domingo, 27 de mayo de 2007

POPURRÍ ESCOLAR.

Ya está. Decisión tomada para el concurso de traslados a realizar en unos pocos meses. He rellenado varias botellas que serán lanzadas al mar con la esperanza de que, al menos una, llegue a buen puerto. Los criterios para redactar las notas de las botellas han sido variados, pero todos meditados y de noble naturaleza: amor a la novia, amor a la familia, amor a la naturaleza, o deseo de estar cerca de algunos grandes maestros de los que aprender. Puede haber grandes sorpresas. Al agua, ya está.

Me hace gran ilusión mantener contacto con mis alumnos, porque lo serán siempre. Lo hago con algunos a los que simplemente ayude hace ya cinco años a esconder algún trozo de comida en el comedor del Doctor Azúa (esa complicidad que molestaba a algunas mujerzuelas maliciosas). Y lo hago también, claro, con los siguientes alumnos. Envié a Raúl, un gran alumno ansotano, hace poco un cd con cantos de aves que yo tenía por participar en un programa de censos. Él me contesta agradeciéndomelo, contándome algunas peripecias propias de la profusa en anécdotas vida de un niño de once años, y me envía un foto de una abubilla que consiguió captar hace unos días en la tierra donde debí nacer. Me ha hecho tal ilusión que inmediatamente la he colocado aquí para que algunos ornitólogos y amantes de la naturaleza sepan de este niño, ya capaz de admirar, captar, mirar, los pequeños milagros que nos rodean.

También en clave navegante, esta semana los niños de mi clase visitaron el blog de Ricardo, el amable amigo que nos visitó y nos ayudo a descubrir algunas cosas de nuestro entorno. Como nos gustaron algunos de sus artículos, los niños insistieron en dejarle un comentario, que también podéis ver aquí.

Y hablando de blogs, Pablo, mi desagradecido hermano, ha invitado a colaborar en su espacio a algunas personas, obviando completamente cualquier aportación que yo pudiera hacerle. Cría cuervos…

El martes, a las 9:25, hacia la escuela, coincido con un niño y su madre. Hola, ¿qué tal?. José Luis, ayer vimos una máquina con una pala para arrancar árboles. Eso está mal y es triste porque los árboles son importantes para arreglar el cambio climático. La madre ya mira con cara rara al niño y con perplejidad al maestro. Y José Luis, también vimos unas cagarrutas en el campo, cerca de nuestro campamento. Pero no eran de nutria, porque no olían a pescado. La madre mira esta vez perpleja al niño, y atónita al maestro, mientras suspira ay Dios mío. El maestro mira para otro lado.

En clase cada niño plantó el viernes una semilla elegida entre un montón que conseguimos reunir: tomates, calabaza, girasoles, caléndulas, azulejos, …; hastiado de la limitación en el gasto escolar y de algunas malas caras, asumo la compra de asuntos como la tierra, las macetas, algunos dvd’s o libros. Además, nos sorprendemos cada día con el crecimiento de nuestro pequeño pino piñonero, con la capacidad reproductiva de algunas suculentas, o con la sobriedad vital de la uña de gato. Ya lo dijo María, la abuela que nos mostró el Museo Etnográfico Lo Masmut (vayan a verlo), mientras miraba una de estas plantas en la entrada, sobre una roca: “mi madre ya me decía que las personas son como las plantas: unas tienen todo y apenas les da para vivir, mientras que otras, como esta uña de gato, son capaces de aferrarse a la vida en el suelo más estéril imaginado”.

Otro niño de segundo ha concluido En el Reino de la Fantasía, un libro enorme que comenzó tras observar la lectura de su hermano mayor. Le ha costado varios meses, porque, además, consultaba en el diccionario cada palabra no comprendida. El viernes lo llevó a clase, lo mostró, explicó, y lo recomendó a los compañeros. Además, les indicó que la biblioteca alberga otros libritos más flacos y asequibles con las aventuras del ratón Gerónimo Stilton, y se ofreció voluntario para acompañarles y mostrárselos. Este niño es ya un maravilloso lector.

También hace poco se discutió por estos lares la conveniencia del CRIET. Se argumentaban, por una parte, lo apuros de los tutores para cumplir el programa curricular, y se abogaba por incluir en esas semanas de CRIET contenidos ordinarios de cada asignatura para compensar ese agobio posterior. O reducir el tiempo de estancia: dos semanas en vez de tres, …; por otra parte, otros aducían que la estancia en el CRIET suponía un momento único del curso, quizá lo más valioso pedagógicamente hablando, y que bienvenido el apuro curricular mientras la causa sean esas tres semanas de …vida. No hubo gran acuerdo, motivado, creo, porque las posturas surgían de unas concepciones educativas totalmente opuestas.

La exposición Escuelas. El Tiempo Detenido, ya es navegable, ofreciendo y asegurando una singladura plácida, en calma, y con viento totalmente favorable.