Titánica lucha de contrarios, la mayor satisfacción posible con los niños y el más estupendo de los sentimientos de desconcierto y desasosiego ante las circunstancias que envuelven y matizan el paquete escolar.
Hace muy pocos días, quizá horas pues aún humean las heridas, gocé de la más doliente reunión con familias en mis años como inquilino de la escuela. Se han reavivado sentimientos de hace largo tiempo, emociones de novato en las que sufría con intensidad aún no amortiguada por la viejera. Tras recibir a la familia y exponer una situación de gravedad relacionada con el comportamiento del alumno, uno de los dos humanos se ha levantado y ha planteado si para esa estupidez había sido citado. Se ha marchado enojado y los restantes asistentes a la reunión hemos acabado semejante obra circense de forma ciertamente estrafalaria. Nunca había sido consciente de parecido desprecio y me he quedado sentado un rato, con los pasillos de la escuela solitarios y silenciosos, sin saber con certeza qué hacer, dónde ir.
No había previsto la posibilidad de que la familia no atribuyera la misma gravedad que yo a los hechos considerados. Estos parecían objetiva y trágicamente graves a los ojos de un ser viviente de características normales. He recibido un gran ejemplo práctico de cómo un hecho puede ser considerados de forma muy dispar según los ojos que lo miren, y cómo esta circunstancia añade un matiz de dificultad, de imposibilidad probablemente, a la comunicación con las familias y al tratamiento adecuado con los alumnos de muchos problemas. Qué cosas ocurren.
Ayer acudieron a la escuela las integrantes de un equipo de competición de gimnasia rítmica. Unos trescientos niños pudieron contemplar los ejercicios de conjunto e individuales. Fue un regalo impagable para los alumnos de cuarto que están en plena unidad relacionada con esta modalidad y también para los otros grupos que se encuentran desarrollando unidades cercanas a la expresión corporal. La escuela es un gran lugar siempre que proporciona a los niños experiencias valiosas y únicas. Los niños están hiperestimulados con información y experiencias sobre fútbol y deportes de equipo en general, pero son grandes desconocedores de disciplinas que nos acercan al mundo de la sensibilidad, del arte y de la estética. Por esto, poder recibir a estas gimnastas y disfrutar ante el espectáculo que se desplegaba ante nosotros es un tremendo lujo y, me parece, una experiencia de valor en la formación de los niños. Siempre que observamos este tipo de disciplinas nos vamos a casa con la expresión de asombro por la dificultad observada y el esfuerzo intuido pero, ante todo, con una sonrisa emocionada por la belleza del movimiento que nos fue mostrado. Agradecimiento profundo para ellas.
Acudo en busca de la melodía que surge cercana. Las notas musicales son cada día más apreciadas.