sábado, 18 de julio de 2015

FOTOGRAFÍA EMOCIONAL.




Estas son las cosas que hay dentro de la cabeza. Y otras muy malas, claro, que sería feo enseñar.

viernes, 10 de julio de 2015

EL SENTIDO.

Por cosas de la vida, me gano el equilibrio mental a base de esfuerzos físicos. Quizá no tanto alcanzar el equilibrio mediante el esfuerzo como surgir el esfuerzo del desequilibrio. No estoy seguro, quizá lo anterior sea apenas un juego de palabras.

Miro atrás, ya más de veinte años, y veo carreteras, montes, horizontes... escucho mi respiración rítmica y mi conciencia centrada en llegar un poco más lejos y un poco más rápido. No sé si los deportes individuales son fruto de una personalidad esencialmente solitaria e introvertida, o la personalidad ha surgido como consecuencia, o ambas son ciertas y se alimentan una a otra. 

Por causas que no comprendo, las actividades han evolucionado, o degenerado, a más difíciles y arriesgadas. Nunca con vocación de mostrarse, lo cual está en pleno auge, sino como algo que se dirige hacia mí, que trata de responder o satisfacer una necesidad estrictamente interior. 

En los últimos meses he corrido cierto peligro de perder la vida en varias ocasiones y he acabado en una ambulancia con varios goteros como consecuencia de un gran esfuerzo en otra circunstancia. Lo más curioso de este último caso fue la unanimidad en las preguntas de las personas que se acercaron después para interesarse por mí: "pero... ¿tú crees que merece la pena semejante esfuerzo para acabar así?". Hace algunos meses leí fascinado los relatos de personas de distintos campos que entregaban su proyecto vital a pasear por límites similares a los que describo, salvando humildemente las distancias. Justamente ese instante frágil en que sentían las aristas  y los límites de su vida era lo que les insuflaba ánimo para seguir... aunque el camino para llegar allí supusiera un esfuerzo descomunal. Recuerdo la entrevista a Labordeta en la que decía que en este mundo infame y de locos quedaban dos opciones: o pegarte un tiro, lo que resulta extremadamente difícil, o zambullir cada átomo de tu cuerpo en trabajo y entrega hacia causas justas y nobles. Creo en esta afirmación como en el padrenuestro de mi infancia. Ante un mundo incomprensible e injusto, ante preguntas dolorosas irresolubles... ¿qué mejor fortuna que poder descubrir los nítidos límites de tu propio cuerpo y tu propia vida?, ¿qué mejor constatación de que has hecho todo lo posible que acabar en una camilla? 

Ojalá en otros campos de la vida existiera esa camilla que demostrara que has hecho todo lo que estaba en tu mano, que puedes estar tranquilo y satisfecho porque ya no queda ni media gota de esfuerzo por entregar.

viernes, 3 de julio de 2015

OTRO A LAS ALFORJAS.

Revista a punto de caramelo, el trabajo final en equipo concluirá con casi cien ejemplares de 28 páginas que resumirán tres meses de trabajo.

Siguen pasando las semanas, convertidas incluso en meses, y cualquier tema para escribir me parece repetitivo y manoseado o inservible: sociedad conformista y superficial, conciencia de crecimiento ajena a los desheredados, inspección educativa, políticos infames y desmanes ecológicos... He escrito sin parar en el blog de clase, que tiene la función de compartir con las familias lo trabajado y de dar voz a los pensamientos y las actividades de los niños. Pero más allá de eso, no tengo palabra que aportar. El inconformismo y el espíritu críitico llevado a cierto punto se convierten seguramente en un difícil lastre.

Ha sido un curso fantástico, he trabajado, quizá, mejor que cualquier otro año. Ha habido un gran ambiente de esfuerzo en clase, hemos salido a observar y analizar la Naturaleza, han sido leídos decenas de libros interesantísimos, hemos mantenido vivo un interesante blog que ha dado lugar a tres revistas trimestrales, también hemos editado dos LibrosLibres, sobre los recuerdos escolares y sobre las memorias del curso, hemos recibido a muchas personas que nos han explicado detalles de temas concretos: cine, Naturaleza, pintura, por ejemplo. Ha sido también el curso en el que menos dudas he tenido. Tras una década larga en la escuela, va resultando evidente que el interés de la administración no es por los niños y por lo que a través de los maestros se les aporta para su vida. El interés está en los papeles, los papeles como objetivo en sí mismos. Y los papeles bailan a ritmo de ocurrencia... ocurrencia de inspector esquizofrénico, ocurrencia de partido gobernante, ocurrencia de partido que recupera el poder con ansia de revancha. El espíritu de las escuelas eficaces y dignas les lance un buen rayo cuando llegue el momento. Como cada año, los miércoles han sido los días en los que nos dedicamos a desarrollar la citadas ocurrencias. Dos horas semanales durante un año, durante ya once años, inservibles, para tirar a la basura, ocupadas en documentos imposibles de aplicar y que además nadie intentará aplicar. Evaluaciones iniciales para niños de 6 años de 3 horas, listas y listas de enunciados para comprobar en clase como si no hubiera otra faena diaria y como si aportaran valor alguno. Como cada año también, los maestros hemos sido un colectivo dócil, sumiso y cobarde, que ha preferido mentir a defender la dignidad de su oficio ante quien fuera necesario. Visitas de inspectores que piden papeles confeccionados a toda prisa el día de antes para mantener la mentira y que ni siquiera se asoman a las clases para saludar a los niños o comprobar qué forma tienen (número de brazos y piernas, etc.).

Ha sido un curso dedicado a la escuela, a salir al monte y a leer. En principio tres acciones deseables, pero que finalmente quizá no sean favorables. En cualquier caso, ya forma parte de la historia. En breve, otros niños mirándonos y a la espera de comenzar... una vez más.