Desde lainformación.com, del genial A. Martínez Ron (fogonazos.com), añadimos un extra a este repaso de personajes gloriosos: por recordarnos a Feynman, por representar el amor por la enseñanza más auténtica, por el sentido del humor, por dar una patada en el culo a nuestra anquilosada y ridícula escuela, por la búsqueda de la sorpresa, por sus camisas de colores, por identificarnos pedagógicamente con él desde nuestra humilde y minúscula posición.
El perro Tastavín es un tipo
de contrastes. Llevaba varios meses sin escribir, incluso sin apenas formular
reflexión alguna, y estos últimos días ha experimentado un repentino impulso
creador. En muchos casos sus ideas se quedan en el limbo pues no tengo tiempo
de pasarlar a papel, y él no consigue aprender a teclear. Con semejante patas,
ni hablamos de coger un lápiz. Digo yo que en la era del coltán, los chips y
las impresoras que imprimen en tres dimensiones y a escala atómica, la época de
tantos asuntos extraños, bien podrían fabricar un teclado para perros con formación
académica.
Comentábamos hace unos días
la suerte que representa la lectura. Entre humanos es un tema manoseado, un tópico
podría decirse, pero entre un perro y un humano no deja de ser una conversación
interesante. Señalábamos la fortuna de poder acceder a ideas que pueden
cambiarte la vida, que nos la cambian, de hecho. Poder introducirnos en las
vidas de personajes memorables y sentir el vértigo de sus prodigiosas peripecias.
A raíz de esta charla surgió la posibilidad de reseñar en nuestro refugio blogosférico
un listado de los libros que nos han cambiado la vida, esos que han conseguido
hacer de nosotros algo diferente a lo que éramos cuando comenzamos a leerlos. Los
que nos emocionaron, nos conmovieron, o nos hicieron un poco más sensibles ante
la circunstancia que llaman realidad. Pensamos que igual que nos gusta que sean
nombradas aquí algunas personas especiales, simplemente por el honor de cobijar
su nombre, también señalar algunos títulos tendría su sentido.
Así pues, de manera aleatoria
y desordenada, cada cierto tiempo nombraremos algunos de estos títulos que no
pretenden formar ninguna lista exhaustiva, sólo responden a la mirada que el
amigo perro o yo echemos en ese momento a la librería que nos protege un par de
metros a nuestra derecha. Será nuestro humilde y sentido agradecimiento a sus
autores (nuestros amores Sagan, Dawkins, Sampedro, Russell, Durrell,
Pallaruelo, etc.). Comenzando por el final:
- ¿Está vd. de broma, señor Feynman?: está especie de biografía es un delirio, un placer y
una montaña de genialidad. R. Feynman ha sido premio Nobel de física, pero es
un hombre amante de los placeres más terrenales, capaz de aprender a pintar y
en pocos días hacer una exposición, capaz de aprender a tocar instrumentos de
percusión y acabar en un sambódromo brasileño o poniendo música a un espectáculo
de ballet, participante en el diseño de los planes de estudios de los escolares
americanos (¡y siendo el único del comité que leyó los libros objeto de análisis!),
parte muy activa en la creación de la bomba atómica en el proyecto Manhattan,
experto en apertura de cajas fuertes, profesor en las mejores universidades
americanas y, a la vez, diagnosticado como deficiente mental por el ejército
americano. Después de conocer a Harpo Marx, no había sentido tanto el final de
un libro.
- Memorias de un montañés: aleatoriamente, como dijimos, citamos ahora este
libro etnográfico. Tras la profunda huella que marcó el que nombraremos otro día,
este es el mejor que hemos leído sobre nuestras amadas montañas y sobre la
triste historia de la despoblación rural. El tema está abordado en muchos otros
libros, pero el punto de vista tan personal de la narración me hizo sentir unos
fuertes pinchazos en las tripas en el momento en que José Satué, al frente de
su familia, cierra la puerta de la casa de Escartín por última vez: la casa que
representa las labores del campo, los animales, la vida esforzadísima de sus
antepasados, y toda una forma de vida que en ese simple gesto abandona el
presente y se instala en el pasado. El contrapunto con la vida de los primeros
años de Huesca es tremendo y plantea numerosos pensamientos.
Aún teniendo formación académica
en escuela de curas, bilingüe, y con estudiantes segregados por sexos para
mayor gozo y rendimiento, el perro Tastavín no deja de tener sus necesidades
fisiológicas, así que aquí debemos parar. Que tengan una semana feliz, todo lo
que sea posible en una ciudad tan infernal y agonizante como otra cualquiera (los que tengan la suerte de vivir en ella, claro).