lunes, 28 de marzo de 2011

UN RINCÓN DEL PLANETA Y ALGUNAS PREGUNTAS SOBRE LA ESCUELA Y LAS PERSONAS.


El paisaje que les muestro es un lugar maravilloso e inspirador que descubrí hace unos días por casualidad buscando pájaros negros trepadores de hayas. Por supuesto, la foto no le hace justicia, pero quizá sirva para hacer una somera aproximación. La naturaleza me regaló unos minutos de plenitud a cambio de retirar de allí una bolsa enorme de plástico rígido, un tampón, varios envoltorios de papel de aluminio, una botella de lejía, un paquete de patatas fritas, y plásticos variados. No acierto a dar con una clave de esta conducta tan poco inteligente y tan extendida, pero es ciertamente desoladora.

El viernes, como ya anuncié, mi hermano acudió a la escuela para desarrollar algunas actividades con los alumnos. En primer lugar, en este extraño lugar de confidencias, expresaré la profunda emoción y alegría de compartir esas escasas horas con él y con mi novia, que también estuvo con nosotros. Hacer mi trabajo, que posee una carga emotiva muy intensa, rodeado de estas dos personas tan importantes fue una experiencia emocionante. Existen miradas que empequeñecen cualquier problema o incertidumbre. En cuanto a la clase, todas las actividades planteadas se desarrollaron perfectamente. Quizá de forma apresurada y superficial en algunos casos, pero cumpliendo la función inicial de motivación en torno a la ciencia, el conocimiento, la investigación.

Y ahora intentaré presentar un problema complejo en torno al cual se desarrollan los principales enfrentamientos pedagógicos actuales. Me refiero a los objetivos de la educación. Hace unas semanas en mi centro surgió la reflexión sobre qué asignaturas eran la importantes en el currículum para decidir la promoción al ciclo siguiente. Yo hice lo que mejor sé hacer: plantear dudas y no alcanzar ninguna certeza consistente. No sé qué asignaturas son más importantes, pero sí sé que citar las clásicas dos o tres sin argumentos no es aceptable en una discusión razonada. Desarrollando el pensamiento, finalmente llegamos a la tesitura de considerar cuál es la función de la escuela (y si seguimos, probablemente meditaremos sobre qué es la vida). ¿Qué pretende nuestra escuela con sus alumnos? Aquí creo que está el gran nudo. Encontramos posturas muy diversas y difícilmente compatibles: una importante orientación del currículum trata de formar trabajadores al servicio del sistema económico (lo cual es profundamente conflictivo con los puntos posteriores); el paradigma constructivista que determina la orientación pedagógica actual persigue objetivos como el desarrollo de la creatividad de los alumnos, de su capacidad de aprender a aprender, de la libertad en sus temas de aprendizaje; otros paradigmas que han surgido en los últimos años critican al anterior por su vacuidad, pobres resultados reales, y escaso estímulo para los alumnos buenos y esforzados. Es bueno señalar que ambas posturas coinciden en sus finalidades: posibilitar que el alumno se convierta en la mejor versión posible de sí mismo, prepararle para su vida adulta, acceso al mercado laboral incluido, del mejor modo posible a través de la apropiación de los códigos culturales de referencia. Como se observa, estos aspectos comunes se pueden intentar alcanzar por caminos muy diferentes. La pedagogía de la creatividad critica un sistema obsoleto, creado al servicio de la revolución industrial que no se adapta a los nuevos tiempos, a los nuevos trabajos, a los procesos comunicativos actuales, a la tecnología disponible, que hace y transmite lo mismo que hace cincuenta años, etc. Por su parte, la postura contraria critica que aprender a aprender no es realmente nada que no se fundamente en un conocimiento sólido, que los procesos comunicativos actuales efímeros, instantáneos, mareantes, precisamente requieren un poso (lectura lenta, capacidad de análisis, …) que permitan una atención crítica y selectiva de la información, que la creatividad surge cuando el trabajo y el esfuerzo ya han hecho su parte, y que el profesor no es un mero acompañante que sugiere, que plantea, que anima, …, sino que en un entorno tan incierto su papel es más importante que nunca.

Esbozada a grandes rasgos esta situación, ¿son más importantes las matemáticas y la lengua que la expresión artística y la educación física? ¿realmente tienen un carácter más instrumental y fundamental las primeras? ¿no depende en muchos casos la consideración de las asignaturas del profesor y del papel que les atribuye el currículum (carga horaria) y la tradición, pudiendo haber, por ejemplo, un profesor de arte que permita a sus alumnos alcanzar un conocimiento y una sensibilidad que constituyan pilares básicos de sus vidas?

Para añadir otro ángulo a la reflexión añadiré otra idea: hace unos días escuchaba una entrevista a uno de los fotógrafos españoles más reputados actualmente. Indicaba que su profesión había dado un vuelco absoluto en los últimos años. Antes el fotógrafo hacía algo que no estaba al alcance de la población: hacer fotos y cubrir lugares remotos. Hoy millones de personas hacen fotos geniales en cada rincón y en torno a cualquier tema, por tanto el gremio debe redefinir su profesión y aportar valores que les distingan y les hagan ser cosiderados por sus clientes (editores, compradores individuales, etc.) Así, el profesional actual se ocupa de planificar sus proyectos, hacer las fotos, buscarles salida, editar libros, promover conferencias, organizar cursos y viajes, etc. Los que no se han adaptado a estas nuevas condiciones, han sido apartados del proceso. Conforme escuchaba sus palabras, me planteaba si cabía la analogía con el sistema educativo. Hace unas décadas el profesor tenía acceso a un conocimiento que la gran población no poseía. Era el responsable de su transmisión. Hoy en día, en primaria al menos, el conocimiento que se transmite está al alcance de la mayor parte de la población. ¿Cuál es el papel entonces del maestro? ¿se ha ajustado a la nueva situación? ¿debe redefinirse su oficio como el del fotógrafo , aunque no corra peligro su puesto a diferencia del fotógrafo? ¿debe dejarse llevar y desempeñar el papel secundario que ahora parece tocarle? En definitiva: ¿qué ha de pretender la escuela y qué ha de hacer el maestro en consecuencia? ¿qué personas quiere la escuela que haya en el futuro? ¿cómo queremos que sea el futuro? ¿quién decide cómo ha de ser el futuro? ¿quién sabe cómo será el futuro? ¿están las personas con la sabiduría necesaria a cargo de estas decisiones o dependen en gran medida de ciclos y caprichos políticos?

No sé si les parecerán coherentes las dudas planteadas. Quizá las respuestas no sean vitales para hacer dignamente el trabajo cada día, pero sí para encarar con coherencia y rigor una gran cantidad de decisiones, con incidencia real y concreta en los alumnos, que se toman a lo largo del curso.

Para conocer una posición que defiende la transmisión de conocimientos, el papel central del profesor, la necesidad del esfuerzo, la lectura lenta y el análisis: La escuela contra el mundo, de Gregori Luri. Para un acercamiento a la pedagogía de la creatividad, del aprender a aprender, crítica con el sistema tradicional: Ken Robinson (entrevista en Redes) En el blog de Joselu, uno de sus interesantes artículos donde se exponen algunos puntos de vista del paradigma de la creatividad aquí nombrado.

Que tengan una buena semana y un buen comienzo de abril. En última instancia, estar vivos supone un milagro magnífico.

viernes, 25 de marzo de 2011

EL ENCUENTRO CON UN TOPO Y LAS REFLEXIONES SURGIDAS.

Otro precioso escribano que amablemente desayunó con nosotros

Resulta cada día más difícil recorrer la prensa sin sentir un sobresalto en cada página. O peor aún, el nivel de dramatismo es tan intenso que cada día estamos mejor anestesiados frente a grandes tragedias. Ya cuesta cierto esfuerzo encontrar la información sobre el desastre de Japón, tan cercano, que ha sido relegado a páginas secundarias por los problemas más recientes. Abrir un diario significa hoy leer sobre guerras, miles de muertos y desplazados, problemas nucleares, y corrupciones políticas que luchan por alcanzar el máximo de inmoralidad. Después hay otras noticias que aportan el matiz irreal, como la del río Sena teñido de verde para celebrar ¡el día mundial del agua! o la información más banal sobre temas como fútbol o dopaje compartiendo espacio con la foto de muertos en Libia o pueblos arrasados por el terremoto.

Ahora mismo leo en el boletín diario de Educaragón una noticia que difunde la iniciativa de un Centro Comercial zaragozano de realizar una exposición en torno a Miguel Servet y la ciencia en general. Invitan a los centros escolares a conocerla y a los maestros a acudir el fin de semana para realizar talleres con los niños. La carta del centro comercial se despide con un “no dejen pasar esta oportunidad para conocer la ciencia!” No sé ustedes, pero yo siento que algún ingrediente no acaba de conjuntar cuando se mezcla un megacentro de compras con una actividad educativa de divulgación científica. Y tampoco me gusta que esté publicitada por mis jefes.

Como en este pueblo no tenemos un gran centro comercial, ni el que escribe posee los recursos para hacer grandiosas exposiciones, mañana acudirá mi hermano y medio biólogo a la escuela para compartir un día con los niños. El programa contempla unas pocas horas, pero pretende incluir una entrevista que han preparado los alumnos, una proyección sobre cómo y por qué comenzar un herbario y otra sobre fotografía de naturaleza, una práctica con el microscopio, partidas de ajedrez, y observación de huesos, egagrópilas, plumas y otros cachivaches variados. El objetivo es simple: dedicar unas horas a la naturaleza, la ciencia y el conocimiento a través de actividades atractivas y un ambiente de curiosidad e interés.

Por cierto, hoy mientras caminaba y pensaba en las cuestiones anteriores he tenido la suerte de observar el primer topo con vida con el que me encuentro. Aunque no es lo más apropiado, lo he cogido y he sentido su robusto cuerpo cilíndrico, sus desmesuradas patas excavadoras, los ojos diminutos y el agudo hocico con el que guían su vida. Al dejarlo en el suelo ha desaparecido en menos de diez segundos, y allí me ha dejado pensando sobre su mundo subterráneo: su vida oscura, húmeda, de incesante búsqueda de lombrices y construcción de galerías. Hace unos días un amigo intentaba convencerme que nuestra vida tiene más sentido que la de este sorprendente topo europeo ¿Ustedes lo creen?

Que pasen buen fin de esta semana ya cercana al final de marzo.

martes, 22 de marzo de 2011

APUREN CADA SORBO, CADA MIRADA, CADA INSPIRACIÓN, CADA SENSACIÓN: ES EL MOMENTO.


Manojo de vida incipiente y gelatinosa


Tengo pendiente contarles una interesante discusión sobre qué asignaturas son importantes en las escuela, cuáles se deben priorizar llegados los momentos importantes como el de decidir la promoción de ciclo. El asunto me llevó a distintas reflexiones y materiales, y aunque finalmente tengo las mismas dudas que al principio, resultará interesante compartirlo en este lugar.

También querría hablarles de cómo el sistema de producción basado en hacer productos malos e irreparables o sin repuestos nos dejó en la escuela el viernes pasado sin la continuación de nuestro documental Deep Blue.

Lo anterior lo trataré en otro rato. Ahora estoy demasiado cansado y demasiado contento. La primavera se huele en cada rincón del bosque. Los zorzales hacen fantásticas imitaciones de pura alegría, las ranas dejan su descendencia en abundantes y gelatinosos manojos, la energía vegetal comienza a empujar desde el interior para abrirse paso a través de las yemas incipientes, …y en la escuela, con el cambio de orientación en el eje de rotación terrestre, también llegan ideas y proyectos fantásticos: hace poco un abuelo ya muy mayor nos cedió un impresionante huerto anexo a la escuela, del que seré responsable junto a catorce alumnos voluntarios; el viernes recibimos la insigne visita de Pablo, que ahora llega como biólogo en ciernes y con el que compartiremos actividades de microscopio, herbarios, ajedrez, naturaleza, …; y hoy mismo hemos dado el visto bueno al que será el cierre perfecto de nuestra colaboración con el CEE Jean Piaget de Zaragoza: ¡iremos a verles a su escuela en Zaragoza! Todo esto, junto con lo que ya está en marcha y con el trabajo diario menos reluciente pero más esforzado, harán de este otro gran curso. Otro gran tiempo en el que me regalan un año para compartir las cosas bonitas del vivir con un grupo de niños que han de descubrir casi todo.


Que tengan buena semana.


lunes, 14 de marzo de 2011

UN MUNDO SIN NOSOTROS.

Belleza en forma de escribano


Los controles realizados a los niños, o cualquiera de sus producciones diarias, sirven para, leyendo entre líneas, conocer distintos aspectos sobre su concepción del mundo, que a su vez puede servir, si se acepta la generalización desde un punto de partida tan concreto, para conocer algunas de las ideas socialmente aceptadas en torno a distintos temas.

En un control realizado hace unos días sobre astronomía, una pregunta les exigía el esfuerzo de imaginar el mundo sin humanos y las consecuencias que se derivarían de ello. Esta pregunta parte de la obra de Alan Weisman, “Un mundo sin nosotros”. Evidentemente es una pregunta muy abierta, más para niños de nueve y diez años, pero me ha sorprendido notablemente cómo la mayoría ha orientado su respuesta en torno a animales, plantas, montañas, ríos, y demás elementos (fíjense que no sólo seres vivos) que desaparecerían sin los humanos, dejando entrever una especie de función divina del hombre en el planeta, sin la cual todo se desmoronaría. Esta espectacular atribución de funciones poco tiene que ver con nuestro más que humilde papel en el planeta (sí es reseñable nuestra capacidad destructiva, en el mejor de los casos) que todas las ciencias nos muestran actualmente, y quizá evidencie la aún escasa presencia de la ciencia en las escuelas.

En otra pregunta les consultaba por qué sólo vemos las estrellas por la noche (excepto el Sol, como una despierta alumna me indicó) y, en tono irónico, les preguntaba si “se ponen solas, las coloca dios, …” Para mi mayúscula sorpresa, varios niños, tras dos meses de hablar de Newton, de Sagan, de estrellas y agujeros negros, han respondido que sí, que dios es el encargado de colocarlas cada noche. En este caso, la respuesta apunta en primer lugar a un fallo de mi responsabilidad por la permanencia de esas ideas en las cabezas una vez acabado el tema. En segundo lugar, creo que el ejemplo ilustra con nitidez por qué la escuela y la religión se encargan de dimensiones muy diferentes y la segunda no debe desarrollarse dentro de la primera.

Por otra parte, intenté llevar libros a clase de autores que habíamos conocido. Uno de ellos era Einstein y el libro (“Querido profesor Einstein”) consistía en la correspondencia que cientos de escolares de medio mundo le mandaban y que él respondía con exquisito cariño y afán divulgativo. A los alumnos les llamó la atención la experiencia que el libro representaba, por lo que nos planteamos imitarla. Así, contactamos con un amable astrofísico y redactamos nuestras dudas, conocimientos, …, que ahora mismo ya viajan hacia su destino. En este caso, también es muy interesante conocer qué surge de los niños, qué ha movido y desarrollado el tema trabajado para dar origen a conocimiento y también a nuevas dudas e intereses. Así, los niños le consultan “¿qué te inspiró para ser astrofísico?”, “¿con qué energía se mueven los planetas?, “¿qué ocurriría si nos metiéramos en un agujero negro?”, “¿cómo se formó el Universo?” y “¿cómo será en el futuro?, “¿crees que hay vida en otros planetas?”, o “¿qué hay que estudiar para ser astrofísico?”, le cuentan que han aprendido “que la Vía Láctea es inmensa y nosotros sólo estamos en una parte de ella”, que han conocido a Newton, Hubble, Hawkins, …

Comienza otra semana. Otra semana en el escenario. Espero que les sea favorable y la disfruten.

miércoles, 9 de marzo de 2011

HALAS.

Trozo de piña bajo carbonero común bien bonito

Ahora mismo son las diez y cuarto de la noche. El cuarto en el que escribo está hecho con madera muy antigua y oscura, la luz es amarillenta y sube desde la cocina una melodía antigua, como las que suenan en el cine clásico. Hace unos instantes, mientras comía garbanzos, he tenido una especie de ensoñación en la que me he separado del discurrir del tiempo y la realidad ha adquirido una consistencia extraña, fría y lenta.

Si pudiera exprimir lo que ha sido el día de hoy y obtener su jugo, creo que tendría por fin el brebaje para convencer a cualquiera sobre la necesidad de vivir tan cerca de la naturaleza y lo sencillo como alejado de la ciudad y lo complicado. Ha habido demasiadas sonrisas, exclamaciones, robles, escribanos y carboneros, esfuerzo, niños y estrellas como para albergar la mínima duda.

Saltando directamente a las siete y media de la tarde, los niños de Ansó estaban citados en las afueras del pueblo para una actividad de observación del cielo con la que redondeábamos el tema de astronomía abordado en clase. La asistencia ha sido cercana al cien por cien. Una vez hemos llegado al lugar elegido se han sucedido distintas actividades: observación de la luna y su luz cenicienta, manejo de Stellarium en los portátiles y de un planisferio tradicional a la vez que comprobábamos sus contenidos en el cielo, observación de las constelaciones,…; finalmente todo se resume con el “halaaa!” que exclamaba cada niño cuando contemplaba alguno de los colosales asuntos que tenemos sobre nuestras cabezas. Creo que esa es la esencia de este asunto: ese “halaaa!” que un niño pronuncia fascinado muestra la experiencia directa de nuestra pequeñez y de la grandiosidad de lo que nos rodea. Sólo se trata de mantener los ojos abiertos y maravillarnos por cada estrella, cada átomo, o cada célula. En el fondo, quizá el asunto escolar podría ser bien sencillo. Quizá un elemento importante de la programación (no olvido el esfuerzo y esas otras cosas importantes) deberían ser esos “halaaa!” Quizá no hagan falta tantos papeleos, objetivos, criterios, diagnósticos, …

Estén bien atentos y no sólo miren al cielo: miren también el zumbido ya perceptible de los insectos, el despertar reptiliano, la llegada de los aviones, las golondrinas y los alimoches, las yemas que germinan en cada arbusto…la primavera está lanzando auténticos gritos que anuncian el renacer de la vida. Puede que incluso tengan la suerte de que un picogordo se acerque un mediodía a comer a la maceta de su salón y ustedes le puedan contemplar extasiados a tres palmos de distancia.

lunes, 7 de marzo de 2011

UNA IMAGEN DE UNOS QUINCE SEGUNDOS.

La vida está sucediendo justo enfrente.

Desde que tengo interés por la fotografía, ocurre que capto algunos fragmentos de la realidad como si fueran representaciones casi congeladas. Veo el encuadre, los elementos que la componen, la luz, etc. Supongo que esto le ocurre a cualquier aficionado. Por esta razón en el blog a menudo describo situaciones, escolares principalmente, que responden a este modo de percibir el entorno. En algunos casos, por distintas razones, se combinan los elementos que tengo delante de los ojos de una forma especial creando una efímera imagen de una belleza especial. Difícilmente puedo intentar captarla con una cámara, si estoy trabajando, por lo que centro el esfuerzo en tratar de retener cada detalle para conservarla en la memoria un tiempo. Allí hará su efecto y poco a poco se irá desvaneciendo hasta pasar a engrosar la lista de lo olvidado.

Hoy tan sólo quería compartir una de estas imagenes que pude captar el miércoles pasado. No se parece en nada a otra de hace cinco años pero, curiosamente, ambas provocan una sensación sorprendentemente similar. Esto pude observar: estoy de pie al lado de mi mesa (la clase se estira hacia los lados formando un espacioso rectángulo); frente a mí los pupitres en forma de semicírculo y, más atrás, tres grandes ventanales que dan hacia el este; en uno de ellos, sobre medio coco que pende del enrejado exterior, come gusanos y semillas un carbonero; a la derecha, en el rincón más alejado, los diez niños se apiñan en torno a la pantalla del ordenador para leer algo que les he mostrado; decorando la escena decenas casi imperceptibles de detalles testigos del desarrollo del curso: libros, fotografías, noticias, cuadernos,…; y, como fondo soberbio, una copiosa nevada que añade un matiz mágico al conjunto. Y allí estaba de pie, mirando a los niños, al carbonero, los copos de nieve, …, contemplando todo ese conjunto como si fuera materia para algún tipo de ensoñación. O quizá lo fuera.

Buen comienzo de semana.