"Os damos la bienvenida con ista copleta ansotana i os animamos a que nos mandez todas as coplas o ditos que seplaz:
Sale o sol por a Reclusa
respandece en Maidoguí
y da guelta por Alano
i s'esconde en Zordoquí.
Que el año benidero esté pleno de salú i felicidad."
Ayer fue un día de plenitud ansotana. Recibí un correo con un precioso texto que me llenó de alegría y nostalgia, y que me hizo gran ilusión. También, al abrir el buzón, encontré la Fuella Nº 4, la revista de la Asociación Cultural A Gorgocha de Ansó, que nos da la bienvenida con las palabras que he colocado al principio.
En la escuela: al margen de la desbordante cantidad de trabajo, reuniones, coordinaciones, etc, por hacer, voy asentándome a buen ritmo, y las clases de esta semana ya se han parecido a lo que entiendo por una clase decorosa. Las posibilidades de trabajo son mayores que las intuidas al principio y la clave parece encontrarse en la capacidad de probar, adaptar, pensar y trabajar del maestro. Nada nuevo, pero en mayor medida.
Esta semana he tenido dos encuentros con sendos maestros que me han sido tremendamente provechosos. Especialmente, una maestra espectacular en su trabajo diario me indicó que quizá la vía por la que estaba leyendo y avanzando no era la mejor, que ella entendía su clase como la de unos niños de infantil (por la edad que tienen) que requerían algunas adaptaciones en el proceso educativo. Nada más. Se parte desde la educación. Al contrario, la perspectiva que me estaba devorando partía (en mi opinión, claro) de la patología, la discapacidad, y desde allí se desplegaba un programa de psicomotricidad muy cercano a lo terapéutico y rehabilitador, cuyos principios y teoría desconozco totalmente. Quizá ambos enfoques compartan muchas actividades, pero desde perspectivas muy diferentes. Como maestro, o aprendiz de ello, que me siento, esta vía que la maestra me mostró y me animó a seguir allanó buena parte de las dificultades en las que estaba tropezando. “tú, ¿qué has hecho estos años? (…); pues haz eso y adelante”. Por eso, ya llevamos unos días con clases en las que se aprende, se disfruta, y en las que siento que puedo aportar algo a los niños.
Si ayer fue el santísimo padre, hoy no me puedo resistir a citar lo de Gran Scala. He seguido con atención la noticia estos meses, pero me exigí que los pensamientos no salieran de mi cabeza. Por salud. Parece que el asunto avanza y Ontiñena se afianza como sede. En el periódico de Aragón, Marcelino Iglesias:
(…) total cooperación e interés que han demostrado los vecinos de esta localidad para acoger Gran Scala, "como visión de futuro esperanzador que aportará beneficios, sostenibilidad y empleo a la zona”.
Lo leo, lo releo, lo vuelvo a leer y releer… y una de tres: o el presidente de Aragón es tonto (con todos mis respetos), o perdió la vergüenza al salir de Bonansa, o cree que los aragoneses son estúpidos. Cinco parques temáticos (espías y otras zarandajas), decenas de hoteles, treinta y dos casinos, decenas de restaurantes, y varios campos de golf (incluido el más grande de Europa): ¿sostenibilidad?, anda majo, ¿cuál de las tres?.
Sale o sol por a Reclusa
respandece en Maidoguí
y da guelta por Alano
i s'esconde en Zordoquí.
Que el año benidero esté pleno de salú i felicidad."
Ayer fue un día de plenitud ansotana. Recibí un correo con un precioso texto que me llenó de alegría y nostalgia, y que me hizo gran ilusión. También, al abrir el buzón, encontré la Fuella Nº 4, la revista de la Asociación Cultural A Gorgocha de Ansó, que nos da la bienvenida con las palabras que he colocado al principio.
En la escuela: al margen de la desbordante cantidad de trabajo, reuniones, coordinaciones, etc, por hacer, voy asentándome a buen ritmo, y las clases de esta semana ya se han parecido a lo que entiendo por una clase decorosa. Las posibilidades de trabajo son mayores que las intuidas al principio y la clave parece encontrarse en la capacidad de probar, adaptar, pensar y trabajar del maestro. Nada nuevo, pero en mayor medida.
Esta semana he tenido dos encuentros con sendos maestros que me han sido tremendamente provechosos. Especialmente, una maestra espectacular en su trabajo diario me indicó que quizá la vía por la que estaba leyendo y avanzando no era la mejor, que ella entendía su clase como la de unos niños de infantil (por la edad que tienen) que requerían algunas adaptaciones en el proceso educativo. Nada más. Se parte desde la educación. Al contrario, la perspectiva que me estaba devorando partía (en mi opinión, claro) de la patología, la discapacidad, y desde allí se desplegaba un programa de psicomotricidad muy cercano a lo terapéutico y rehabilitador, cuyos principios y teoría desconozco totalmente. Quizá ambos enfoques compartan muchas actividades, pero desde perspectivas muy diferentes. Como maestro, o aprendiz de ello, que me siento, esta vía que la maestra me mostró y me animó a seguir allanó buena parte de las dificultades en las que estaba tropezando. “tú, ¿qué has hecho estos años? (…); pues haz eso y adelante”. Por eso, ya llevamos unos días con clases en las que se aprende, se disfruta, y en las que siento que puedo aportar algo a los niños.
Si ayer fue el santísimo padre, hoy no me puedo resistir a citar lo de Gran Scala. He seguido con atención la noticia estos meses, pero me exigí que los pensamientos no salieran de mi cabeza. Por salud. Parece que el asunto avanza y Ontiñena se afianza como sede. En el periódico de Aragón, Marcelino Iglesias:
(…) total cooperación e interés que han demostrado los vecinos de esta localidad para acoger Gran Scala, "como visión de futuro esperanzador que aportará beneficios, sostenibilidad y empleo a la zona”.
Lo leo, lo releo, lo vuelvo a leer y releer… y una de tres: o el presidente de Aragón es tonto (con todos mis respetos), o perdió la vergüenza al salir de Bonansa, o cree que los aragoneses son estúpidos. Cinco parques temáticos (espías y otras zarandajas), decenas de hoteles, treinta y dos casinos, decenas de restaurantes, y varios campos de golf (incluido el más grande de Europa): ¿sostenibilidad?, anda majo, ¿cuál de las tres?.