El presidente del Banco Central Europeo dice que estamos en la crisis más dramática desde la Primera Guerra Mundial. Yo creo que la auténtica crisis de nuestro tiempo es la espiritual. Vivimos en la absoluta opulencia, al margen de los desheredados del planeta, de las guerras, de las tragedias, de la terrorífica pérdida de biodiversidad, y estamos preocupados por las caídas de la bolsa, por la desaceleración del crecimiento, por la disminución del beneficio, por no poder tener más y más comodidades, artilugios, viajes y lujos. Decimos que esto es una crisis dramática. Cada minuto la radio me informa del Íbex, el Dow Jones y el Nasdaq, y poco me dice de las estrellas, el sentido de la vida, la deforestación, las especies en riesgo crítico de extinción o las personas que cada día entregan su esfuerzo para ayudar a otras.
El Gobierno me rebajará el cinco por ciento de mi sueldo a partir de no sé cuándo. Me parece estupendo. Llevo tiempo regalando a la administración dinero al trabajar más horas de las obligatorias cada día para poder cumplir con mínima dignidad mi compromiso con los niños. Sesenta o setenta euros tampoco supondrán nada. Sólo hay un pequeño pero, y es que me exasperan las ayudas a bancos y construcción para que finalmente tengan que pagar estas migajas unos cuantos que poco han tenido que ver con las causas del problema. ¿En empresariales y económicas no estudian que cuando casi todos tienen tres o cuatro casas y el país está encementado ha de llegar el momento en que la construcción no pueda seguir su infame ritmo? Como les digo, ahí tienen mi cinco por ciento para que los encapuchados puedan seguir sus faenas destructivas. Y si necesitan más, que lo pidan.
Este lunes o martes se hará realidad en alguna medida mi salto fuera de este circo planetario que no comprendo. Busco el silencio y la oscuridad. Sólo quedará ya que el salto sea compartido.
Que tengan buen fin de semana. Me Voy a dormir al monte para fotografiar hormigas y escarabajos.