El precioso camachuelo se estampó contra un cristal de ignorancia, pero le salvó un hada y ahora ya estará pensando en sus pollos
Siempre fui un poco lento. Ya casi llegamos a abril y empiezo a encontrarme en buena forma pedagógica.
“Freeland es un país situado no me acuerdo dónde. Hasta hace muy poco gobernaba un dictador, pero se ha muerto por un mal de amor y ahora, debido a las manifestaciones de los habitantes, el sistema de gobierno que se va a implantar es…” Así comienza un tema de conocimiento del medio dedicado a la organización del estado. Pensé cómo hacer de él un tema interesante, por lo que planteé a los alumnos una pequeña historia donde ellos deberían constituir partidos políticos, redactar sus programas, dar charlas, elecciones, constituir las cortes legislativas, etc. Como en otros trabajos un poco arriesgados, que van desarrollándose sin el absoluto control del maestro, sentía temor por los derroteros que tomara, pero los resultados están siendo soberbios. Están trabajando en ello niños de segundo hasta sexto, y el proceso está permitiendo el aprovechamiento adecuado para cada grupo de edad. En torno a esta actividad cobra gran importancia la reflexión sobre la situación social (para plantear medidas en el programa de cada partido), la capacidad de síntesis y de expresión oral en las charlas, el debate con los compañeros. Además, hay conexiones con otras áreas como matemáticas (elecciones: recuento, porcentajes, etc), o plástica (diseño de logotipos, carteles de publicidad). En las clases los niños expresan inquietudes muy interesantes, dudas sobre su trabajo que realmente tienen paralelismos con dudas a las que se enfrentarán en su vida adulta (¿y si nos votan no por las ideas sino por la imagen u otras cuestiones?, ¿y si un partido presenta medidas terribles pero recibe muchos votos?,…)
En general, la sensación, como casi siempre, es que, si aciertas con la presentación y la dinámica de trabajo, los niños son capaces de rendir intelectualmente de un modo sorprendente.
No tengo la menor idea cómo será el mundo que estos niños disfrutarán cuando sean adultos. Espero, cuando menos, que algunas de las reflexiones en las que se zambullen en la escuela les ayuden a vivir mejor. Y mientras tanto, por lo que pueda llegar, disfrutamos recorriendo juntos el curioso camino.