Hace unos días leí en Gurrión algo sobre el libro nombrado en el título. Una iniciativa de ROLDE consistente en apadrinar palabras aragonesas para fomentar su conservación y desarrollo.
Llevaba años creyendo apadrinar la palabra ENRONAR (ensuciar), pero ha resultado que al buscar el libro para recordar palabras y buscar la mía, encuentro que no aparezco, y que mi palabra la apadrina otro buen hombre. No tengo ni idea del porqué de este falso apadrinamiento. No aparecer allí es un poco decepcionante.
Ayer anduve por Huesca y fotografié mi escuela, facultad, o lo que sea ahora. Es mareante considerar todos los acontecimientos ocurridos desde que caminábamos por allí. Cada día tengo más claro que somos un personaje en manos de algún escritor bromista, o algo parecido.
También estuve en Ansó. Otras tantas sensaciones extrañas.
Y, por unas palabras pronunciadas por los amigos Carlos y Ana José, comenzaremos el curso leyendo la Senda del Drago, de José Luis Sampredro, y El Profesor, de F. McCourt. El segundo es atractivo por razones evidentes. El primero me intriga por el mero hecho de usar una palabra clave que me hubiera gustado mucho inventar a mí para designar tantas y tantas actuaciones horrorosas relacionadas con la naturaleza, o lo que es lo mismo, la vida: Tecnobárbaros. El año pasado los libros leídos al iniciar el curso fueron muy importantes. José, un Abuelo del Pirineo; Pirineo de Boj; Reverte; El Florido Pénsil; ...
He tenido también la tremenda suerte de cruzarme en mi camino con el grupo de música antigua Pneuma, e incluso de hablar desayunando con Arturo, uno de sus miembros. O, lo que es lo mismo, encontrarte con quien hablar se convierte en un placer, y además tiene una visión optimista de la vida. Si tienen la oportunidad de escucharles, espero que lo hagan. A mí me mantuvieron emocionado durante algo más de una hora.
Llevaba años creyendo apadrinar la palabra ENRONAR (ensuciar), pero ha resultado que al buscar el libro para recordar palabras y buscar la mía, encuentro que no aparezco, y que mi palabra la apadrina otro buen hombre. No tengo ni idea del porqué de este falso apadrinamiento. No aparecer allí es un poco decepcionante.
Ayer anduve por Huesca y fotografié mi escuela, facultad, o lo que sea ahora. Es mareante considerar todos los acontecimientos ocurridos desde que caminábamos por allí. Cada día tengo más claro que somos un personaje en manos de algún escritor bromista, o algo parecido.
También estuve en Ansó. Otras tantas sensaciones extrañas.
Y, por unas palabras pronunciadas por los amigos Carlos y Ana José, comenzaremos el curso leyendo la Senda del Drago, de José Luis Sampredro, y El Profesor, de F. McCourt. El segundo es atractivo por razones evidentes. El primero me intriga por el mero hecho de usar una palabra clave que me hubiera gustado mucho inventar a mí para designar tantas y tantas actuaciones horrorosas relacionadas con la naturaleza, o lo que es lo mismo, la vida: Tecnobárbaros. El año pasado los libros leídos al iniciar el curso fueron muy importantes. José, un Abuelo del Pirineo; Pirineo de Boj; Reverte; El Florido Pénsil; ...
He tenido también la tremenda suerte de cruzarme en mi camino con el grupo de música antigua Pneuma, e incluso de hablar desayunando con Arturo, uno de sus miembros. O, lo que es lo mismo, encontrarte con quien hablar se convierte en un placer, y además tiene una visión optimista de la vida. Si tienen la oportunidad de escucharles, espero que lo hagan. A mí me mantuvieron emocionado durante algo más de una hora.