Tiempo de balances y decisiones escolares. O personales.
El sistema educativo es un corsé de duras correas. Es un sistema de reproducción de contenidos y modelos. Un loro, una cotorra argentina, que tantos problemas generan en la Zaragoza del agua y de la expo, sería una extraordinaria alumna. La escuela es una fábrica de cotorras argentinas, o de kramer, pero descerebradas, impersonales. Robots para la grandeza económica de la UE, o para llevar sus camiones sin gasolina.
Contenidos mínimos: sabe qué es un poliedro, sabe la lista de las preposiciones y los adverbios. Pues pasa al siguiente nivel. Como en la playstation.
Esto me genera unos dilemas sensacionales. Hace cinco minutos he ayudado a un alumno con un artículo para Palabras Mágicas, y comprobaba, de nuevo, como esta persona, condenada al fracaso absoluto, a repetir curso, es probablemente la más brillante en lengua: en escribir, en imaginar, en expresar, en mover sentimientos con sus historias, en querer a los libros. Pero repetirá por no saber la lista de adverbios. Y qué hacer, porque actuar conforme a criterios más personales, liberales, liberadores, creativos, …, únicamente retrasaría y aumentaría el batacazo durante los próximos cursos, una vez que el sistema la reconduzca por los caminos de la repetición y la memorización eterna e infinita.
¿Quién demonios recuerda los poliedros que estudió en cuarto de primaria?.
El sistema educativo es un corsé de duras correas. Es un sistema de reproducción de contenidos y modelos. Un loro, una cotorra argentina, que tantos problemas generan en la Zaragoza del agua y de la expo, sería una extraordinaria alumna. La escuela es una fábrica de cotorras argentinas, o de kramer, pero descerebradas, impersonales. Robots para la grandeza económica de la UE, o para llevar sus camiones sin gasolina.
Contenidos mínimos: sabe qué es un poliedro, sabe la lista de las preposiciones y los adverbios. Pues pasa al siguiente nivel. Como en la playstation.
Esto me genera unos dilemas sensacionales. Hace cinco minutos he ayudado a un alumno con un artículo para Palabras Mágicas, y comprobaba, de nuevo, como esta persona, condenada al fracaso absoluto, a repetir curso, es probablemente la más brillante en lengua: en escribir, en imaginar, en expresar, en mover sentimientos con sus historias, en querer a los libros. Pero repetirá por no saber la lista de adverbios. Y qué hacer, porque actuar conforme a criterios más personales, liberales, liberadores, creativos, …, únicamente retrasaría y aumentaría el batacazo durante los próximos cursos, una vez que el sistema la reconduzca por los caminos de la repetición y la memorización eterna e infinita.
¿Quién demonios recuerda los poliedros que estudió en cuarto de primaria?.