sábado, 20 de septiembre de 2008

ANA PELEGRÍN.


El documento donde escribo las entradas del blog suele ser un desastre desordenado donde voy añadiendo ideas, enlaces por visitar, libros, fragmentos llamativos, temas que desearía tratar, citas, etc.

Acabo de hacer una pequeña limpieza y he comprobado que, entre otros, dejé sin abordar dos importantes cuestiones el curso pasado: la primera consistía en haber realizado un artículo en catalán, como dedicatoria a la tierra en la que viví y trabajé durante dos años, y también para Jaime, por ser su lengua materna y, por tanto, a través de la que entiende el mundo; la segunda se refería a Ana Pelegrín, una maestra de la que me habían hablado algunos grandes compañeros como una persona especialísima, sabia, sensible, entregada a asuntos como la poesía y la expresión corporal. Lamentablemente, sobre esta señora voy a hablar fuera de tiempo, puesto que falleció hace unos pocos días. En todo caso, no quería dejar de nombrarla y de citar algunos de sus libros:

- Poesía española para jóvenes.
- Poesía española para niños.
- Huerto del Limonar. Poetas del 27.
- Raíz de amor.
- Cada cual atienda su juego.

Algunas de sus palabras: “La poesía es un modo de escribir la vida, de retenerla en la palabra, de inscribirla, frágil y permanente, como si por un instante consintieras -diría García Montero- que a veces se vive en un libro de poemas” (Raíz de amor).

Y uno sus poemas seleccionados. Un poema muy especial para recitar a la persona que amas o para crear un momento mágico en una escuela de primaria:

Dos cuerpos frente a frente
son a veces dos olas
y la noche es océano.

Dos cuerpos frente a frente
son a veces dos piedras
y la noche desierto.

Dos cuerpos frente a frente
son a veces raíces
en la noche enlazadas.

Dos cuerpos frente a frente
son a veces navajas
y la noche relámpago.

Dos cuerpos frente a frente
son dos astros que caen
en un cielo vacío.

Octavio Paz (Libertad bajo palabra).

NOTICIAS EN DESCOMPOSICIÓN.

Deseaba comentar un par de actos vandálicos, pero he meditado y he preferido tragarme las noticias primero, hacer la digestión (pesada, eso sí), y manejar únicamente unos pocos nutrientes ya digeridos. Tratar asuntos crudos es un problema, y acabo atragantándome. Además, este obrar es mucho más budista.

Así pues, únicamente me queda referirme a la palabra enajenación. Nunca me ha gustado esta palabra, y siempre que la escucho siento que esconde terribles intenciones. Nunca tendríamos que fiarnos de asuntos en lo que hubiera que enajenar nada. Mucho menos si no es nuestro. Y también deseaba referirme a la palabra secarral. Bueno, ésto no lo he digerido del todo. Mis jugos gástricos no han podido con las erres, y por eso tendría que rumiar todavía sobre la formación de los que escriben en los periódicos y los que toman decisiones, de los distintos intereses de las personas ante algo concreto y la lógica falta de acuerdos, de las enfrentadas maneras de ver el mundo, etc. Malditas erres.