Quizá sea un revolucionario de la lengua, un precursor, un visionario, un romántico; mientras ésto se demuestre, el “javalí” y su “hubicación” seguirán siendo todo un enigma en el hito del simbolismo que el lenguaje humano representa. Hala maño, abre los ojos.
De las noticias, libros, blog, fotos, y demás zarandajas usadas con fines educativos no sabría precisar con exactitud su valor y efecto pedagógico (quizá sí), pero sí podría afirmar con rotundidad que generan un continuo debate, diálogo, escucha de opiniones, revisión de las propias, etc. Soy capaz de conocer con buen nivel de profundidad las certezas de los niños, sus sentimientos, sus impresiones acerca de un amplio y variado espectro de contenidos y ámbitos, sus miedos y alegrías. Esta mañana, de un modo bastante espontáneo se ha generado una especie de debate en la que han aparecido temas como la pena de muerte, la inmigración, o la educación cívica. Y aquí ha sido donde han surgido algunas afirmaciones que me han dejado tan perplejo como triste y preocupado, helado: palabras con una carga de racismo notable, con evidente falta de empatía, con absoluta falta de respeto y consideración hacia otros. Han sido frases memorables que me hacen entender se han gestado íntegramente en cabezas más maduras (digamos más viejas, mejor) que las de estos niños.
Es evidente que aquí se plantea el recurrente debate de las relaciones entre la familia y la escuela, sobre cuándo una se entromete en las funciones y competencias de otra. Sería sencillo si fueran parcelas remotamente independientes, pero son lo contrario; más aún: lo ocurrido en una de estas esferas afecta irremediablemente a la otra. Y creo haber planteado una buena evidencia: ¿cómo encajar en la escuela ideas familiares que no tienen cabida en un modelo pedagógico que plantea principios básicos de acción como la tolerancia, el respeto, o el conocimiento?. Pronto tendré la reunión de padres inicial. Creo que, dada la gravedad de algunas ideas y sus consecuencias para la convivencia escolar, es mi obligación abordar estos problemas. Aunque asumiendo que, con seguridad, apenas tendré efecto alguno y que no tengo la menor idea sobre el modo en que plantear el problema.
El blog escolar Palabras Mágicas se ha revelado, también por sorpresa, como un recurso utilísimo. Unos cuantos niños tienen unas ganas de escribir que supongo no habían tenido nunca; el ambiente creado por el blog y la responsabilidad de saberse leídos por otros provoca también una escritura muy especial, con intensos sentimientos en juego, con gran reflexión sobre qué se va a contar. Ha sido muy emocionante percibir la alegría de algunos al recibir los comentarios, escuchar como autónomamente daban sentidas gracias por la visita y por las palabras, tener que emplazar hasta mañana (falta de tiempo, claro) a unos cuantos que querían escribir ya el tercero de los artículos. Algunos de los visitantes de este blog, otros pocos familiares, otros amigos de http://www.elornitologo.com/, e incluso Hugo, el biólogo argentino, han regalado unas palabras a los niños.
Este buen funcionamiento inicial me ha descubierto mil posibilidades (comunicación con otras escuelas, participación de las familias, participación de personas relacionadas con los temas que tratamos en conocimiento del medio, complemento de temas tratados en el aula por medio de inclusión de enlaces, noticias relacionadas, fotos, etc.) y dos grandes problemas: la falta de conexión a la red en el casi 100% de los hogares del pueblo limita enormemente el desarrollo de muchas ideas, y, por otra parte, la ya señalada falta de un ordenador en mi clase, lo que representa otro obstáculo aún mayor para cualquier intento de planificación del trabajo. Con la cantidad de empresas que se desprenden de aparatos en aceptable estado (más aún para los que nada tenemos) he pensado ejercer algún tipo de acción mendicante, o abrir una cuenta en el blog (unos cien visitantes diarios a razón de cinco euros es un estupendo ordenador de sobremesa) al estilo de los americanos que empiezan cambiando un boli y acaban consiguiendo una casa. Tenemos unos cuantos dibujos, y otras pocas redacciones: ¿Alguien dispuesto a comenzar el trueque?, ¿algún ordenador que estorbe por ahí?.
De las noticias, libros, blog, fotos, y demás zarandajas usadas con fines educativos no sabría precisar con exactitud su valor y efecto pedagógico (quizá sí), pero sí podría afirmar con rotundidad que generan un continuo debate, diálogo, escucha de opiniones, revisión de las propias, etc. Soy capaz de conocer con buen nivel de profundidad las certezas de los niños, sus sentimientos, sus impresiones acerca de un amplio y variado espectro de contenidos y ámbitos, sus miedos y alegrías. Esta mañana, de un modo bastante espontáneo se ha generado una especie de debate en la que han aparecido temas como la pena de muerte, la inmigración, o la educación cívica. Y aquí ha sido donde han surgido algunas afirmaciones que me han dejado tan perplejo como triste y preocupado, helado: palabras con una carga de racismo notable, con evidente falta de empatía, con absoluta falta de respeto y consideración hacia otros. Han sido frases memorables que me hacen entender se han gestado íntegramente en cabezas más maduras (digamos más viejas, mejor) que las de estos niños.
Es evidente que aquí se plantea el recurrente debate de las relaciones entre la familia y la escuela, sobre cuándo una se entromete en las funciones y competencias de otra. Sería sencillo si fueran parcelas remotamente independientes, pero son lo contrario; más aún: lo ocurrido en una de estas esferas afecta irremediablemente a la otra. Y creo haber planteado una buena evidencia: ¿cómo encajar en la escuela ideas familiares que no tienen cabida en un modelo pedagógico que plantea principios básicos de acción como la tolerancia, el respeto, o el conocimiento?. Pronto tendré la reunión de padres inicial. Creo que, dada la gravedad de algunas ideas y sus consecuencias para la convivencia escolar, es mi obligación abordar estos problemas. Aunque asumiendo que, con seguridad, apenas tendré efecto alguno y que no tengo la menor idea sobre el modo en que plantear el problema.
El blog escolar Palabras Mágicas se ha revelado, también por sorpresa, como un recurso utilísimo. Unos cuantos niños tienen unas ganas de escribir que supongo no habían tenido nunca; el ambiente creado por el blog y la responsabilidad de saberse leídos por otros provoca también una escritura muy especial, con intensos sentimientos en juego, con gran reflexión sobre qué se va a contar. Ha sido muy emocionante percibir la alegría de algunos al recibir los comentarios, escuchar como autónomamente daban sentidas gracias por la visita y por las palabras, tener que emplazar hasta mañana (falta de tiempo, claro) a unos cuantos que querían escribir ya el tercero de los artículos. Algunos de los visitantes de este blog, otros pocos familiares, otros amigos de http://www.elornitologo.com/, e incluso Hugo, el biólogo argentino, han regalado unas palabras a los niños.
Este buen funcionamiento inicial me ha descubierto mil posibilidades (comunicación con otras escuelas, participación de las familias, participación de personas relacionadas con los temas que tratamos en conocimiento del medio, complemento de temas tratados en el aula por medio de inclusión de enlaces, noticias relacionadas, fotos, etc.) y dos grandes problemas: la falta de conexión a la red en el casi 100% de los hogares del pueblo limita enormemente el desarrollo de muchas ideas, y, por otra parte, la ya señalada falta de un ordenador en mi clase, lo que representa otro obstáculo aún mayor para cualquier intento de planificación del trabajo. Con la cantidad de empresas que se desprenden de aparatos en aceptable estado (más aún para los que nada tenemos) he pensado ejercer algún tipo de acción mendicante, o abrir una cuenta en el blog (unos cien visitantes diarios a razón de cinco euros es un estupendo ordenador de sobremesa) al estilo de los americanos que empiezan cambiando un boli y acaban consiguiendo una casa. Tenemos unos cuantos dibujos, y otras pocas redacciones: ¿Alguien dispuesto a comenzar el trueque?, ¿algún ordenador que estorbe por ahí?.