El cansancio y la falta de tiempo no dejan demasiado hueco a la creatividad, así que me repetiré: las penurias del maestro se compensan desmesuradamente cuando una semana, cinco meses después de haber marchado, llegan tres cartas de Peñarroya con las voces de niños que envían palabras dulces y llenas de cariño. Todas significan una enorme ilusión cuando las descubro en el buzón, pero reconoceré que me tocan especialmente los sentimientos las de los niños de primero: palabras sencillas y especiales como sólo un niño de seis años puede escribir:
Hola José Luis ¿cómo estás?. Laura y María bien. ¿Nos haces un favor?: ¿puedes volver al cole al otro año?.
Por favor, ¿nos puedes dar tu número de teléfono?.
El de Laura es: 978…; el de María es: 978…
Te queremos mucho, María, Laura y María.
Hola José Luis ¿cómo estás?. Laura y María bien. ¿Nos haces un favor?: ¿puedes volver al cole al otro año?.
Por favor, ¿nos puedes dar tu número de teléfono?.
El de Laura es: 978…; el de María es: 978…
Te queremos mucho, María, Laura y María.