jueves, 30 de marzo de 2006

Respecto a mi problema del martes en la escuela, Paula, mi novia telefónica, me ha responsabilizado de la mayor parte del asunto, lo que aún me hace sentirme peor, porque supongo que tiene buena parte de razón.
Hoy ha sido en Ansó el último miércoles destinado a esquiar. Estos miércoles han supuesto un regalo para el bagaje motriz de los alumnos, pero han generado una falta de continuidad en las clases que ha tirado por tierra parte de mis objetivos para este segundo trimestre, el supuestamente más largo y, por varias razones, el de mayor importancia didáctica.
Por si fuera poco, el miércoles próximo celebraremos el día del árbol. Espero que aquel que dentro de 15 años se coma las nueces sienta un poco de cargo de conciencia por las clases que dejaremos de dar.
En San Andreu creo que todo sigue bien. Nuestro corresponsal hoy ha hecho una escandalosa dejación de funciones y no ha dado señales ni noticias.

martes, 28 de marzo de 2006

PLAF!.


Así ha sonado la bofetada que me han regalado hoy. Ya son varias veces en este curso que en el momento más insospechado, tras una acción inocente, pego un buen resbalón.

Hoy ha ocurrido algo así. Después de actuar con la mejor de las intenciones posibles, más allá de lo lectivo u obligatorio, ha habido una distinta interpretación de los hechos por parte de una familia, una distinta visión de la realidad, y un encontronazo de opiniones. Esto me afecta, aunque no tanto como antes. Cada día veo con mayor recelo a las familias, ya que tras tanta heterogeneidad observo que puede surgir un problema de cualquier parte.

En una especie de reunión entre los distintos profesores del colegio, una de los asuntos tratados ha sido el de ese sentimiento de continuo cuestionar al profesor por parte de algunas familias. Ya asumí hace años que al trabajar rodeado de muchas personas seguro que un buen puñado dudan de tu capacidad, esfuerzo, ..., e incluso piensan que eres un poco tonto, pero, aún así, cuando se crean algunos de estos conflictos, el resto del día aún mantiene un asqueroso sabor amargo.

Hoy marcho enfadado a la cama.

lunes, 27 de marzo de 2006

La semana pasada charlamos en clase sobre algunas cosas relacionadas con los pueblos, con su progresiva pérdida de inquilinos. Y de una idea a otra, y aprovechando una foto guardada durante años en la memoria, hablamos de cómo algunos pueblos son convertidos en un paisaje fantasmal del fondo de un pantano. Algunos señalaron que, en ocasiones, como en el Pantano de Mediano, si las condiciones fluviales acompañan, se puede ver incluso la torre de la iglesia asomando sobre la superficie. Una tristísima imagen, coincidimos todos.

Los niños no comprendían que llegaran unas personas y pudieran echar del pueblo a sus habitantes, a las gentes cuyas familias allí vivieron durante cientos de años, y que esas fotos antiguas de un pueblo lleno de vida, de escuelas y niños, de trabajo (como vimos en la foto de la revista Gurrion), se convirtieran en agua, simple agua y lágrimas para los descendientes. Los niños no comprendían. Probablemente porque cosas así sólo la mente ya bien retorcida de un adulto puede comprender. Como con el dibujo de la boa que se había comido un elefante del Principito (un sombrero!).

Por otra parte, la visita a la ciudad, además de ayudarme a recordar el extraordinario mal olor reinante en la misma, me ha permitido volver a comprar abundantes libros. Mañana creo que mis alumnos pasarán una buena mañana descubriendo desde Historias Mitológicas hasta algún caso de Cuatro amigos y Medio, o podrán viajar incluso al Centro del la Tierra. Los cien euros del Ayuntamiento de Ansó van a permitir muchas historias nuevas.

Por supuesto, la ciudad también sirve para que un maestro desgraciado como yo pueda insuflar un poco de vida a una relación sentimental basada en el teléfono y la distancia. Menos mal que la novia es tan maravillosa que el esfuerzo merece la pena.

Y, por último, en la madrugada del domingo unos cuantos skin heads pegaron una paliza a un pobre zagal que pasaba por la calle en la que he vivido toda la vida. Evidentemente en estas cosas no hay respuestas, pero me preocupan por mi hermano cuasiadolescente y a punto de iniciarse en las tareas de ampliación de su autonomía, de su independencia. Y por extensión pienso en los cientos de jóvenes adolescentes que cada día salen a la calle jugando a esa lotería cruel que les puede deparar uno de esos premios: una soberana paliza con el único pretexto de la diversión, la grabación, la ira contenida, la...

jueves, 23 de marzo de 2006


Permítaseme hoy no comentar cosa alguna. Hoy sólo traigo a la memoria una poesía (G.A. Bécquer) que sonaba frecuentemente en las clases de otro de mis maestros ya fallecidos. Se contaba de él que tenía todo el dinero que era posible tener, y que se dedicaba a la enseñanza por puro placer. En todo caso, guardo con cariño su recuerdo.


Cendal flotante de leve bruma,
rizada cinta de blanca espuma,
rumor sonoro
de arpa de oro,
beso del aura, onda de luz,
eso eres tú.

¡Tú, sombra aérea que cuantas veces
voy a tocarte te desvaneces
como la llama, como el sonido,
como la niebla, como un gemido
del lago azul!

En mar sin playas onda sonante,
en el vacío cometa errante,
largo lamento
del ronco viento,
ansia perpetua de algo mejor,
eso soy yo.

¡Yo, que a tus ojos en mi agonía
los ojos vuelvo de noche y día;
yo, que incansable corro y demente
tras una sombra, tras la hija ardiente
de una visión!

miércoles, 22 de marzo de 2006

Desde principio de curso una idea me preocupa. Un compañero ya maestro nos avisaba: "ojo chicos: hay que trabajar mucho, que es muy duro, que acabas hecho polvo, que el lobo es fiero y feo, que ...". Y, hombre, que me sienta cada día más contento y más feliz en el trabajo me da que pensar. Igual soy un vago, y no hago mi trabajo como debiera. Igual debo hacer algo para sentirme un poco peor, más cansado. No sé, quizá trate de marchar a casa un poco más triste cada día.

Sigo pensando, y últimamente más, sobre qué es bueno enseñar. Sigo sin tener claro cuánto debo desviarme del programa formal en actividades más "innovadoras" (menos formales). No dejo de pensar que hay horas y horas empleadas en el único objetivo de hacer aprender algo y unos meses después ese algo se ha evaporado como un espíritu.

Sigo preguntándome qué queda después de esa evaporación para tratar de dirigirme directamente a ello, a lo importante, a lo que queda.

Luego también comprendo que aún dedicando el esfuerzo a un "algo" totalmente evaporable, siempre podrá haber efectos colaterales positivos: aprender hábitos de esfuerzo, de sacrificio, disciplina, etc. No puedo identificar ni a los malos de la película.

El no poder ver los resultados de la enseñanza hasta pasados unos años, y ni siquiera entonces porque podrán haber influido tantos factores que ya no se podrá establecer la causalidad exacta de cada uno, es algo que me fastidia enormemente, ya que no puedo contar con ese "lo has hecho bien" o "cuidado, lo has hecho mal". Y, claro, como esto es como es, tampoco cuento con un maestro veterano del que aprender cada día. Al menos siempre quedan unos cuantos con los que se puede contar para pedir un consejo. Gracias Mariano (otra vez).

domingo, 19 de marzo de 2006

DESPEDIDAS.

Jaime sigue obligándome a que titule mis artículos, así que, una vez más (y ya son muchas), espero complacerle.

Los últimos días hablando de mi triste concurso de traslados siempre he recordado que entre mis ya varias despedidas de grupos recuerdo con especial cariño y pena la correspondiente a los grupos de gerontogimnasia de Huesca.

Esos años fueron muy especiales por muchas razones: vida independiente, ciudad bonita y agradable, buenos años de estudio, descubrimientos, ajetreo, etc. Pero esos alumnos tienen la mayor parte de culpa. Fue mi primer trabajo estable en que trabajé con muchos y variados grupos. Recuerdo un comienzo muy complicado, con muchas dudas, cuestionado a veces. Pero después, la experiencia, el cariño, los problemas, ..., de todas esas personas hicieron ese milagro de convertir ese trabajo en algo que va bastante más lejos, y acaba implicándote de manera muy personal. Ya he dicho otras veces que es por lo que me gusta mi trabajo.

Como digo, la despedida fue un trance para mí. En ese momento, las clases ya eran un poco más que sesiones de gimnasia. Muchas veces recuerdo muchas anécdotas, personas, cuento anécdotas de esta época a mis alumnos actuales, y cuando tengo la suerte de poder pasear por Huesca confío en encontrarme con alguna de estas personas.

Hoy me ha escrito unas de estas alumnas, Pilar, como suele hacer cada cierto tiempo. Pilar fue maestra, y siempre me animaba con mis estudios y me decía que tuviera paciencia y esperanza. Como le he dicho, cada uno de sus mensajes es una gran alegría. Además, me manda recuerdos de las otras compañeras que aún continúan ejercitando el cuerpo. Y que, tras varios años (3), me sigan recordando es todo un honor.

Creo que hasta este momento, los alumnos me han enseñado a mí mucho más que yo a ellos. Es una deuda que siempre quedará pendiente.

viernes, 17 de marzo de 2006

Si mi profesor de filosofía hubiera podido mostrarme cosas como esta, unos cuantos vídeos y fotos...; simplemente un día en la gran ciudad. Entonces hubiese comprendido rápido qué narices quería decir Marx con lo de la alienación del hombre.

Hoy hemos hablado un poco en clase del botellón. Es bonito hablar con personas cuya corta edad aún les permite reparar en las cosas evidentes, y, por tanto, no entender el propósito de las masas adolescentes dispuestas a beber veneno hasta que su cuerpo se rinda.

Me he permitido unas parodias de los sesudos argumentos de los bebedores, y los alumnos, entre risas, coincidían en que no eran razones de excesivo peso. Muchos alumnos también saben que sus padres se manifestaban cuando eran jóvenes por razones sociales, de injusticia, de libertad, de ...; Y algo resulta extraño en estas nuevas quejas de los jóvenes: "pedimos derecho a acabar vomitando en las calles". Los tiempos cambian.

La verdad es que estas cosas se escapan a mi comprensión. No sé donde están las inquietudes de todos esos miles de chicos, ni sé donde están sus padres poniendo un poco de sentido común. Me parece una juventud malgastada.

Recuerdo mis años de estudiante universitario: los momentos en los que la clase realmente estuvo unida fueron aquellos en los que tuvieron que protestar porque en no sé qué fiesta les pretendían poner unas limitaciones a la hora de servir cerveza. Esos potenciales maestros estaban indignados: cómo iban a pedir 10 barriles menos!. Los derechos son los derechos.

El año pasado, mientras hacía una cosa con no demasiado sentido, escuche una conferencia de un dirigente político argentino en torno al dopaje. Fue un placer escuchar su oratoria y su lucidez. Una de las imágenes que consiguió grabar en mi cabeza fue la que se refería a que la explicación del dopaje había que buscarla en la sociedad general. Una sociedad moderna química, dijo. Sociedad en la que hay una pastilla para dormir, otra para despertar, otra para no comer, otra para comer, una para ...., otra para...

Pues supongo que esta juventud tan alcoholizada y drogada no es sino fruto de esa sociedad química. Aunque, al menos, esos futuros ingenieros entrevistados en el CPS de Zaragoza podían defender con un poco más de inteligencia su derecho a emborracharse, su derecho a dejar todo un barrio lleno de basura y mal olor, y su derecho a alterar la vida de las familias del barrio, cuyos hijos incluso debían tomar precauciones por si el alcohol traía algún efecto colateral poco deseable. Vivir en un pueblo vuelve a alejarme de estos problemas.

Conozco a varios abuelos que mañana madrugan, como los últimos 70 años, que gustosos se llevaban a alguno a trabajar a primera hora.

miércoles, 15 de marzo de 2006

No hay demasiado que contar.

Hoy ha sido el tercer día de esquí de marzo. Un esplendoroso día que reconcilia a cualquiera con la vida. Los niños lo han pasado muy bien, han aprendido muchas cosas y siguen incorporando a sus vidas algunos hábitos y pequeños placeres físicos que en el futuro les reportarán, probablemente, un poco más de calidad de vida, o, simplemente, de felicidad.

El Ayuntamiento de Ansó ya nos ha dejado disponible un cheque para que podamos seguir incorporando libros y materiales a nuestra Escuela. Así da gusto.

Y respecto a Educación Física, que un poco olvidada la tengo por aquí, hemos empezado con varios cursos una unidad de gimnasia rítmica. Cada día encuentro nuevas justificaciones para la asignatura que no supe vislumbrar años atrás. Es un auténtico placer haber pasado varios días jugando hasta bien tarde con niños que al salir de la Escuela seguían practicando algunos de los ejercicios practicados en clase.

Por cierto, Sergio ha acabado ya su libro. Libro con el que ha disfrutado y que seguramente, y espero, dará pie para que lea muchos otros.

lunes, 13 de marzo de 2006

Dos dudas me acompañan:

El domingo ayudé un poco a mi hermanillo a estudiar lengua. Le he explicado muchas veces que aunque no vea sentido a algunas asignaturas, o crea que no le serán de utilidad, de una manera u otra le ayudan: le permitirán crear esquemas de razonamiento aplicables a otras situaciones, le ayudarán a crear diferentes maneras de entender las cosas, darán pie a nuevas realidades que podrán abrirle miles de caminos, etc. Pero luego, tras leer el contenido de su control de lengua, me cuestiono si mis palabras tienen sentido o sería mejor que se olvidara de la lengua, marchara a jugar unas partidas al futbolín y luego leyera un buen libro. En el Florido Pénsil eran curiosísimas e increíbles esas retahílas de palabras que debían aprender los niños sin saber muy bien por qué ni para qué ("...los gallegos son listos, precavidos, ...; los vascos son nobles, tímidos, ..."). Pues eso mismo me recordaban los valores morales presentes en la Celestina (libro que probablemente ya no leerá nunca), o las mil y una reglas de formación del género y número en los sustantivos.

Y segunda: cenando una de esas cenas que sólo una madre puede improvisar en 5' a unas horas escandalosas, estaba pensando sobre el curso, el trabajo, etc. En esas andaba cuando caí en la cuenta de algo: creyéndome como me creo integrante de un oficio milenario, un trabajo relevante en las diversas sociedades, algo lo diferenciaba de otros actualmente. Pensaba en los antiguos oficios artesanos donde la figura del aprendiz se acompañaba inexorablemente de la figura de su maestro. Más fácil aún: en cualquier empresa, por cutre que sea, el novato tiene al lado alguien que le enseña, o, al menos, le pega un palo cuando hace mal el trabajo. De repente sentí la gran importancia de este hecho, que por ser tan común no me había despertado gran reflexión hasta ahora. Así de claro, los maestros somos tan buenos, nuestra formación inicial tan genial, nuestros medios tan soberbios, nuestra implicación tan ejemplar, y bla, bla, bla, que estoy haciendo toda esta parte inicial del camino sin un maestro con 40 años de experiencia a mi lado. Ya sé que hay prácticas y esas cosas, pero entonces no era maestro. En la gestión de la escuela creo que hay procesos y aplicaciones que sólo se dan en ésta y que, por lo ineficientes o carentes de sentido, no se dan en ningún otro orden de la vida.

jueves, 9 de marzo de 2006

Estas semanas también debo realizar algunas actividades para superar mi fase de prácticas. Al contrario que Jaime, yo no seré honrado con la visita de un inspector. Aquí son más confiados y creerán lo que les cuente en una memoria que pienso hacer este fin de semana en un par de horas. No creo que la tontería merezca más tiempo. Creo que el desastre ya empieza con el sistema de oposición, por lo que lo sucesivo no puede ser mucho mejor.

A veces comparo con la tendencia a la eficacia en la gestión que suele ser objetivo de toda empresa privada, y aquí hay muchas cosas que parece que van hacia lo contrario.

También sigo escandalizado de una especie de recortes y medidas de ahorro aplicadas a la escuela. Me acuerdo de un gran profesor que siempre nos citaba algunas ayudas y subvenciones públicas como las que recibe una empresa privada como el Real Zaragoza, y luego tenemos que ir con cuidado de apurar el material, no recibimos bien la señal inalámbrica porque un nuevo punto de emisión cuesta a la administración 60 euros, o para recibir una vieja impresora, porque la mía estaba rota, han tenido que pasar 6 meses. Mientras, en una mañana, el Coronel Tapioca se gasta en munición para... maniobras lo llaman, y para la comida de la cabra, más dinero del que yo puedo dedicar para comprar libros durante todo un curso. Prioridades.

En el mundo real, en la Escuela hoy hemos recibido la mesa de ping-pong. Comprada con equilibrismos en el presupuesto y con un pequeño atraco por la espalda al ayuntamiento (que nos permitirá comprar más libros). La mesa llega desde el baúl de José Antonio Ferrando, lo que significa mil y una facilidades y ayudas. Los niños la han recibido entre sorpresas, gritos, y saltos de alegría. La hemos montado entre unos 25 y hemos estado jugando hasta las 20:30, tras merendar varias tortas y rosquillas. Incluso alguno ya se ha llevado una pala y una raqueta para entrenar en la cocina. Ya me perdonarán las madres.

Por la mañana, intentando entender algo sobre las perspectivas y aprovechando el gran día, hemos bajado a dibujar al campo.

martes, 7 de marzo de 2006

A menudo establezco comparaciones con mi trabajo en la Anunciata el año pasado. La verdad es que tienen poco que ver, pero son curiosos ciertos paralelismos. Para empezar, recuerdo que el año pasado, en marzo, estaba ya al límite de mis fuerzas, saturado y desbordado de trabajo. Sin embargo, ahora mismo sólo siento que el curso está consumiéndose a toda velocidad. Siento fuerzas para hacer 3 ó 4 cursos de tirón.

Y bueno, también estoy desconcertado por esa revelación que un amable anónimo me indicó el otro día: "debes aprender a olvidar, a empezar de nuevo". Y es que yo no tenía esta carga prevista para la mochila. Jaime se ríe de mí, y se burla de mi inocencia al quedarme sorprendido por esto que él considera algo evidente para una mente mínimamente despierta. Lo dicho, desconcertado. No contaba con ello, y aún sigo sin tener clara mi capacidad para llevarlo a cabo.

Mañana marcharé a esquiar. No se ha planteado la actividad de un modo mínimamente cercano a lo que sería lo ideal para mí, y pensaba mantenerme al margen de la misma, pero me apetece estar con los alumnos, y ayudar a que salga lo mejor posible, así que allí estaré.

Ya dejé caer este problema hace unos días. La cuestión es que lo ha organizado la asociación de padres de manera totalmente independiente, y creo que esto no tiene demasiado sentido siendo que nos referimos a una actividad insertada en pleno horario lectivo. Ocurre que al principio de curso, cuando estas cosas comienzan a gestarse, mi despiste aún era muy grande, era recién llegado, por lo que hice (o no hice) bastantes cosas de un modo ... poco correcto. Ahora obraría de manera muy distinta. Es otro ejemplo de cómo un maestro nuevo cada curso supone un montón de decisiones poco acertadas hasta que se adapta, si es que lo hace.

Hoy ha sido otro día de descubrimientos, otro día feliz. Hoy, Jaime, no intento hacer llorar al lector.

En un momento de la mañana he llamado al maestro de la clase contigua para que observara cómo un niño que hace unos meses afirmaba no desear leer nada, y no mostraba interés hacia libro alguno, cuando he anunciado el recreo y todos han comenzado a correr, a buscar el ordenador, a gritar, se ha quedado quieto, ajeno a la clase, sumido en la lectura que se trae entre manos: Los Tres Investigadores. Quizá sea una simple anécdota, pero ya es un motivo para estar feliz un buen rato. Siempre que hablamos de la lectura me acuerdo de Mariano Coronas.

domingo, 5 de marzo de 2006

Frente a la pantalla, con las teclas dispuestas. Hoy la información es un pena:

Concurso de traslados: José Luis Capilla Lasheras. Origen: CRA Río Aragón (Huesca). Destino: CRA Algars de Cretas (Teruel).

Alguien importante se ha enterado de mi felicidad y ha decidido pegarme una gran patada en el culo.

Desde que empecé a trabajar en Huesca hace 4 ó 5 años, con mis queridas abuelas de gerontogimnasia, me han resultado muy difíciles las despedidas. Me temo que uno de los aspectos más duros de mi trabajo va a ser este.

Llevaba semanas esperando el destino. Y mi novia y mi madre, claro, y algunos más. Yo tenía la esperanza de poder seguir en Ansó. Ya saben: la naturaleza, el pueblo, su olor, sus casas, ..., y mis alumnos. Unos alumnos que se convierten en la familia de un maestro al ser las únicas personas con las que se comunica durante la mayor parte de la semana, si no toda. Y no sólo eso: los primeros alumnos que me han dado la oportunidad de ser tutor, de conocerles, de mostrarles algunas pocas cosas del mundo que nos rodea. Probablemente los alumnos que más me enseñarán durante mi camino como maestro.

He invertido, y sigo en ello, un buen esfuerzo cada día en tratar de mejorar mi relación con ellos. Ahora, esa voz de la resultante final de los movimientos migratorios de los 100.000 maestros ambulantes me dice: "Olvídese de las chorradas, que el año que viene ponemos ante usted otro grupo y vuelta a empezar". Realmente no tengo ninguna gana de volver a empezar.

Recién conocida la noticia, al comentarla con los compañeros, los alumnos detectaron alguna cosa extraña, ¿una cara triste?, y pedían información. No les dije nada (algún "¿qué pasa?" sonó 250 veces). Creo que no me atreví. La historia se repite. A mis queridas abuelas también les informé de mi despedida en los últimos días, tratando de evitar, por todos los medios, una información que resultaba dolorosa.

Al curso le quedan 4 meses, pero ya van a ser 4 meses tristes, con la certeza de que llegará junio, y el día 20 ó 21 cerraré por última vez la clase, haré de nuevo las malditas maletas, y me alejaré de Ansó. Muchas ilusiones, ideas, etc. se quedarán atrás, junto al pueblo. Y para los alumnos el nuevo curso comenzará con una nueva incógnita de lo que la ruleta les haya deparado, recordando quizá alguno al maestro recién desaparecido.

Los 6 meses anteriores han estado repletos de descubrimientos, de compañeros, de tiempo, de trabajo y resultados, ... de felicidad, en definitiva. Pero todo ha quedado empequeñecido ahora, y todo ha perdido un poco de sentido y de brillo.

Cretas es el pueblo de Jaime. Otro guiño del destino.

jueves, 2 de marzo de 2006

Ayer oí que un señor había tirado al metro a una joven, por lo que había perdido una pierna. En el juicio se utilizó, con éxito total, el atenuante de que el tipo no estaba en sus cabales. Y es cuando uno se queda pensando si está tonto. ¿No es evidente que alguien que tira a otro , sin mediar palabra ni conocerle, al metro, no puede tener jamás la mínima salud mental?.

También ahora está muy de moda lo del acoso escolar, bulling para los académicos. Además, como la TV está tan interesada en el asunto, pues parece que es algo que han descubierto los medios de comunicación. En la escuela se ha comentado un poco el asunto estos días. Y todos hablan de la gravedad y complejidad del asunto. Yo, en mi afán de llevar la contraria (Jaime), no veo sentido a tal revuelo. Sólo veo que es una consecuencia lógica de la sociedad. No creo que el problema o la solución haya que buscarlos en la escuela. Me recuerda a los intrincados debates sobre las drogas en los jóvenes. Y resulta que los adultos que debaten el problema celebran el final de la reunión con un brindis y un puro, tras las copas de rigor.

Magisterio cambia de aires. La convergencia europea creo que se llama. Cuatro años de carrera, un practicum, sólo dos especialidades (primaria e infantil), y las especialidades convertidas en "menciones" que se eligen durante la carrera. Creo que estos son algunos de los principales rasgos. Me pregunto si habrá algún cambio en lo esencial.

Mariano Coronas me manda la revista Gurrión. Aún no la he leído entera. Me preguntaba si suscribirme o no, pero inmediatamente me he avergonzado de tal pensamiento. Una revista que nació el mismo año que yo, y sigue contando cosas, 25 años en el camino, demuestra tener muchas cosas que han de ser leídas. Además, es una revista que nace en el Pirineo, en Huesca, y qué voy a contar. Estas tierras me están brindando muchos de mis días más felices.

Hoy no he dado clase. Hoy los niños se han ido a esquiar. O eso creo. Mañana hablaré de esto.