viernes, 18 de julio de 2008

ESPÍRITU OLÍMPICO.

No tengo claro si el Barón de Coubertin se refería a ésto al recuperar los juegos y el espíritu olímpico hace ya más de un siglo.

EL SABIO. SOBRE LAS PEREGRINAS IDEAS DE LAS MENTES OSCURAS.


Ya son varios días borrando lo que escribo, o dejándolo en el limbo de las palabras, o publicándolo sin estar convencido y dudando de ello. Creo que alguna extraña afección está atacando mis neuronas y reduciendo a simples trazas lo que antes era un cerebro aparentemente normal.

Gran Scala. Me resisto a no dejar constancia, al menos, de las noticias que van sucediendo. Una y otra.

Hace ya tiempo que me atrae terriblemente la idea del sabio. Intentaré explicarme: me refiero a una persona con importantes conocimientos en torno a los distintos campos del saber y, especialmente, con una actitud concreta ante la vida. En mi radio de acción podría personificar esta noción en dos o tres personas, pero ayer leí un fragmento de un libro que se refiere justamente a lo que intento describir.

El Filósofo y el Monje es el libro donde J.F. Revel y Matthieu Ricard, padre e hijo, plasman sus ideas acerca del budismo en occidente, y de paso tratan otra serie de asuntos de orden filosófico, social, o religioso (interesante reseña sobre éste libro y otro posterior de M. Ricard). El primero es un reputado filósofo (agnóstico) y escritor francés y el segundo era un eminente doctor en biología, discípulo del premio Nobel François Jacob (tras esta entrevista, me encantaría conocerle). Este último, a pesar de su brillante y prometedora carrera científica, y tras un viaje por oriente, decidió dedicar su vida al budismo. Tal cual, recogió los bártulos, y marchó. Resumiéndolo mucho, en su viaje conoció a algunos sabios que le inspiraron con su simple presencia y modo de vivir (ni siquiera compartían un idioma común), y decidió que lo más preciado, su vida, no podía tener un sentido más importante y pleno que vivir y aprender al lado de esas personas. Así que durante muchos años acompañó a dos de estos sabios en sus últimos años de vida. Y lo que dice de ellos es lo que me intriga y me atrae sin remedio: su actitud vital y su absoluta paz y armonía con el exterior y con el interior. Actualmente acompaña al Dalai Lama en muchos de sus viajes.

En los próximos días traeré algunos fragmentos del libro para poner un poco de claridad a mis confusas letras.

No sé si es puro azar, si es que al comprar los libros, aún inconscientemente, cada uno se decanta hacia aquello que del algún modo quiere leer u oír, o simplemente que, al leer, todo se filtra por el tamiz de nuestras ideas y convicciones, pero el caso es que todo lo que leo y oigo me lleva de un modo u otro hasta mis peregrinas ideas acerca de otro tipo de vida.

(Creo que soy yo).