martes, 23 de septiembre de 2008

QUE ESTOY TRANQUILO, MAÑO.

Dicen que la cuarta parte de animales del mundo son escarabajos. Él, tan tranquilo (vive en la Jacetania).

Comienzo el cuarto año como aprendiz de maestro y me encuentro con un cansancio sorprendente. Otros cursos me cargaba de ideas e intenciones voluntariamente y, pasadas unas semanas, comenzaba a dudar si podría desarrollar todo decorosamente durante el curso. En este caso, la carga viene impuesta por las nuevas circunstancias y he observado algunos síntomas de fatiga (en mi cuerpo, claro) que me preocupan.

Por otra parte, no dejan de repetirme el “tú tranquilo, no te preocupes, que tienes cara de susto”. Será la impresión de mi cara, pero el sentimiento real no es el de miedo o similar; al contrario, tiene que ver con sentirme poco o nada formado y preparado ante las nuevas situaciones que se presentan, y con la autoexigencia de realizar dignamente mi trabajo. Una cara seria de serie es agotadora por la cantidad de aclaraciones que implica. Quizá busque otra en la chatarra.

Esta semana he comenzado con las clases de educación física, y me resulta muy desalentador no tener apenas nada organizado, no saber en muchos casos qué hacer. Hasta un determinado nivel de desarrollo en los niños, adaptar las ideas que tengo en la cabeza y que he consolidado los cursos pasados no resulta excesivamente difícil, pero hay otros casos en los que las adaptaciones ya no son posibles, y exigen un planteamiento totalmente diferente que actualmente me desborda.

Añádase a ésto que la bibliografía sobre educación física en educación especial es poco abundante. Apenas “el juego y los alumnos con discapacidad” y los títulos del maestro Alfonso Lázaro del CPEE Gloria Fuertes de Andorra son los que he podido utilizar de momento.

Lo más lógico, dicho lo anterior, parece dejar de teclear y ponerme a intentar aclarar mínimamente el entuerto.

Por cierto, me gusta citar los libros que me ayudan a ser mejor persona (por tanto, mejor maestro): ya han acabado (¿nos acaban ellos o los acabamos nosotros?) La Ciencia y la Vida y Articuentos, de Sampedro, Fuster, y Lucas el primero y Millás el segundo. He disfrutado infinitamente con su lectura. En el próximo escrito intentaré extraer algunos de los fragmentos gloriosos de estos libros, simplemente para plasmar una pequeña porción de las ideas que mi inútil memoria no me permite retener.