo de sentir un cosquilleo especial cuando recojo una nota así bajo un pupitre de la clase (el pueblo es Colombia).
La foto tiene que ver con una supuesta cacería de nuestro rey hace unas semanas. Se publicó, se desmintió, etc. Pero varios medios siguieron tratando el asunto, hasta que finalmente algunos, como Gara y Deia (donde aparecía el montaje) han recibido una querella de la Audiencia Nacional. Al margen de nacionalismos y esas cosas, también se comenta por algunos sitios el paralelismo con lo de las viñetas de Mahoma de hace unos meses. En todo caso, por el mismo procedimiento que ahora utilizan las folclóricas modernas para ganar fama, lo único que han conseguido es generar buena cantidad de publicidad negativa al Rey de las Españas.
Hoy nos hemos encontrado todos de nuevo. Los viajes, pájaros, prisas, caricias, museos, sudores, sueños, dejan paso al sencillo y pausado día de escuela. No reiteraré el perjuicio pedagógico que observo en un parón tan enorme (ya veo que sí lo he hecho). También me resulta curioso, o triste, conocer las respuestas de los chicos sobre sus vacaciones: todas giran en torno a los regalos. Soy joven e inocente, pero no tengo claro si estas respuestas (creo que fácilmente generalizables al colectivo estudiantil, cuando menos) denotan buen grado de enfermedad social.
Y otro asunto que me preocupa. Ya lo he rodeado por aquí alguna vez, pero me da miedo mojarme el pie, por lo que siempre me alejo (ya una vez pescando en Caspe metí la pierna hasta la altura del ombligo en una ribera con fango, y casi acabo siendo pasto de los siluros y los peces gato). Hoy comenzamos a tratar cuestiones sobre el universo. Sí, me parece milagroso intentar tratar en clase cuestiones sobre las que científicos de élite aún no encuentran respuestas. Como toma de contacto he pensado en lanzar algunas preguntas a los alumnos para que trataran de aportar respuestas, ideas iniciales, e incluso añadieran otras interrogantes por aclarar. El problema lo encuentro cuando muchos alumnos encuentran en Dios la solución instantánea para cada cuestión: ¿cómo pensáis que se creó la tierra?: Dios; ¿y el universo?: Dios; ¿y entonces qué había antes que Dios?: los padres de Dios; y así sucesivamente (figurillas de barro que cobran vida, soplos de aire que crean las especies, etc.). Sin desear polémica estéril alguna: ¿de qué modo abordar el asunto?, ¿cómo intervenir en un tema que tiene que ver de forma íntima con las familias, con su formación, y con la educación aplicada a sus hijos?, ¿de qué manera debo analizar lo que los alumnos estudian en religión, en cuyos textos encuentran respuestas totalmente antagónicas con el contenido científico del que se supone yo soy responsable?.
Actualización: Leo unos documentos clarificadores. Dudas despejadas. El primer capítulo, primera página, no deja lugar a dudas. La temperatura de ebullición del agua es conocida por todos. Yo les diré pronto a qué temperatura hierven las vísceras. Nietzsche, ¿se ha muerto Dios, o no?.
La foto tiene que ver con una supuesta cacería de nuestro rey hace unas semanas. Se publicó, se desmintió, etc. Pero varios medios siguieron tratando el asunto, hasta que finalmente algunos, como Gara y Deia (donde aparecía el montaje) han recibido una querella de la Audiencia Nacional. Al margen de nacionalismos y esas cosas, también se comenta por algunos sitios el paralelismo con lo de las viñetas de Mahoma de hace unos meses. En todo caso, por el mismo procedimiento que ahora utilizan las folclóricas modernas para ganar fama, lo único que han conseguido es generar buena cantidad de publicidad negativa al Rey de las Españas.
Hoy nos hemos encontrado todos de nuevo. Los viajes, pájaros, prisas, caricias, museos, sudores, sueños, dejan paso al sencillo y pausado día de escuela. No reiteraré el perjuicio pedagógico que observo en un parón tan enorme (ya veo que sí lo he hecho). También me resulta curioso, o triste, conocer las respuestas de los chicos sobre sus vacaciones: todas giran en torno a los regalos. Soy joven e inocente, pero no tengo claro si estas respuestas (creo que fácilmente generalizables al colectivo estudiantil, cuando menos) denotan buen grado de enfermedad social.
Y otro asunto que me preocupa. Ya lo he rodeado por aquí alguna vez, pero me da miedo mojarme el pie, por lo que siempre me alejo (ya una vez pescando en Caspe metí la pierna hasta la altura del ombligo en una ribera con fango, y casi acabo siendo pasto de los siluros y los peces gato). Hoy comenzamos a tratar cuestiones sobre el universo. Sí, me parece milagroso intentar tratar en clase cuestiones sobre las que científicos de élite aún no encuentran respuestas. Como toma de contacto he pensado en lanzar algunas preguntas a los alumnos para que trataran de aportar respuestas, ideas iniciales, e incluso añadieran otras interrogantes por aclarar. El problema lo encuentro cuando muchos alumnos encuentran en Dios la solución instantánea para cada cuestión: ¿cómo pensáis que se creó la tierra?: Dios; ¿y el universo?: Dios; ¿y entonces qué había antes que Dios?: los padres de Dios; y así sucesivamente (figurillas de barro que cobran vida, soplos de aire que crean las especies, etc.). Sin desear polémica estéril alguna: ¿de qué modo abordar el asunto?, ¿cómo intervenir en un tema que tiene que ver de forma íntima con las familias, con su formación, y con la educación aplicada a sus hijos?, ¿de qué manera debo analizar lo que los alumnos estudian en religión, en cuyos textos encuentran respuestas totalmente antagónicas con el contenido científico del que se supone yo soy responsable?.
Actualización: Leo unos documentos clarificadores. Dudas despejadas. El primer capítulo, primera página, no deja lugar a dudas. La temperatura de ebullición del agua es conocida por todos. Yo les diré pronto a qué temperatura hierven las vísceras. Nietzsche, ¿se ha muerto Dios, o no?.