Se aproxima el primer descanso del curso. Justo cuando empieza a haber algo de complicidad y cuando todos vamos haciéndonos a las nuevas vistas, olores, y sabores, zas!, a descansar.
Los pequeños detalles son lo que más añoro: el olor a Ansó, el edificio de la escuela, abrir yo mismo mi clase y entrar con todos lo alumnos a la vez, gestionar personalmente mis espacios (mi clase, mi cuarto de material, la biblioteca,...), etc. Este curso, al haber una puerta única para entrar a la escuela y al estar en la cabecera del CRA, es todo diferente.
El jueves tuve la primera reunión de padres. Es un momento muy curioso. Para empezar las familias (madres 100%) te observan preguntándose qué tipo de persona habrá detrás de ese tipo, qué narices les habrá deparado este año el azar. Y uno intenta captar algún mensaje de aprobación tras una mueca o una media sonrisa. Algún mensaje que diga “vale, te damos el visto bueno, ya puedes empezar a trabajar con nuestros hijos”. No es el objetivo de la reunión, claro, pero, tras hablar de agenda, horarios, hábitos, formas de trabajo en cada área, etc., queda esa sensación de duda acerca de lo que pensarán sobre uno esas personas con las que tienes una responsabilidad tan enorme.
Por otra parte, también quedan dudas sobre el calado del mensaje que se intenta transmitir: ¿habrán captado como tal aquello que me parece más importante?, ¿estaremos de acuerdo en la manera de entender algunos puntos trascendentes en la educación del niño?, …; quizá algún padre o madre pudiera contar como se ve el asunto desde el otro lado, qué sensaciones se suelen recoger estando sentado frente al maestro.
Paseando por la feria de muestras, varias imágenes:
- De repente, el alcalde Belloch, Atarés, y el séquito de militares y gente importante. Faltaba sólo monseñor, que igual iba camuflado. A su paso emanaba el aroma del poder, de la gente que acapara miradas y que elige el futuro de casi todos, de esa especie de élite social, seleccionada ya no por su sabiduría, y que es protegida a su paso por decenas de policías y guardaespaldas en un intento de preservar a esos seres vitales para el mundo.
- Pabellón de ciencia: queda confirmado, es cierto que hay unas veintiuna dimensiones y que el espacio-tiempo se curva en presencia de un agujero negro. Un físico nos ha dicho que no nos preocupemos, que en las fórmulas todo cuadra y se constata, pero que ellos tampoco entienden el concepto.
- Pabellón de las fuerzas armadas, sus misiles de todo tipo, y otras armas para matar humanitariamente (ahora se mata así): ¿esto se expone?, ¿es un orgullo un cartel donde pone qué tipo de objetivos son capaces de destruir? (yo no me quiero liar con sentimientos y esas cosas, pero no acabo de entender lo de crear para destruir).
- Pabellón de arte: espacio minúsculo y algunas obras de agárrate y no te menees (véase composición de 3x3 metros a base de fotos de un tipo gordo y peludo tirado en el suelo desnudo, o ramas secas de árbol desparramadas en el suelo).
- Exposición de reptiles: pitón reticulada de nueve metros, pitón albina, cobra africana, cocodrilo marino, cobra africana, tortuga gigante de las Sheychelles, etc. Los animales, aunque malamente encerrados, siguen siendo un motivo para amar la vida.
- Stand de ARAMON. Qué lástima que las azafatas no tuvieran ni idea de qué era eso a lo que ponían imagen, porque en ese caso hubiera podido tirarles algún huevo o algún otro cacharro a la cabeza. Qué terrible pena ver sus carteles llenos de montañas sin plantas, sin vida, inundados de personas con su ropa y material de último modelo figurando en un espacio originariamente tan ajeno a esa estupidez humana.
Los pequeños detalles son lo que más añoro: el olor a Ansó, el edificio de la escuela, abrir yo mismo mi clase y entrar con todos lo alumnos a la vez, gestionar personalmente mis espacios (mi clase, mi cuarto de material, la biblioteca,...), etc. Este curso, al haber una puerta única para entrar a la escuela y al estar en la cabecera del CRA, es todo diferente.
El jueves tuve la primera reunión de padres. Es un momento muy curioso. Para empezar las familias (madres 100%) te observan preguntándose qué tipo de persona habrá detrás de ese tipo, qué narices les habrá deparado este año el azar. Y uno intenta captar algún mensaje de aprobación tras una mueca o una media sonrisa. Algún mensaje que diga “vale, te damos el visto bueno, ya puedes empezar a trabajar con nuestros hijos”. No es el objetivo de la reunión, claro, pero, tras hablar de agenda, horarios, hábitos, formas de trabajo en cada área, etc., queda esa sensación de duda acerca de lo que pensarán sobre uno esas personas con las que tienes una responsabilidad tan enorme.
Por otra parte, también quedan dudas sobre el calado del mensaje que se intenta transmitir: ¿habrán captado como tal aquello que me parece más importante?, ¿estaremos de acuerdo en la manera de entender algunos puntos trascendentes en la educación del niño?, …; quizá algún padre o madre pudiera contar como se ve el asunto desde el otro lado, qué sensaciones se suelen recoger estando sentado frente al maestro.
Paseando por la feria de muestras, varias imágenes:
- De repente, el alcalde Belloch, Atarés, y el séquito de militares y gente importante. Faltaba sólo monseñor, que igual iba camuflado. A su paso emanaba el aroma del poder, de la gente que acapara miradas y que elige el futuro de casi todos, de esa especie de élite social, seleccionada ya no por su sabiduría, y que es protegida a su paso por decenas de policías y guardaespaldas en un intento de preservar a esos seres vitales para el mundo.
- Pabellón de ciencia: queda confirmado, es cierto que hay unas veintiuna dimensiones y que el espacio-tiempo se curva en presencia de un agujero negro. Un físico nos ha dicho que no nos preocupemos, que en las fórmulas todo cuadra y se constata, pero que ellos tampoco entienden el concepto.
- Pabellón de las fuerzas armadas, sus misiles de todo tipo, y otras armas para matar humanitariamente (ahora se mata así): ¿esto se expone?, ¿es un orgullo un cartel donde pone qué tipo de objetivos son capaces de destruir? (yo no me quiero liar con sentimientos y esas cosas, pero no acabo de entender lo de crear para destruir).
- Pabellón de arte: espacio minúsculo y algunas obras de agárrate y no te menees (véase composición de 3x3 metros a base de fotos de un tipo gordo y peludo tirado en el suelo desnudo, o ramas secas de árbol desparramadas en el suelo).
- Exposición de reptiles: pitón reticulada de nueve metros, pitón albina, cobra africana, cocodrilo marino, cobra africana, tortuga gigante de las Sheychelles, etc. Los animales, aunque malamente encerrados, siguen siendo un motivo para amar la vida.
- Stand de ARAMON. Qué lástima que las azafatas no tuvieran ni idea de qué era eso a lo que ponían imagen, porque en ese caso hubiera podido tirarles algún huevo o algún otro cacharro a la cabeza. Qué terrible pena ver sus carteles llenos de montañas sin plantas, sin vida, inundados de personas con su ropa y material de último modelo figurando en un espacio originariamente tan ajeno a esa estupidez humana.