viernes, 25 de enero de 2008

LA PESADILLA DE DARWIN Y CUANDO LAS OVEJAS COMEN BOLSAS DEL EROSKI.


Hice hace varias semanas una especie de promesa personal por la que no volvería a escribir aquí sobre asuntos sociales, personales, etc., sino que me ceñiría a lo escolar, y, en concreto, intentaría abordar asuntos pedagógicos de la manera más aséptica posible, que me hago ya muy viejo y no estoy para algunos trotes. Para escribir sobre otros asuntos, dada mi necesidad de hacerlo, ya me proveí de otros medios. Pero en el discurrir de los días, las circunstancias que afectan al mundo me condicionan sustancialmente. Condicionan mi vida y, consecuentemente, las clases y la escuela.

Iré al grano, que por algo ésto se llama Palabras Sencillas: cada vez el mundo se me hace más difícil. Con las lecturas, las noticias, las reflexiones, crece mi percepción de estar viviendo una vida llena de mentiras, crueldades, hipocresía, y …abusos. Y lo que es peor, de apenas decir o hacer cosa alguna y colaborar así con el mantenimiento de tal entramado.

Documental: la Pesadilla de Darwin. Tanzania, Lago Victoria. Habitantes en la miseria más profunda. Niños callejeros, niños amputados, familias con unos dólares para todo el mes, niños moribundos u objeto de abusos en las calles, la prostitución como uno de los mejores trabajos posibles (diez dólares por agradar al piloto ruso que corresponda). Floreciente negocio del pescado: Percas del Nilo introducidas ilegalmente en el lago están aniquilando la fauna autóctona, pero permiten un rico comercio con occidente, que las propias empresas occidentales y los caciques del lugar no desprecian. Mientras esa industria da de comer a dos millones de europeos cada día (ya saben, esos papás y niños que van apartando la piel, ese trozo no me gusta, y tiro el resto porque no tengo ya hambre), en el lugar guardan las cabezas y las raspas, que son secadas mientras miles de insectos ponen allí sus huevos, y el gas amoniacal que se genera envenena a los agradecidos trabajadores (por tener trabajo, claro), posteriormente asadas, y finalmente vendidas para constituir la base de la alimentación de los habitantes.

Mientras los empresarios se reúnen para dar un impulso a la rentabilidad del negocio, y ordeñarlo hasta que no quede gota, unos niños encuentran un puñado de arroz y lo cuecen en la calle. Acuden muchos más. Tras la indecisión sobre cómo repartirlo entre veinte comensales, uno agarra un puñado y el resto le siguen atropelladamente. Los más listos y fuertes comen un par de puñados, otros simplemente se queman las manos, otros reciben una paliza por su osadía. Ese día irán a la cama (no hay cama, claro) sin cenar. Y sin chuches.

También hoy, en Afganistán (creo que era Afganistán), un periodista ha sido condenado a muerte (he dicho a muerte, ¿no?), por contravenir preceptos del Corán en algunos artículos. Juicio a puerta cerrada y santas coránicas pascuas.

Y mis preguntas: ¿para qué estoy en la escuela?, ¿no es sino para educar a personas que continúen nuestro febril sistema de explotación del planeta y de sus habitantes desgraciados?. ¿No somos facilitadores de una estructura que seguirá tirando cincuenta kilos de magníficas albóndigas cada día en cada comedor escolar (ya hemos comentado aquí que el departamento de sanidad obliga a tirar los excedentes), exhibiendo escaparates con bolsos de 2100 euros, creando faraónicos proyectos de ocio y consumo, haciendo uso de productos que suponen la ruina de países pobres y la explotación de sus trabajadores?.

Nuestros niños ven cada tarde las telenovelas, se educan a diario con los principios del Diario de Patricia, las enseñanzas del programa El Buscador, juegan con su Wii, Nintendos, y tiran los viejos juguetes comprados el mes pasado. Los adultos, a su vez, hacemos del deporte, el trabajo, el programa de tv, las compras, la cena de nochevieja, nuestros grandes problemas del día.

Tengo un gran lío en la cabeza, y creo haberme expresado con absoluto desorden, pero, finalmente, me siento mal: creo que vivo en una injusticia tan desmesurada, tan grande, que apenas la vislumbramos.

¿Qué les parece todo esto?, ¿todo lo escrito se puede interpretar y analizar simplemente como fruto de un pesimista?.

Y en Jaca las ovejas se mueren porque se comen las bolsas de plástico que las personas tiran al salir del Eroski.