sábado, 31 de diciembre de 2011

LAS AFUERAS (DE LA IRREALIDAD)

Mientras veía el amasijo de edificios desde lejos, bañado por un rumor oceánico e incandescente, pensaba que quizá lo mejor de una ciudad sean sus afueras. Precisamente esas que te permiten salirte antes de ser devorado por sus agitadas prisas, ruidos, olores y neones.

Las afueras, si son de buena calidad, permiten salirte de la cacerola en apenas cinco minutos. En trescientos segundos estás en lo alto de una loma agradeciendo tu fortuna por haber conseguido escapar con vida durante unos instantes, al menos.

Si además haces uso de las afueras durante la noche aún es mejor, pues las tinieblas acrecientan la sensación de haber pasado a otro mundo. Un trocico de luna y el reflejo de las millones de luces que pretenden deshacer la noche permiten percibir el entorno de una forma razonable. Incluso el camino, de yesos muy claros en medio de matorrales oscuros, parece guiarte hacia algún lugar. Y en esa irrealidad, con la ciudad latiendo frenética a un lado y la oscuridad llamándote hacia el otro, sigues el camino como si una especie de pulsión irracional te empujara a hacerlo.

Hay que tener un poco de cuidado con el corazón, pues late quince o veinte veces más cada minuto para mantenerte preparado por si un tigre o un oso intentara comerte. El pobre no sabe que tales bellezas han sido ya aniquiladas y que lo más peligroso con lo que puedes cruzarte es con otro de tu especie, que, por otra parte, a esas horas da más miedo que un jabalí.

Debo parar, pues hay que tomar las uvas y esos otros asuntos. Ahora estoy en la otra parte de la realidad, que no sé si es la buena o no. En cualquier caso es mucho menos divertida.

Que tengan buen día.

martes, 27 de diciembre de 2011

PAJARICOS Y MONOPOLY.

No me digan que han visto hoy algo más bonito...

El sábado, temprano por si hubiera dios y quisiera ayudar, estaba escondido en el monte. La situación era perfecta por su sencillez, pero aún así la mente no dejaba de lanzar ideas que aparecían y desaparecían jugueteando entre los primeros rayos solares del día.

Pensaba en buena parte de lo visto y leído el día anterior sobre la crisis. Apartando el enrevesado lenguaje económico y las opiniones interesadas de unos y otros, consideré que el denominador común en las opiniones de todos era claro: codicia y egoísmo. También llamado “el mal de querer siempre más aunque ya se tenga mucho”. Allí estaba agazapado pensando en la pena de no ser capaces de plantarnos y considerar que, llegados a un punto, ya no necesitamos nada más para tener una gran vida. Una gran vida que, por otra parte, no sabemos qué demonios significa. Podría añadirse que querer más siempre significa para otros tener menos cuando ya se tiene muy poco.

Uno de los seres más felices que conozco, entre los vivos e incluso los inertes, es mi amigo el perro Tastavín. Y es un gran ejemplo, pues basa tamaña felicidad en cuestiones como la comida, el descanso, la actividad física y mental diaria, subir una gran montaña y contemplar un estupendo atardecer y, por supuesto, el cariño y las caricias que todos los seres vivos precisamos, ya seamos anélidos o antropomorfos.

Todo es cuestión de filosofía, por eso creo que debería impartirse en las escuelas desde infantil. Dentro de unos días propondré a los alumnos más mayores una charla muy oportuna sobre las drogas y en el documento que estoy elaborando trato fundamentalmente sobre filosofía. Incluso sobre el milagro que representa estar vivos y la obligación consiguiente de aprovechar tal estado viviente. Ya les contaré más adelante. Todo es lo mismo. Bertrand Russel introduce su autobiografía con una impactante e inquietante pregunta: “Para qué he vivido”. Quizá la mera costumbre de repetirnos esta pregunta con frecuencia daría solución a una buena cantidad de problemas.

Mientras todos estos asuntos codificados en cargas eléctricas atravesaban los supuestamente reales canales neuronales que hay dentro de mi cabeza, sonó un “Chhhrrrrrrr…”, o algo similar, al que no estaba acostumbrado. En un instante apareció el magnífico ejemplar con el que ilustro esta entrada. Antes de pedirle permiso para retratarlo, volví a considerar todo lo anterior y tuve claro que el mundo adquiere sentido cuando delante de tus ojos aparece, y eres capaz de apreciar, un ser de semejante belleza. Lo demás, por mucho que algunos se empeñen en dotarlo de seriedad y grandilocuencia, simplemente es la versión adulta y cruel del monopoly, donde se muestra la cara terrible del ser humano que está generando tanta pobreza, destrucción y sufrimiento en nuestro planeta.

miércoles, 21 de diciembre de 2011

APENAS ES MIÉRCOLES.


Sobre hoy apenas puedo contar que ha sido miércoles. Ha sido un muy mal día en la escuela. Después de borrar tres veces lo escrito, me conformo con dos referencias a la maestra Palmira Pla:

“¿Qué sentido tiene la vida si no trabajas por mejorar el mundo en el que vives?"

“El verdadero valor de la escuela reside en la educación de la responsabilidad”

El día veinticuatro, si las crisis y los langostinos se lo permiten (a ustedes, se entiende, no a la Luna, que es ajena a las agencias de calificación), podrán disfrutar de la última luna nueva del año. El cielo estrellado infinito. La precisión astronómica contrasta con el absoluto desorden humano.

sábado, 17 de diciembre de 2011

IMPROVISACIÓN DE MEDIA TARDE.

Después de tratar cada contenido de conocimiento del medio, los niños se agrupan para realizar algún tipo de trabajo colectivo, que en este caso consistía en un análisis del parque natural en el que nuestro pueblo se integra. Los alumnos debían buscar información y confeccionar un mural con lo más relevante sobre fauna, flora, recorridos, mapas, normas de gestión , etc. Completamos el proceso realizando una exposición a cada una de las restantes clases de la escuela.

Cuando el primer grupo finalizó su comunicación y subíamos a la siguiente aula, un niño dijo a otro: “eh, Samuel, ha habido una parte en la que has improvisado”. Así había sido durante unos buenos segundos en los que no recordaba qué tenía que decir y realizó una de sus primeras divagaciones orales, esas que después, versión oral o interior, van conformando la vida adulta.

La cuestión es que el primer niño decía lo de la improvisación justo al tiempo en que yo abría la puerta de la segunda clase y, súbitamente, tuve la sensación de que la vida entera era una improvisación. Sentí que improvisaba al girar la manivela y que debería improvisar cuando los dieciséis ojos que me aguardaban al otro lado de la puerta se dirigieran hacia nosotros esperando la explicación de nuestra visita.

Y así, mientras improvisaba las palabras para los dieciséis ojos y sus cuerpos, pensaba que cada día es la primera vez que vivimos ese día, que cuando ya estamos bien preparados para vivir un instante, el instante ya se ha ido. Finalmente, pensé que cuando mejor podré afrontar la vida, cuando ya la haya practicado al menos una vez, justo en ese instante estaré muerto por primera vez. Sólo nos queda improvisar y dar las gracias a Millás por sus Articuentos.

lunes, 12 de diciembre de 2011

LEJANAMENTE REAL.

Perro mira la Luna y duda que sea la misma de otros lugares

Hace cinco días preparé la mochila con un poco de comida y ropa y me dirigí hacia el monte.

Comencé ligero, pues el atardecer llegaría a una de las horas más tempranas del año. Conforme ascendía los ritmos se iban acompasando: el latir del corazón, la respiración, la disminución de luz, la sucesión de paisajes (bosques, prados, canchales…), las sensaciones visuales que la altura ganada ofrecía, …todos los elementos se acompasaban y se entremezclaban formando una sustancia mental pastosa e intensa. Y necesaria. Estas semanas ando buscando argumentos que incluso no existen y creo que esta narración es uno de ellos.

Justo cuando la luz entraba en el tiempo mágico entre la claridad y la oscuridad llegué a mi destino. El crepitar de la nieve bajo los pies era el único obstáculo para el silencio inmenso entre moles colosales de piedra. Ya sólo quedaba preparar un poco de comida y disfrutar de una noche en la que entre la nariz y las estrellas únicamente mediaban la atmósfera y un pedazo de Universo. Sin techos, molduras, ni lámparas de araña. La noche fue fría y clara, por lo que el pausado y circular baile de las estrellas resultó magnífico. Las manos no reunieron el calor ni el coraje necesario para intentar captar esta danza.

Una vez concluida la noche, quedaba captar otro puñado de emociones en el amanecer, abrir los ojos y contemplarse uno mismo en medio de un paisaje extraño, ajeno y propio a la vez. Y tras algunas vueltas, bajar y volver a la vida que cada día me resulta más difícil considerar real.

En un punto de las alturas, abarcando una gran amplitud visual, estuve un buen rato intentando entender qué hacía allí. Mi vista alcanzaba grandes cumbres, pero también valles con pueblos donde la vida comenzaba un nuevo día. Miles de historias en cada ángulo de visión.

En unas pocas horas cogería mis papeles y caminaría un centenar de pasos para abrir la puerta de la escuela a los niños. Hablaríamos de poesía, de videoconferencias con los niños del CEE Jean Piaget, y practicaríamos unos finales de ajedrez. También observaríamos unos vídeos de mimo e intentaríamos hacer cosas parecidas con nuestro cuerpo.

martes, 29 de noviembre de 2011

POESÍA, GUSANOS, SILENCIOS.

La vida sucede ajena a fracasos y éxitos.

En la última parte de este trimestre los grupos de alumnos más mayores están realizando un trabajo de interpretación a través del movimiento de algunas poesías. Por esta razón llevo varias semanas rodeado de libros de poesía y tengo a mano el que les mostraré a continuación. Quizá comparta con Baudelaire cierto sentimiento de desafio ante la adversidad.

Hoy he comido rápidamente y, junto con mi compañero filósofo y perro, he acudido al bosque cercano para leer estos y otros versos entre musgos, silencios y pinos colosales.

EL MUERTO ALEGRE.

En una tierra crasa llena de caracoles
quiero cavar yo mismo una fosa profunda,
donde a mi gusto pueda meter mis viejos huesos
durmiendo en el olvido como escualo en la onda.

Odio los testamentos y odio las sepulturas;
antes que suplicar una lágrima al mundo,
viviente, yo prefiero invitar a los cuervos
a sangrar los salientes de mi inmunda carcasa.

!Vermes! Negros amigos sin orejas ni ojos,
ved que llega a vosotros un muerto alegre y libre;
!libertinos filósofos, hijos de lo podrido,

a través de mi ruina id pues sin que os remuerda,
y decidme si aún hay tortura para este
viejo cuerpo sin alma y entre los muertos muerto!

miércoles, 16 de noviembre de 2011

SOBRE SEMIDIOSES PEDAGÓGICOS. PERMÍTANME HOY AGRADECER.

Hoy es un gran día. En primer lugar saludaré a la secretaria de mi centro de trabajo, pues parece que furtivamente se acerca por aquí alguna vez. Puedes ver, según lo escrito, que soy persona de buenas intenciones, aunque hable demasiado en los claustros.

Hace dos días los niños concluyeron las cartas que enviaremos al CEE Jean Piaget para continuar nuestro contacto. En estas cartas hablaban de sus familias, de sus aficiones, sobre el verano, y también sobre la escuela. En este punto me quedé muy sorprendido cuando todos los niños que escribían sobre asignaturas favoritas se referían a lengua.

Hoy Mariano Coronas visitaba nuestro centro para ofrecernos una charla sobre las palabras, los libros, las ideas, y la vida. La lengua es la asignatura favorita de mis alumnos porque yo tengo la suerte de conocer a Mariano Coronas. Así de sencillo.

Me acuerdo que hace unas semanas te leía sobre el día que comenzaste a trabajar en un nuevo centro, cuando te presentaron ante los padres como el maestro de los métodos nuevos. Da para pensar un rato que, más de treinta años después, sigas siendo el maestro innovador que intenta sacarnos de posiciones inmovilistas, acomodadas y ajenas al sentido común.

Muchas gracias por el ejemplo constante. En el maestro que soy hoy mismo, hay un porcentaje muy grande de ti.

miércoles, 9 de noviembre de 2011

¿PARA QUÉ SIRVE EL ESFUERZO?

Hace unos instantes estaba en el suelo con el perro Tastavín. Estábamos a oscuras comentando las peripecias de los últimos días, que no son pocas, y, sobre todo, tratando acerca de lo que está por venir. Él, como digo, es un perro, por lo que aporta un punto de vista extraordinariamente sencillo de la vida. Yo no sé en qué momento de la evolución los humanos dejamos de desear la misma vida sencilla que un perro, pero la realidad indica que así ocurrió y con ello hay que apañarse.

Hoy deseo escribir sobre el esfuerzo.

Hasta el curso pasado nunca había planteado contenidos con una importante exigencia agonística. Pensaba que los beneficios eran pocos y grande el rechazo generado en los alumnos en el presente y para el futuro. Este trimestre he realizado la primera aproximación a la carrera de larga duración y estoy muy sorprendido.

El objetivo de trabajo consistía en conseguir completar cada día el tiempo de carrera previsto ajustando las condiciones personales hasta encontrar el ritmo correcto. Dosificar, en resumen. Así, el reto final consistía en ser capaz de correr veinticinco minutos de forma ininterrumpida.

Uno de los aspectos más bonitos de este trabajo radica en la cantidad enorme de elementos relacionados que se pueden abordar en clase, como alimentación, implicaciones del ejercicio en la salud, indicadores del esfuerzo, y la curiosa palabra: esfuerzo. En distintas ocasiones los alumnos han preguntado sobre qué sentido tiene correr, qué sentido dar a mantener la fatiga cuando tu cuerpo te pide parar y descansar, lo que ha dado lugar a un interesante intercambio de ideas cercano a lo filosófico. Las respuestas se han referido a la superación personal, al afán de mejora, al conocimiento de uno mismo, a sentirse vivo, o a la serenidad y alegría que se alcanza cuando hacemos cualquier tipo de esfuerzo y finalmente miramos atrás observando lo conseguido.

En buena medida, cuando hace unos días los niños corrían para completar el tiempo, sencillamente estaban haciendo eso: buscar el esfuerzo para demostrarse a sí mismos que eran capaces de superarlo. Para cerrar la unidad he propuesto a los alumnos quedar un día a la salida de las clases e intentar realizar corriendo el itinerario que ellos decidan y que represente un reto importante. Han aceptado con interés y creo que mañana todos ellos acudirán a la cita.

Tengo el nítido recuerdo de una mañana, hace seis años, cuando intentaba expresar a mis alumnos al principio de la clase la sensación tan maravillosa de plenitud que había experimentado el día anterior cuando, en un radiante día primaveral, atravesaba sobre la bici el entorno del Monasterio de San Juan de la Peña. Hace unos días les hablé de una sensación parecida recién disfrutada. Creo que los alumnos, especialmente los más mayores, tienen la capacidad de vivir algunas emociones de forma similar, y ahí aparece un filón inagotable de trabajo que conecta con elementos trascendentes: esfuerzo, comunicación, sensibilidad, seriedad, reflexión, …tenemos la suerte de vivir una vida maravillosa, llena de estímulos que nos dejan con la boca abierta, con el corazón y los sentidos galopando. Hay que acercar a los niños hasta ellos.

jueves, 3 de noviembre de 2011

HOY ERA SOBRE UN GRAN LIBRO DE J. GOULD, PERO...

Acabo de leer algunos artículos sobre el nuevo orden mundial y sobre los indicadores que señalan nuestra época como un momento de claro cambio histórico. También he leído una reseña sobre un reciente libro en el que se analiza la evolución tecnológica y la posibilidad de implantar nuestra conciencia en dispositivos digitales. Estoy abrumado y desconcertado.

Hace un año, o quizá más, les escribía por primera vez sobre los banqueros que juegan durante un rato a ser buenos. Se quitan el antifaz, dejan el saco, etc., y hacen creer que desean el bien mundial. O quizá simplemente sea un truco para lanzarse sobre los confiados y arrancarles el corazón con unas tenazas. En cualquier caso, como decía, ayer llegó al claustro la campaña del banco BBVA sobre educación en valores (valores del futuro, lo llaman). No sé si añadir algo más. Creo que el simple envío del paquete a los centros escolares es hiriente y ofensivo, y ofrece un apunte sobre la situación que vive la escuela. Es una muestra clara de que, por grande que sea el disparate, todo es posible en este momento. El BBVA formando los valores de los niños. ¿Asusta o no?

Les muestro algunas perlas:

El programa es “una respuesta educativa global para niños de primaria y de la ESO (6-14 años). Su objetivo es fortalecer la educación en competencias y valores asociados al uso del dinero, como la responsabilidad, la prudencia, el ahorro, el esfuerzo y la solidaridad.”

“Es una iniciativa de BBVA con el fin de promover competencias y valores asociados al uso del dinero (el esfuerzo, la solidaridad, el ahorro…) mediante talleres participativos que fomentan la reflexión y el diálogo en el aula.”

“El Programa Valores de futuro desarrolla la educación en valores y competencias asociados al uso responsable del dinero necesarios para formar ciudadanos con sólidas bases éticas.”

Y paro ya. El año próximo volveré a dar cuenta de este regalo pedagógico (si circunstancias como la vida aún me acompañan, claro) Hala, docentes del mundo, a participar. Yo lo haré cuando encuentre el capítulo en el que explican a los niños cómo ganar 3143 millones de euros en los primeros nueve meses del año sin pisar al prójimo.

viernes, 28 de octubre de 2011

INVEROSIMILIDADES Y ACCIONES PEDAGÓGICAS CLANDESTINAS.

Mientras tanto la vida avanza, como un susurro, pero avanza. Y no sé si está en el sendero adornado de hojas doradas y rojas de haya, arce y álamo, en la escuela, en mi cabeza, en la ciudad, o en la lluvia fina que afortunadamente nos va calando poco a poco.

Por no sé bien qué desajuste cerebro-temporal, en el horario semanal se han juntado dos horas de conocimiento del medio en el mismo día, así que una de ellas estará dedicada a la ciencia y los experimentos. Todos contentos (será una actividad pedagógica clandestina sin criterios de calificación, sin objetivos expresados en distintos niveles de concreción, ni basura curricular semejante)

Hemos comenzado un poco apresuradamente, pero la Gallina que se creía Azor nos regaló el año pasado unas bolsas llenas de egagrópilas de lechuza que han servido a la perfección para dar contenido a la primera actividad.

Una vez salvados los escrúpulos iniciales (los niños de pueblo ya no son lo que eran; supongo que esta actividad deberé descartarla cuando el demonio me castigue con un trabajo en la ciudad), nos hemos puesto a escarbar entre las bolas de pelo de roedores variados para ir acumulando una pequeña montaña de huesecillos que parecían fruto de un ritual caníbal en miniatura. Posteriormente los hemos observado e identificando con la ayuda de un póster de un esqueleto humano (¡los carniceros ya saben desde la prehistoria que somos iguales que los corderos y las vacas!; de igual modo, con los topillos y las ratas) Estoy casi seguro que la lechuza que las regurgitó no imaginó que darían lugar a tal cantidad de aprendizajes sobre articulaciones, ligamentos, huesos e incluso ortografía. Si un inspector educativo encuentra a la lechuza seguro que le obliga a redactar objetivos pedagógicos e incluso a leer el currículum.

Los huesos (mandíbulas, cráneos, fémures, tibias y peronés, vértebras, costillas, molares, ...) han quedado recogidos en una ficha que se ha ido a casa para compartir y contar lo realizado.

Para terminar la clase también ha habido una reflexión pseudofilosófica sin justificación curricular: hace unos meses esos huesos estaban integrados en el cuerpo de un animal con vida; una lechuza, con finos sentidos nocturnos, se lanzó desde una rama de, quizá, un pino, le clavó las garras en las entrañas y comenzó a comer mientras el topillo se despedía del mundo de los vivos; la lechuza hizo la digestión mientras dormitaba y soñaba con explosiones demográficas de roedores y con una lechuza hembra de inmaculado plumaje blanco, y acabó expulsando la egagrópila que mi buen hermano recogió y escondió en casa de la vista de su madre; casualmente nos la trajo a la escuela en una bolsa hace cinco meses y, finalmente, hoy un grupo de siete niños con su maestro han abierto esa bolsa para desmenuzar la mezcla de pelo y huesecillos; en este instante el maestro escribe sobre esos huesos que hace unos meses, al principio de este párrafo, corrían dentro de un ratón o un topillo aún vivo. Digan o piensen lo que quieran, pero todo es absolutamente extraño e inverosímil.

Y que tengan buen fin de semana.

miércoles, 19 de octubre de 2011

DESCOSIFICANDO.

Niño ajeno a los criterios de evaluación, de calificación, de promoción, ajeno a la contribución de las distintas áreas en el desarrollo de las competencias básicas y ajeno a la burocracia general. Por eso sonríe.

Los miércoles son los días, desde que trabajo como maestro, en los que suelo tener ganas de dejar de ser maestro. Primero fueron las clases donde las queridas monjas me ponían frente a treinta zagales de tercero de ESO llenos de hormonas y jaleo mental para dar lengua castellana (ahora me pregunto qué demonios haría mientras su profesora de dicha materia). Y en los últimos años son los días en los que se suelen celebrar los claustros y reuniones generales y, por tanto, el momento en el que vivo la agonía del trabajo burocrático, estéril, absurdo, que nos caracteriza como gremio. La administración acribilla a los maestros con tareas de redacción de elementos teóricos y curriculares que no se aplican en la realidad jamás y que, por otra parte, resultan muy difíciles de realizar con rigor desde nuestra situación (sin formación específica, sin tiempo para la revisión bibliogáfica, la reflexión necesaria, …). Alguien comentaba hoy el modelo francés donde, en esencia, la administración aporta a los maestros los elementos curriculares básicos para el desempeño diario: criterios de evaluación, contenidos mínimos para la promoción de curso, etc. Aquí los maestros reciben los encargos más variados, con la sensación nítida de que los documentos elaborados simplemente servirán para presentar a un inspector y que este, a su vez, lo presente a su jefe. Así sucesivamente hasta el infinito.

A mí me gusta pensar que mi formación me permite tomar decisiones, que no necesito justificar por escrito con mil criterios de evaluación, promoción, calificación y clasificación cada acción de realizo en la escuela. Quizá sea una licencia para la que no estoy capacitado ni tengo el permiso, pero realmente me da igual. Será la parte negra de mi currículum profesional. Prefiero apartarme del camino que marca la burocracia absurda y dedicar mi esfuerzo e ilusión a pasear por el monte con los niños, a plantar nogales, arces o robles para verlos germinar el próximo año, o a leer con ellos en voz alta un buen libro lleno de emociones y complicidades. La realidad es maravillosa y compleja y escapa con facilidad pasmosa de la ridícula burocracia. En educación parece que no se sabe hacia dónde nos dirigimos, pero, como precaución o justificación, vamos rellenando por el camino todos los papeles posibles.

Recuerdo de mis años universitarios, allá a lo lejos, cuando amigos de otros estudios se reían de nuestros trabajos, siempre enredados en redactar objetivos, contenidos, criterios de esto y lo otro, metodologías, ..., entre los que costaba trabajo encontrar finalmente el contenido real. Ningún gremio se enreda tanto en los preliminares como nosotros.

Ayer leí al soberbio S. J. Gould sobre el concepto de cosificación, a propósito de Binet y de su escala en torno a la medición de la inteligencia. La cosificación se refiere al error consistente en atribuir existencia a algo que realmente no la tiene (con las actuaciones erróneas que de ello se derivan). Hoy pensaba que los maestros somos capaces de lo contrario: de descosificar, o de otro modo: marear de tal modo la realidad, fragmentarla en tantos pedazos y tantas veces, que finalmente conseguimos que deje de ser eso mismo, realidad.

Por otra parte, para concluir, hoy la ciencia médica ha dado un gran paso en la obtención de una vacuna eficaz contra la malaria. Es una noticia trascendental en la vida de muchas personas, casi todas habitantes de los países desgraciados. Desafortunadamente, ha tenido que luchar con las últimas noticias del fútbol y apenas ha sido difundida. Este podría ser otro buen motivo de indignación social. O quizá es que los miserables están demasiado lejos.

viernes, 14 de octubre de 2011

CIENTO VEINTIOCHO PALABRAS.

¿Qué ideas asentadas hoy harán enrojecer a las personas dentro de cien años pensando cómo pudimos mantener algo así?

Ayer encontré un corzo en apuros. Hoy he vuelto a verle y la vida había desaparecido de su cuerpo. A estas horas estará sirviendo a otros animales para mantener su vínculo con la existencia. Además de no comprenderla, me cuesta creer el funcionamiento de la vida.

¿Habrá vaquillas en las fiestas del Pilar del año dos mil doscientos quince?

¿Puede ser austero un desfile militar? ¿Para qué vuelan los helicópteros y los aviones lanzando colorines? ¿Para qué pasean los tanques por las calles? ¿Por qué no preguntan a la cabra si prefiere ramonear en una carrasca y luego echar la siesta al sol?

Buen fin de semana para todos.

miércoles, 12 de octubre de 2011

NEPAL E INDIA (II)

Una vez llegó el momento de viajar a India, tuve que llegar hasta la capital de Orissa, Bhubaneswar, y desde allí un viaje en coche de más de siete horas me acercó hasta la zona de Panchabati, donde la ONG india SMSS realiza algunos de sus proyectos. El camino fue memorable: una vez dejamos atrás la capital, tan caótica como cabía esperar, se fueron sucediendo poblados o asentamientos constituidos por casetas de comercio y vivienda. En cualquier punto del camino había gente, aunque fueran las dos de la mañana, hubiera absoluta oscuridad y la población más cercana estuviera a varias horas andando. Aquí comenzó una sensación que me acompañó cada día: las personas estaban en cualquier parte en actitud de esperar, de estar. Mis ojos estaban acostumbrados a ver personas que se dirigen según objetivos concretos, y allí no captaba esa finalidad. Simplemente estaban. Sentados, paseando o tumbados en el suelo, de día o de noche, la vida iba pasando.


Cuando llegué a mi destino, di uno de los mejores abrazos que soy capaz, y comenzó otra experiencia asombrosa. Acompañé a las personas de SMSS y a las dos voluntarias españolas durante varios días en su trabajo diario: medición de los niños en los poblados, entrega del complemento alimenticio, trabajo en el centro de salud, reuniones con las mujeres que participan en el proyecto de microcréditos, etc. Los habitantes vivían en casas construidas de cañas, barro y boñiga de vaca formando pequeños poblados de unas cuantas decenas de personas. Hasta donde pude conocer, la vida era absolutamente precaria: el sistema sanitario, educativo, de alimentación, …, dependían de la ayuda que la ONG les proporcionaba. En este tema hay aspectos que no comprendí: por ejemplo, apenas cultivaban el terreno, que les proporcionaría al menos la economía de subsistencia citada al tratar sobre Nepal. Creo que este hecho está causado porque no son dueños de las tierras, por lo que no pueden trabajarlas. Por tanto, la alimentación se basaba en un porcentaje elevadísimo en el arroz. Una acción del proyecto de salud consistía en llevar gallinas a los poblados para que los huevos aportaran las proteínas difícilmente adquiribles de otro modo.

Un inciso: cuando buscaba información, muchas personas hablaban de la seducción y el magnetismo de la espiritualidad hallada en India. Una espiritualidad que trascendía la pobreza y que hacía sentir un influjo especial de energía. Ni abarqué todo el país ni mi opinión es apenas representativa, pero en ningún caso capté esta espiritualidad. Sí que vi personas tremendamente pobres viviendo en situaciones tremendamente terribles. Y una actitud de resignación absoluta ante esas condiciones que les han tocado. No sé si esa resignación podrá confundirse con espiritualidad en algunos casos. O quizá esa resignación surja de la propia religión. Cuando en las ciudades has de sortear personas tiradas en el suelo en medio de una montaña de basura donde las ratas se mueven con soltura, es difícil captar un universo espiritual. Creo que lo espiritual necesita unos requisitos previos que difícilmente se encontraban: poder comer lo esencial, tener salud, poseer un lugar decente donde vivir.


Los días que acompañé en el trabajo por los poblados fueron magníficos. Los lugareños eran amables (y la sonrisa, en educación especial o en un poblado indio, es un gran regalo), les gustaba fotografiarse y existía una pequeña comunicación que salvaba el idioma y tantas otras cosas (además, la encargada del centro de salud ejercía de traductora del idioma oriya al inglés) Casi todos los niños lloraban muchísimo cuando comenzaba el ritual del pesado y las medidas. En algunos casos acudían niños enfermos cuyas familias no hacían mucho caso de las indicaciones sobre la fiebre o la posible malaria. En otro caso, los niños de una casta eran controlados en un lugar del pueblo y los de otra casta en el otro extremo, a unos cincuenta metros. El alcoholismo suponía un problema grave y frecuente en estos lugares.

Para tratar de paliar el problema de la mortandad en el nacimiento, especialmente preocupante en el caso de las niñas, el gobierno incentiva a las mujeres para que acudan a dar a luz a centros oficiales. A este respecto conocí una de las experiencias más impactantes: el nacimiento de una niña que ningún familiar quiso coger al comprobar su sexo. Como se estaba poniendo azul por hipotermia, una de las voluntarias tuvo que cogerla, taparla y abrazarla.


Por añadir algún otro problema, en la zona existe actividad terrorista. Hace unos años hubo unas revueltas sangrientas entre comunidades de cristianos e hinduistas, y en la actualidad se producen algunos secuestros, robos, etc.

Cuando ya nos despedíamos del estado y casi del país, pude conocer un orfanato que SMSS mantiene en la capital. Acudimos allí para recoger tejidos que algunas mujeres cosen y después son vendidos en España para colaborar en la financiación de los proyectos. Apenas estuve unos minutos. Eran las cinco o las seis de la mañana y bastantes niños ya estaban en pie. Unos barrían el patio y otros simplemente se asomaban a las puertas para observar a esas personas de un mundo tan diferente al suyo. Yo observé a todos los que pude y volví a pensar en mis alumnos.


Para concluir, añadiré un dato que guardo en la memoria desde hace unos meses: un estudio demográfico concluía que los mil doscientos millones de habitantes indios actuales podrían ser tres mil millones en el año dos mil treinta. Observados los problemas en los elementos más indispensables para la vida, como el agua (cuya contaminación provoca miles de muertes cada año), o los alimentos, es difícil imaginar una situación con más del doble de habitantes.

Son inabarcables los recuerdos y reflexiones que quedan en la memoria. Espero haber construido un escrito, ante todo, riguroso y respetuoso. Este relato intentaba aportar grises a los blancos y negros de un artículo anterior. Ahora que lo concluyo creo que no hay tonos medios. Blancos y negros muy negros. 

martes, 11 de octubre de 2011

NEPAL E INDIA (I)


En el anterior artículo y a través de un comentario, Animal de Fondo sugería una descripción más matizada de la experiencia india. A continuación lo intentaré. Como ha quedado muy largo, lo dividiré en dos partes.

Las primeras palabras han de ser para la mujer con la que camino en este asunto de la vida. Ella es la persona con mayor sensibilidad y bondad que hay en esta parte externa de la galaxia y ella fue la que decidió que debía hacer más en la ayuda de personas que lo necesitaban. Así surgió su colaboración con Amigos de Orissa. A partir de este punto lo único que hice fue escuchar sus relatos, acudir a buscarla y conocer en primera persona su trabajo y el discurrir de la vida en unos remotos poblados en el corazón de Orissa. Ella es la indicada para haber escrito estas palabras.

Hay otro elemento digno de comentar a priori: muchas sensaciones recogidas tienen que ver con la diferencia cultural (castas, papel de la mujer, etc.). Hay opiniones que exigen un respeto escrupuloso de esas diferencias culturales. Yo no sé qué pensar. Parece necesario evitar juicios de valor superficiales que parten de la consideración de nuestro sistema cultural como el de referencia, pero, por otra parte, hay experiencias que hacen tambalear cualquier disquisición cultural. ¿Existen un código moral que pueda aplicarse a cualquier cultura y situación? Propongo el mío, que al menos me permite valorar las situaciones más radicalmente extremas: si el uso cultural genera sufrimiento evitable (retomo el do they suffer? del otro día), no lo comprendo y no me gusta; no importa si hablamos de nuestros abuelos abandonados en geriátricos o de las mujeres indias abandonadas y desamparadas .


Antes de viajar, la labor de recoger información duró meses, y realmente fue muy contradictoria. La mayor parte de fuentes consideraban las rutas empleadas por el turismo de masas (en India: Delhi, Taj Mahal, Benarés, desierto de Rajasthan, etc.), por lo que no eran muy útiles. Además, resultaba muy chocante que los comentarios se dividían entre los que amaban perdidamente este país y los que lo detestaban y jamás se plantearían volver. No existía término medio.

Antes de entrar en India, estuve unas semanas en Nepal. Lo más asombroso, impactante a cada momento, fue la inimaginable capacidad de trabajo de las personas. Niños, adultos o ancianos podían ser observados en cualquier momento acarreando una pesadísima carga a sus espaldas. Ancianas con cuarenta kilos en su cesta trepando por un empedrado vertical fue una imagen habitual. También, aunque creo que esto es extensivo a Asia, existe un contraste radical entre las ciudades, donde reina el caos para los sentidos (ruido, olores, luces, …, siempre alcanzando la estridencia máxima), y las zonas rurales, en las que dominaba la sencillez: economías de subsistencia con sus cultivos y animales, familias unidas en torno a una vivienda, y mucho trabajo. Como ejemplo de la precariedad de medios, estos últimos acudían al médico cuando el asunto era realmente grave, y dependían de que alguien les bajara en larga caminata (horas) en una cesta de mimbre a la espalda. La alta cocina tampoco es conocida, ni se han dado cuenta aún de que comer es un placer y no una necesidad: arroz con lentejas y verduras es la comida diaria de cualquier nepalí.

El país depende en buena medida del turismo desde su popularización como ruta hippie y en la medida que su desmesurada orografía y naturaleza atraen amantes de las montañas, pero en los últimos años ha habido una caída muy importante de turistas, por lo que la parte de la población que depende del sector está especialmente apurada. A los ojos de un acomodado occidental, cualquier elemento (carreteras, estructura y funcionamiento urbano, higiene, alimentación, etc.) parecía mejorable, pero todos los turistas con los que cruzaba indicaban que, comparado con India, aquello era un paraíso de orden y tranquilidad.

Repaso el diario que escribí cada día y podría recordar mil pensamientos. Un día viajaba atenazado por el miedo sobre el techo de un autobús mientras los nepalíes estaban allí sentados relajadamente y el niño-cobrador (unos ocho o nueve años) entraba al interior o subía al techo con absoluta normalidad para regatear el precio del billete con el vehículo en marcha. Cada curva parecía la última, aquella en la que nos despeñaríamos unas buenas decenas de metros hasta acabar descoyuntados. Así íbamos cuando un camión venía de frente y un coche nos adelantaba. Salvado el choque, el coche derrapó y se cruzó delante del autobús; de él bajaron tres hombres jóvenes y bien vestidos. Se armó un revuelo tremendo, hicieron bajar al niño del techo, le amenazaron con pegarle y acabaron por obligarle a realizar diez flexiones en medio de la carretera. Al poco reanudamos la marcha.


El sistema de castas también es muy rígido, y conocí a algunas personas repudiadas por su familia por haber elegido esposas de castas inferiores. La religión (hinduismo y budismo, principalmente) también tiene una gran presencia en la vida diaria. Conocer el hinduismo es desconcertante, con sus miles de dioses y rituales. En esta materia, la diosa Kumari se lleva el premio “desconcierto al ateo occidental”: esta diosa viviente es elegida entre las niñas de una casta concreta (hijas de orfebres, si no recuerdo mal). Estas niñas tienen que tener unos rasgos concretos en la cara, un tamaño concreto de la frente, etc. Las que van pasando las pruebas acaban siendo encerradas en una sala llena de cabezas cortadas de búfalo y de hombres disfrazados de monstruos. Aquella que mantiene mejor la serenidad es nombrada diosa hasta que tenga lugar su primera menstruación. Esta niña deja a su familia y pasa a vivir en un palacio bajo la supervisión de un tutor. Determinados días y durante unos segundos se asoma a una de las ventanas del palacio para que los fieles que la esperan puedan verla. Tuve la suerte de poder contemplarla durante esos diez o quince segundos. Era una niña de ocho o nueve años, como cualquiera de las que hoy mismo he dado clase. Pero diosa.

Otras sensaciones son más personales y tienen que ver con el profundo sentimiento de grandiosidad al contemplar el pico de una montaña de ocho mil metros que aparece en un resquicio entre la nubes, o con el sentimiento de soledad cuando transcurren bastantes días sin ver ni oír a las personas queridas: “¿qué soy yo solo?” escribí en una nota el catorce de julio.

También me llamó la atención escuchar a nepalíes referirse a los indios de forma peyorativa en distintas ocasiones: como sucios o personas con poco respeto (siempre aludiendo a indios que realizaban turismo)

martes, 4 de octubre de 2011

SOBRE LAS ESCUELAS DE TREINTA EUROS AL MES.


Hace unos meses nombré algo sobre posibilidades de colaboración con la educación en zonas desfavorecidas. Trataré de contarles acerca de este asunto.

En primer lugar, me gustaría aclarar un punto importante. En el mundo de la ayuda a los desfavorecidos, a países pobres, etc, hay información y sentimientos muy difusos. Incluso conceptos de límites imprecisos como caridad o justicia. Hace unos días leí en un blog amigo que su opinión (la del escritor) sobre un tema polémico se basaba en la sencilla frase de Peter Singer “Do they suffer?” En resumen, que si hay sufrimiento y podemos evitarlo, hagámoslo. Dicho esto, hagan la transferencia con el tema sobre el que escribo y llegarán a mi visión del asunto: ¿puedo ayudar a que alguien sufra menos? En caso afirmativo lo hago y las demás cuestiones serán secundarias. Seguro que gobiernos u otras instituciones tienen en sus manos cambiar una situación global, pero si yo puedo colaborar en que una persona sufra menos durante un tiempo ¿por qué pensarlo?

Cuando traté el tema, algún comentarista se interesó e incluso quedó con dudas ante algunas cifras y datos. Entonces preferí no contestar hasta conocer mejor la respuesta.

 El lugar que dio pie al escrito es Orissa, un estado en el noreste de la india, en la costa de la bahía de Bengala y que se encuentra entre los más pobres de la India e incluso del planeta.

En este estado indio las cosas tienen poco que ver con el mundo que tenemos en la cabeza los que pasamos la vida por esta parte la Tierra. Por ejemplo, y de forma breve, el sistema de castas está muy vigente y da lugar a desigualdades tremendas, la mujer ocupa un escalón social a la altura del subsuelo, la dote matrimonial que ha de pagar la familia de la novia implica terribles daños para la familia, para la mujer y para cualquier niña hasta el punto de ser su nacimiento una gran desgracia, el sistema sanitario es limitadísimo e inaccesible para la gran mayoría, la malaria causa muchas muertes, la desnutrición entre los niños es muy frecuente, muchas personas no tienen trabajo ni la posibilidad de la agricultura, pues las tierras difícilmente les pertenecen y, por acabar, el sistema educativo oficial es inaccesible para los niños de una región rural y muy alejada de los grandes núcleos de población.

Ahora mismo pienso en la noche que ya está a mitad en ese lugar, imagino a las personas, los ruidos, los olores, las vidas y los mundos de unos y de otros…y no acabo de creer que vivamos en un mismo planeta. No acabo de entender que exista una vida tan distinta e injusta, una vida que ahora mismo está transcurriendo, que en este instante está siendo vivida por millones de personas.

Desenfocada y cosas peores, pero esta sonrisa era obligatoria en el blog

Tuve la oportunidad y fortuna de poder conocer en directo ese lugar y comprobar el trabajo que la ONG india SMSS realiza: creación de orfanatos para niños sin familia (niñas en un 99% de los casos), centros de acogida para mujeres abandonadas, programas contra la desnutrición infantil, creación de centros de salud para atención básica, programa de microcréditos para mujeres, o programas de educación no oficial para que los niños obtengan los saberes más elementales y quizá en el futuro puedan acceder a la educación estatal oficial (¿y quizá a una vida remotamente parecida a la nuestra?) El gobierno indio colabora en alguno de estos ámbitos, pero, en general, no se involucra en la mayor parte de ellos.

Así que vi los niños de los centros escolares que se mantienen con 30 euros al mes, conocí a algunos de sus maestros, vi los orfanatos con 50 niñas abandonadas por sus familias por ser niñas, vi a las mujeres que intentan ganarse la vida con una máquina de coser adquirida con un microcrédito, o conocí los poblados donde una semana medían en el programa contra la desnutrición infantil a una niña de 3 años y la semana siguiente no aparecía porque había muerto por culpa de la malaria y de la falta de cuidados básicos.

En España, en Zaragoza, la pequeña organización Amigos de Orissa colabora con la india SMSS en los programas que les he nombrado en lo relacionado con la financiación, impulso de proyectos o formación de personal.

jueves, 29 de septiembre de 2011

DUDAS COMPARTIDAS.

¿Hacia dónde?

Hoy apenas puedo compartir con ustedes un fragmento de una entrevista que leí hace unos días en una sala de espera. Las dos o tres preguntas del texto rondan por mi cabeza con patológica frecuencia, por lo que observé con gran interés las ideas del personaje entrevistado. Al acabar intenté arrancar las páginas para llevarlas conmigo, pero los compañeros de espera leían con un ojo el Hola y con el otro vigilaban mis movimientos, así que desistí. Cómo si robar estuviera hoy mal visto!. Afortunadamente en casa pude dar con el texto:

La política me interesa como ciudadano, no como artista. Nunca he creído que los gobiernos sean capaces de resolver los problemas reales o de poner fin al sufrimiento del mundo. Digamos que eliges a un demócrata o a un republicano o que los ciudadanos de Libia han derrotado a Gadafi y logran llevar una vida más libre y democrática. Todo eso es maravilloso, estoy a favor, pero aún tienes que resolver las grandes preguntas: «¿Por qué estamos aquí?». En cuanto has derrotado al dictador de turno, tienes un poco de dinero, no te mueres de hambre y vives en una democracia, te das cuenta de una cosa: «Voy a morir. Y mi familia y mis hijos, también. ¿Cuál es el sentido de todo esto?». Esas son las verdaderas preguntas, que a mí me aterrorizan mucho más que los gobiernos.

Que tengan buen fin de semana.

domingo, 25 de septiembre de 2011

OTRO SOBRE EL APOCALIPSIS, QUE YA LLEGA.

Cada dos semanas aproximadamente las cocineras hacían albóndigas en el comedor escolar. En esa época de la vida en que la desmesura se imponía podíamos comernos unas quince o veinte cada uno. Después, y sólo algunas veces, la cocinera nos daba unas pocas más para que cenáramos esa noche. Comida de lujo para estudiantes viviendo en alquiler. El resto de la comida, dependiendo de la finura en las previsiones, del apetito de ese día, …, iría, por ley, a la basura. Nunca lo comprendí y aún hoy, diez años después, sigo teniéndolo presente.

Hace dos noches estaba con el último o penúltimo pensamiento del día antes de dormir cuando observé que lo único necesario para que una gran barbaridad sea asumida es que la secunde mucha gente. A mayor número de seguidores, mayor despropósito puede ser asumido. El número barniza de normalidad. Hoy, basta con mirar alrededor y leer sobre economía, bancos y sus rescates, guerras, o los destrozos de los borrachos de cada fin de semana. No se puede hacer nada, es así, es lo normal, es la tradición, pueden ser algunas de las expresiones asociadas.

También hay situaciones en las que mirar resulta tan doloroso, que directamente la decisión consiste en no hacerlo y vivir ajenos al dolor. No soy padre, pero me gustaría serlo. Cuando pienso en el sufrimiento de despedir a tu hijo cada noche sin haberle dado la comida que necesita para vivir, débil, tengo que dejar de pensar rápidamente en ello porque entro en una cadena de pensamientos llenos de desasosiego. Es similar a pensar en la propia muerte. Estos días se ha comentado una noticia que pronto ha quedado tapada por la capa de ruido y estiércol de las bolsas y sus malditas cotizaciones. Se puede encontrar en mil formatos y ángulos. Mil quinientos millones de obesos y más de mil millones de hambrientos. Mil quinientos millones de personas que comen hasta sentirse enfermos, y más de mil millones de enfermos por hambre. Mil quinientos millones de barrigas hinchadas por kilos de comida que no necesitaban que significan otras tantas millones de barrigas rugiendo por la falta de alimentos. Cada kilo de grasa son unas siete mil calorías, así que observen los kilos de cada barriga y calculen las calorías que llevamos sobre nuestras conciencias.

Las dos primeras semanas de curso me quedé a comer en la escuela porque era un maestro sintecho. La fantasía inmobiliaria aún hace efecto en algunos lugares y encontrar viviendas razonables no es sencillo. En esas comidas, diez años después, los niños siguen diciendo eltomateelpescadolaslentejaslaensaladalacebollalaverdura… no me gustan, y siguen yendo a la basura kilos y kilos de comida a diario. Multipliquen esto por los colegio de toda la comunidad, de todo el país o de todos los países ricos como el nuestro. Súmenle lo que ocurre en restaurantes, casas particulares, …, y concluimos que el problema no son sólo nuestros gordos, sino también los miles y miles de alimentos de puro lujo que cada día tiramos a la basura.

Ayer asistí a una boda. Quizá uno de los mejores símbolos del despilfarro y la sinrazón. Cuando las Texturas de Ternasco con Tartaleta Hojaldrada de su Santa Madre comenzaros a volver a la cocina casi intactas, pues los comensales hacía rato que habían comido lo necesario para tres o cuatro días, le pedí a un camarero que me pusiera un poco en una bolsa para llevar. No sé si es posible, me dijo. Señor, son para mi amigo, el perro Tastavín, mejor eso que tirarlas. A los cinco minutos aclaró que no, que no estaba permitido y que esos kilos de grandilocuentes texturas y arquitecturas de ternasco estaban ya en la basura.

Estoy convencido que la irracionalidad de nuestra vida está llegando a su límite, pero ¿CÓMO SOMOS CAPACES DE ASUMIR ESTAS SITUACIONES SIN HACER NADA? MILLONES DE PERSONAS VIVEN CON SUFRIMIENTO CONSTANTE CADA SEGUNDO DE SUS VIDAS.

En unos días les contaré sobre las escuelas que se mantienen con treinta euros al mes (lo comprobé, Joselu)

sábado, 24 de septiembre de 2011

UNA NIÑA FELIZ. CON PERDÓN.

Qué envidia me dais!, ya sé que resulta raro que diga esto pero echo mucho de menos la escuela. Disfrutad mucho del curso que seguro que os lo pasáis genial. De una alumna que no conseguirá olvidarse de este colegio (y que está medio llorando al escribir esto)

Estas tres líneas representan el primer comentario del curso en el blog escolar Ansotanius. Y son tres líneas muy especiales, puesto que han sido escritas por un alumno que este año ha pasado al instituto. En una escuela pequeña donde los niños pasan once años de sus vidas, despedir a un alumno inteligente, trabajador, bueno y sensible constituye un acontecimiento lleno de emociones. Los niños comienzan con tres años, con sus primeros pasos en el mundo aún recientes, y se van con catorce, dispuestos a recorrer los caminos que aparecen frente a ellos. Once años compartidos constituyen un buen pedazo de vida.

He leído el comentario y he pensado durante un tiempo qué ha podido llevar este alumno a tal sentimiento ¿Qué ha ocurrido en once años para que ahora se emocione al hablar de su escuela? He escrito varias veces sobre el director que me sedujo cuando en las primeras palabras del curso indicó que el criterio a seguir en cada decisión debía ser el que supusiera mayor beneficio para los alumnos. Lo demás, secundario. Llevar esta convicción a la práctica es, en muchos casos, revolucionario. En todo caso, creo que significa el mejor modo en que puedo entregarme a mi trabajo. La escuela la componen muchas piezas, desde las administrativas y políticas, hasta las más pequeñas y sencillas: las decisiones de clase de cada día. ¿Cuántas de estas piezas tienen en constante consideración el máximo beneficio para el alumno? (automáticamente me imagino escribiendo objetivos y criterios de noséqué que la administración exige y que nunca serán aplicados en la realidad; serán guardados en el cajón de los papeles oficiales) Por otra parte, resulta evidente que trabajar en busca del máximo beneficio del alumno no genera siempre un sentimiento de agradecimiento y añoranza en el mismo; con frecuencia, al contrario.

La parte política y administrativa dificulta muchas veces el trabajo real con los niños, el importante y prioritario, pero me alegra pensar que cada maestro, yo mismo, conserva aún la capacidad para hacer de esos once años, o de parte de los mismos, un período importante en la vida de las personas que comienzan a vivir frente a nosotros.

Hoy quería escribirles sobre algunas cuestiones filosóficas que me golpean la cabeza cada día, pero ya no hay espacio. Y probablemente es mejor escribir sobre una niña que recuerda con cariño su escuela. Leyendo a Gregori Luri me ha dado miedo escribir “feliz en su escuela”, aunque feliz, trabajo, formación, no son términos opuestos, ¿no? Por otra parte, ¿quién me explica la realidad para la que hay que prepararse?

martes, 20 de septiembre de 2011

DE VUELTA. UNAS PALABRAS ANTES DE DORMIR PARA ESPERAR OTRO DÍA.

Lugar desconcertante, como tantos otros.

Ya. Una parte de mi ausencia tiene que ver con no saber qué escribir. Estoy casi seguro de estar viviendo el proceso de atrofia de mi cerebro, lo que me deja cada semana un pensamiento un poco más endeble y aletargado. Sin ir más lejos, la semana pasado fui timado por un muchacho del movimiento Hare Krishna, aunque no les daré detalles para no ahondar en mi vergüenza.

El comienzo de curso no ha sido especialmente brillante. Para empezar, quedé profundamente desorientado cuando el trabajo de los niños durante el verano ha sido cero o justamente el contrario al que sugerí. Sólo en un caso fueron consideradas mis recomendaciones. Así, algunos alumnos trajeron ejercicios mecánicos, repetitivos, descontextualizados, sin valor alguno, que eran justamente los que pretendía evitar cuando en junio mantuve una reunión con cada niño y su familia para despedir el curso y entregué distintas opciones de trabajo veraniegas (diario, listado de lecturas para elegir, correspondencia, colecciones,…) Este hecho me genera grandes dudas, y es que no sé si transmití bien a las familias la información sobre el valor de las actividades o es que estas creen en otro tipo de trabajo. Por otra parte, aunque quizá el daño sea más emocional que real, es el verano que menos cartas me han escrito mis alumnos. Apenas dos siguieron la sugerencia. Ni siquiera con la motivación añadida de responder una postal recibida desde un lugar bien lejano.

Por otra parte, el proyecto escolar del huerto también ha hecho aguas. Por distintas razones el mantenimiento veraniego al que se comprometieron varias familias no fue como se esperaba y, como gran guinda del pastel, sufrimos algunas incursiones de los adolescentes borrachos que confunden el disfrutar de la vida con joder al prójimo ignorando su esfuerzo e ilusión. Tomateras arrancadas, tomates estampados en la pared, mangueras robadas o rotas, cebollas rotas por el suelo, fueron algunas de sus obras. Me niego a creer que esto es lo normal. Me niego a creer en una diversión alcoholizada que no respeta ni el más elemental derecho del vecino, del amigo, del familiar o de la escuela de su pueblo. No creo que la solución esté en candados o muros más grandes. Creo que todo se reduce a educación y respeto, aunque creo también que esa lucha está medio perdida. Cada verano me entristece comprobar cómo las escuelas de los pueblos son utilizadas como lugar de vandalismo, y a su alrededor es fácil encontrar pintadas, litros de bebida desparramada por el suelo o aún en sus vasos de plástico, ventanas rotas, cientos de cristales rotos adornando el conjunto. Ahora llegan las fiestas locales con sus vaquillas y sus verbenas y, supongo, la escuela volverá a sufrir a los que no entendieron demasiado cuando pasaron por ella.

Me despediré contándoles que hace cuatro días corrí por un sendero maravilloso durante un largo rato. Al acabar fui al río y me tiré sin apenas quitarme las zapatillas. El día era deslumbrante y me quedé flotando con la mirada en el cielo y pensando que era difícil alcanzar mayor plenitud. Parecía que todo bajo el cielo funcionaba con belleza y armonía. Incluso en ese instante pensé que debía contar tal sensación en el blog. La pena es que hay situaciones contrarias de la misma intensidad. Y la contradicción es terrible.

Que tengan buen martes.

martes, 6 de septiembre de 2011

OTRO FRAGMENTO DE VIDA PROVISIONAL.

Estar, estoy.

Comienza un curso que me parece estar ya acabando. Es un curso esencialmente extraño.

Creo que la última vez que intenté ser maestro fue hace cuatro o cinco años. Y no lo conseguí. Hoy esperaba a los niños y apenas entendía mi oficio.

Soy un maestro sintecho, así que malvivo de la caridad pedagógica. Hace unos días me negaban el alquiler de un piso y me lo ofrecían en venta por trescientos treinta mil euros, añadiendo al final "ya ves, barato". No llevaba la cartera, así que no lo pude pagar. Einstein decía lo de la infinita estupidez humana; creo que se refería realmente a la codicia y el egoísmo.

Siento la amarga desilusión de un novio que se enamoró profundamente de una mala mujer.

Que comiencen bien el curso. Cuando pueda, les cuento.

jueves, 7 de julio de 2011

RETIRO VERANIEGO.

Generalmente mi desconcierto ante casi todo me incapacita para distintas tareas del vivir, pero respeta mi afición escritora. En los últimos días no ha ocurrido así, por lo que no he sido capaz ni de escribir, ni de pensar.

En cualquier caso, el objeto de estas líneas es desearles unos excelentes meses veraniegos, pues hasta dentro de varias semanas no volveré a aparecer por este lugar. Buscaré lugares remotos en los que no haya teléfonos móviles, ni redes inalámbricas, ni artilugios de este tipo. Necesitaré únicamente personas con las que hablar, niños sonrientes que observar, vencejos, corzos, sapos, robles, ríos limpios, escarabajos, cuatro o cinco libros,…, e intentaré seguir pensando en qué demonios significa estar vivo. Sobre esto último espero, al menos, tener algo decente disponible para decir a mis nietos dentro de treinta o cuarenta años. Si se da el caso, claro.

Y el curso próximo, otro invento. Ya les contaré.

miércoles, 22 de junio de 2011

OTRO AÑO DE ESCUELA.

Desde hoy y hasta dentro de unos días no estará la foto que tanto me gusta poner junto con el escrito, puesto que el equipo fotográfico murió hace cinco días en acto de servicio pedagógico. Se sumará así al escáner, la otra cámara, las decenas de libros, y otros cacharros que dieron su vida en arriesgada misión educativa de terrible final. En este caso un niño, quizá contrario al auge actual de la fotografía o quizá interesado en las pruebas de resistencia a los golpes, optó por dar a la cámara unas cuantas vueltas en el aire y finalmente lanzarla. El equipo describió una sensacional y poética trayectoria curva para finalmente detenerse con cierta brusquedad en el cemento. Con tanto megapixel y chip vanidoso no supo asumir el golpe y allí murió, con la paradoja del estabilizador temblando de puro miedo, en la solitaria frialdad del recreo en que tantas veces enfocó brincos y sonrisas.

Hoy quería contarles brevemente sobre la experiencia que realicé con mi clase y en colaboración con la escuela Jean Piaget de Zaragoza. Les hablaré únicamente de las reflexiones de los niños en clase, considerando qué supuso para ellos ese viaje de tres días. Les diré que llegamos a uno de esos momentos de conexión mística en la que los niños y el maestro sentimos algo especial en el cuerpo, algo que nos une y que nos acerca a una sensación profunda e impactante, que se traduce con palabras que brotan poco a poco cargadas de sentido y de emociones. Vivimos unas circunstancias que recordaremos quizá para siempre. En todo caso, si tienen interés, mejor que lean directamente las impresiones de los protagonistas (aquí la versión zaragozana) Finalmente indiqué a los niños que si el tinglado montado les ha servido para conocer mejor el mundo de la discapacidad y así generar conductas apropiadas (de comunicación, respeto, sensibilidad, ...), damos por muy bien empleado el esfuerzo realizado.

El curso ya ha finalizado. Han pasado diez meses casi sin avisar. Hace muy poco nos presentábamos e indagábamos en las miradas que se cruzaban con la nuestra. Ahora las miradas se cruzan también, pero ya apoyadas en un buen sustento de trabajo, lecturas, descubrimientos y vida compartida. Ya sabemos mucho de cada uno. Ha sido probablemente el mejor curso de mi vida, y lo mejor, como siempre, han sido los niños.

Que tengan un buen final de la penúltima semana de este sorprendente curso.

martes, 14 de junio de 2011

DE AVENTURAS, VUELOS Y OTROS DISPARATES.


Escribiré a trompicones. El pensamiento está revuelto y las ideas salen de ese modo.

Es diez de junio (ya catorce y casi quince), al curso le quedan cuatro ratos, y siento la gran alegría de acabar en buena forma pedagógica. Es decir, que el grupo de niños con el que he compartido un pedazo de vida y yo estamos en la mejor sintonía del curso. Ellos trabajan y aprenden felices y yo estoy encantado de estar con ellos.

Así, esperando ya casi el comienzo del próximo curso, echo un vistazo al calendario para el curso aragonés 2011-2012 y rápidamente se me pone mal cuerpo. Los maestros nos incorporaremos al trabajo el día 1 de septiembre, jueves, y las clases empiezan el día 6, martes. Así, existirán tres días, el 1, 2, 5, para organizar el curso. Puede pensarse que para eso está julio, y así puede ser en muchos casos, pero imaginen el maestro que se incorpora a un nuevo centro el día 1 (no conozco el dato, pero estoy seguro que los maestros que cada año empiezan en un nuevo destino representan un buen porcentaje, especialmente en el ámbito rural). Ese maestro tendrá ese día reunión en la sede de su centro, y ese mismo día le dirán a qué pueblo debe ir a trabajar y con qué cursos. En definitiva, el jueves por la tarde emprenderá viaje para tal pueblo con la tarea de, en muchos casos, buscarse alojamiento, conocer a los compañeros, conocer su clase, organizarla, leer informes de sus alumnos, preparar con cierto decoro las asignaturas, …, y el martes, tras dos días de trabajo en ese nuevo destino, unos cuantos niños se pondrán delante para recibir ideas medianamente lúcidas. Ya saben que es una pequeña lucha personal que se reconozcan el valor del trabajo de los distintos docentes en similar medida, y que se abandone la estúpida idea de que el trabajo tiene más valor cuanto mayor es la edad del alumno; al revés, existe la consideración del maestrico de infantil como un pobre desgraciado que con cuatro juegos y dos canciones pasa los días. Hace poco alguien, creo que el bloguero Animal de Fondo, pedía también este reconocimiento y argumentaba que los mayores efectos en los niños tienen lugar precisamente en su infancia. Al contrario, un profesor universitario podía salir airoso del curso con unos cuantos buenos libros de referencia en su materia. En todo caso, la administración va al revés, y lo demuestra constantemente con medidas como la citada, con la relación entre horas lectivas y de preparación de material , con los sueldos, con la formación inicial exigida a unos y a otros. Hasta donde soy capaz de observar, parece una estupenda forma de empezar la casa por el tejado, o, de otro modo, de construir el edificio concediendo el papel irrelevante a los cimientos.

Al margen de asuntos agrios como el anterior, mañana emprendemos una aventura de cierto riesgo y, en buena medida, pionera. Tras la colaboración mantenida durante el curso con la escuela de educación especial Jean Piaget, vamos a realizar un viaje hasta su centro para pasar juntos tres días. El viaje supone una aventura desde el momento que niños de tercero y cuarto pasarán dos noches a doscientos kilómetros de casa. Por otra parte, la agenda está llena de actividades de aula compartidas en las clases del centro zaragozano, una salida a mi querido (y ya medio muerto ante la llegada del turismo de masas) Galacho de Juslibol, una acampada, …, por lo que el trabajo en torno a la comprensión de la discapacidad cobra un protagonismo que difícilmente se puede aumentar. En definitiva, todos, niños y maestros, estamos expectantes e ilusionados ante los próximos tres días especiales. Espero que algunos comprendan el valor que puede tener una mirada, una sonrisa, o una caricia.

Y me despido compartiendo una sensación que ojalá todos ustedes puedan sentir muchas veces: la cabeza feliz por un gran final de curso y todas las otras cosas en las que uno es afortunado (es decir, todas), la bici baja a cuarenta o cincuenta por hora, el atardecer ofrece las últimas luces y atravieso un bosque de montaña que proporciona un entorno colosal. En ese momento, igual que hace cinco o seis años, el cuerpo pide levantar los brazos, notar el olor del viento que acaricia la piel, incluso cerrar los ojos un segundo, sentir algo parecido a volar y…por unos instantes parece que todo tiene sentido.

Que tengan una estupenda segunda parte de semana.