jueves, 2 de agosto de 2007

PUENTES ROTOS, REYES, UN PAR DE SALTOS, EL CALOR Y LOS ESPÍRITUS.


Hace unos días que comenzó a hablarse de la posible intervención en la solera del Puente de Piedra para que los barcos (¡cómo no va a haber barcos en una ciudad puntera como ahora es Zaragoza!) pudieran navegar a sus anchas. Ya saben: polémica, no pasa nada, que sí que pasa, que…; pues bien, hoy comienzan los preparativos de las obras. Vaya con la administración, como corre cuando interesa. Por otra parte el pepé lo lleva a los tribunales, supongo que sin argumentos ideológicos claros, por esa obligación que tienen de llevarse la contraria, pero algo es algo, y ya me duele decir esto de los amigos de acebes y zaplana (sí, ya, pero no la merecen). Ahora que caigo, quizá la familia real nos deleite (como aquí o aquí; tranquilos que ésto no atenta contra nada) con una travesía de puente a puente con el Bribón. Eso sí que sería bonito; ya imagino a todos en proa saludando al pueblo llano, a don Jaime y doña Sofía jugando con el ancla, a doña Leticia, casta ella y sin pecado alguno, besando el limpio aire zaragozano, don Felipe, doña Leonor de las altas cumbres, don Juan Carlos izando y arriando velas, don Froilán de todos los santos del cielo bendito, don…, el vulgo llorando, rasgándose los ropajes, en pleno deleite y éxtasis colectivo, ...puede ser una idea para los de El Jueves. Y mientras, los del ayuntamiento podrían ir cobrando por hacer fotos, o por mirar, y el cuerpo de élite de la policía local poniendo multas a todo el que se mueva.

Dando un pequeño salto llegamos a Rusia, y allí ocurren cosas como éstas, donde podemos leer “los servicios federales en la lucha contra el tráfico ilegal de drogas seleccionaron a unos 100 adolescentes con experiencia criminal o adicciones a las drogas para incluirlos en este programa disciplinario durante las vacaciones de verano”. Distinto concepto de campamento. Seguro que así llevan a esos niños por la senda de la bondad (ya saben que ahora el ejército casi no mata, sino que es una especie de oenegé que ayuda a los pobrecicos organizar su vida, da caramelos a los niños, etc.) y cuando sean mayores ya no tendrán ganas de pegar a sus hermanos, e incluso cederán el asiento en el bus. Seguro que no tendrán nada que ver con mafias, ni mercenarios, ni asesinos a sueldo, ni asuntos turbios con espías.

De nuevo aquí, el otro día estando con mis abuelos (ya sólo dos…) salía por la tele el recurrente y manoseado tema del calor. Igual que en invierno cuando sale un capullo en un puerto de montaña retransmitiendo en directo el frío que hace y la nieve que cae, el peligro mayúsculo de congelación, el país paralizado y en alerta supermáxima (y todos los teleabducidos piensan ay dios qué frío y que miedo). Pues lo mismo pero con el calor. Entonces mi abuelo me preguntó si yo pensaba que realmente hacía mucho más calor que antes. Él decía recordar a su padre trabajando en pleno verano de sol a sol en el campo, y que le contaba que cuando acababan de cocer la comida (bajo un árbol, claro), la olla seguía hirviendo durante un largo rato. Piensa que su padre pasó más calor que ese que ahora retransmite en chanclas desde la playa marbellí, pero, a fuerza de tanto repetirlo, ya casi tiene dudas. Igual su padre era un flojo. Éste es el problema, que cuando uno recibe miles de mentiras, tonterías, medias verdades, simplezas, a lo largo del día, se pierde la noción de qué es cada cosa, qué es verdad, y qué merece la pena. Supongo que ello es aplicable a casi cualquier asunto.

En el buzón donde llegan cada semana las preciosas cartas de los niños de Peñarroya, e incluso de algunos que no son alumnos míos y que también se animan a escribirme (recuerden eso que nombró Mariano: lo que supone que alguien piense en ti, se siente, haga un esfuerzo por organizar sus pensamientos para compartir algunos contigo, …), también llegan otras cosas. Supongo que tendré que poner un segundo recipiente conectado con el vertedero municipal, o con alguna incineradora:

Primer regalo: “Lo invitamos cordialmente a la asamblea de distrito de los testigos cristianos de jehová. Entrada gratis”. Señala que en la asamblea se explicará cómo seguir a Cristo nos ayudará a oponernos al diablo (pobre), a enfrentarnos a los problemas de la vida, a mejorar la vida familiar, a acercarnos a dios, y a conseguir la vida eterna. Todo esto en un ratico y gratis. Cómo para faltar.

Segundo regalo: “Profesor Suare. Gran vidente, médium competente africano. Soluciona todos los problemas en 72 horas. Especialista en retorno inmediato y definitivo de la persona querida. Quita el mal de ojo. Cualquier problema de pareja. Puede ayudar en la salud, en los concursos, y a mejorar en el deporte, los negocios, impotencia sexual, problemas familiares y de trabajo. Resultados rápidos y garantizados 100%. De 8 a 22h”. ¿Hace falta que diga algo?. En todo caso, si se animan, pregunten a Jaime o al que escribe, porque hace un par de años también nos llegó, por fortuna, la referencia del profesor Tuba, que afirmaba solucionar todo y “trabajar con los espíritus más rápidos”. Hombre, puestos a mejorar la impotencia o la cotización en bolsa, mejor hacerlo con espíritus ágiles, porque hay cada vago…

Por la noche trato de ponerme algún antídoto: “Los humanos hemos creado sistemas de representación de la historia de la vida en que la evolución conduce y culmina en nosotros, aunque los mamíferos complejos (un insignificante número de especies), probablemente, no son tan importantes si tenemos en cuenta la historia de la tierra en su conjunto (…). El otro gran error que cometemos es creer que somos los reyes de la Tierra y que tenemos derecho a decidir su futuro. Y como no tenemos poder para hacerlo, no nos preocupamos por los problemas que causamos a otros organismos, otras especies, o al entorno. Es un error trágico con consecuencias potencialmente muy peligrosas. Deberíamos ser un poco más modestos y reconocer que todos somos una especie unificada y que tenemos menos poder del que creemos; seguro que entonces todo iría mejor” (Stephen Jay Gould, fallecido en mayo de 2002, fue paleontólogo de la Universidad de Harvard y la primera referencia científica en su ámbito de trabajo).