Tendrá que frecuentar vertederos, comer carroñas, evitar a los zorros, competir con otras rapaces por el territorio, olerá muy mal casi toda su vida, pero vivirá donde su cuerpo le pida, no tendrá que acudir al gestor, y no respirará cada segundo del día cincuenta y cuatro con nueve micrómetros por metro cúbico de partículas en suspensión. Además, es una preciosidad.
miércoles, 22 de julio de 2009
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