Este tercer trimestre constituye un buen momento escolar puesto que facilita las excursiones, tratamos asuntos relacionados con animales, plantas, el universo y, en definitiva, contenidos atractivos para los niños y, en este caso, el maestro (esto no es difícil en ninguno de los dos casos).
En la línea de intentar acercar la realidad hasta la escuela y mostrar algunas maravillas bien cercanas y generalmente ignoradas, el domingo, nuestro amigo Carlos Lastanao, un naturalista sorprendente y al que escuchar es un placer, me entregó insectos palo e insectos hoja para la clase cuando visitamos la exposición que mostraba en el municipio de Zuera. Estos animales pertenecen a la orden de los fásmidos, o lo que es lo mismo: “fantasmas”, en relación a su increíble capacidad de camuflaje. Hoy los niños los han visto y conocido, y he aprovechado para abordar otros contenidos relacionados.
Aunque no creo que para preocuparse, sí me ocurre últimamente que muchos de los asuntos que tengo preparados para la escuela no acaban resultando como tenía previsto, y me queda la sensación que no han ilusionado o sorprendido, o despertado el interés de los niños como era de esperar. Parece que cada día que resulta un poco más complicado encontrar esta inquietud y curiosidad. Ocurre con el blog, con libros, revistas, cosas de animales, fotos, …
Y los enfados. Hay niños en permanente estado de nervios, de enfados, siempre con malas respuestas y gritos para los compañeros. Cuando estas actitudes se suceden en una jornada me agotan y me hacen sentir profundas ganas de marchar a casa. Parece lógico pensar que estos modelos de comportamiento se adquieren en el ámbito familiar. En todo caso, la convivencia de la clase se ve seriamente perjudicada. Al final, un niño me ha dejado estupefacto cuando en medio de clase, mientras unos compañeros estaban despistados de la explicación, se dirige a ellos con tono amenazante gritando: “al final cobraréis”. Lo inquietante ha sido la naturalidad y firmeza con la que lo ha dicho. En fin, mañana más.