domingo, 24 de noviembre de 2013

PEDAGOGÍA PALEOLÍTICA CON CHAQUETA CONTEMPORÁNEA (PROBABLEMENTE 2000 EUROS).

Un buen lugar, o quizá el peor, para pensar en la pedagogía y en los otros asuntos.

Son infinitas las posibilidades actuales de encontrar en la red temas de discusión, reflexión o admiración. Trágicamente el tiempo es limitado y generalmente es el azar el que nos obliga a tomar unos caminos u otros en nuestros paseos frente a la pantalla. Hace unos días me encontré aquí con la descripción de un proyecto de trabajo emprendido en el área de biología en el IES Alpajés de Aranjuez destinado a alumnos de segundo de bachillerato. Se trata del Proyecto Nautilus, que está orientado hacia el estudio e investigación de contenidos con el mar como concepto nuclear. El proyecto, contado a través de su propio blog (¡quitad el sonido del oleaje!), es interesantísimo, un gran ejemplo de un tipo de pedagogía que me resulta muy atractiva y valiosa.

El artículo inicial del blog de El País dice lo siguiente al respecto de la valoración del proceso por parte de los profesores responsables:

Como conclusiones finales de este trabajo y en el momento de ir “llegando a puerto”, Javier y Julio, nos hacen participes de una serie de consideraciones: el Bachillerato, en la actualidad, corre un alto riesgo de convertirse en una mera antesala de las pruebas de acceso a los estudios universitarios (PAU) y con una metodología cercana a una instrucción apremiada, al estilo de muchas academias que preparan las pruebas de oposición.

Los profesores que promovemos esta actividad estamos convencidos que debería procederse a un cambio profundo en la concepción del Bachillerato, haciéndolo derivar hacia un modelo basado más en la investigación, generación y comunicación de resultados, logros y aprendizajes, superando la simple incorporación de contenidos, a veces, mal asimilados.

En cualquier caso, el modelo que presentamos se ha llevado a cabo en el aula, ha sido compatible con la marcha ordinaria del curso y con los contenidos correspondientes a cada disciplina. Además de proporcionar momentos en los que la convivencia, la experiencia compartida y la emoción elevada al rango de contenido esencial han formado parte también del escenario académico.

Hemos realizado una travesía conjunta, profesorado y estudiantes, que, como ellos mismos reconocen, les permitirá recordar este curso por algo más que por ser el último en el instituto. Será, para todos, el año del “Proyecto Nautilus”. Solo por eso, por la vivencia compartida y la memoria consolidada, ya ha merecido la pena embarcarse en esta nave, en un ‘Viaje al fondo del Mar”.

Llama la atención esta queja sobre el carácter exclusivamente utilitarista del bachillerato. Cada día aumentan las voces que claman contra la pérdida de carga lectiva, o la total desaparición, de áreas humanísticas, de literatura, de filosofía, …, a favor de las más prácticas y orientadas al mercado laboral, a la economía, a la producción… campos en los que el pensamiento crítico no cabe e incluso estorba. Me gustó comprobar el afán de los docentes por contenidos y valores que van mucho más allá de preparar mecánicamente autómatas que superen del mejor modo las pruebas de acceso a la Universidad. Pero, y aquí mi sorpresa, si incluso existe esta reflexión en un nivel donde todos aceptamos que superar las PAU tiene una trascendencia vital para los alumnos y, por tanto, debemos aceptar en algún grado el marcado carácter utilitario del bachillerato o, al menos, de su segundo curso, ¿qué pensar cuando la enseñanza mecánica, repetitiva, centrada en la constatación del rendimiento a través de pruebas escritas, desquiciada y desquiciante en muchos casos, se produce en los niveles más bajos de primaria?

Me sorprendo al ver a niños de primer o segundo curso de primaria haciendo fichas hasta la saciedad, realizando exámenes escritos periódicamente, haciendo pruebas de evaluación inicial al comenzar el curso que les llevan tres o cuatro días sin descanso. Niños de siete escasos años, ¡acaban de nacer!, repasando en la fila, antes de entrar a clase, de forma angustiada como si realmente a las PAU tuvieran que enfrentarse. En este planteamiento apenas cabe la sorpresa, el humor, la improvisación, las salidas a la calle para mirar la vida de una forma más cercana. Ciertamente creo que la escuela es otra cosa, especialmente en la etapa de primaria. En cualquier caso, me quedo con nuestra suerte: el sistema es tan obtuso y retorcido que apenas tiene mecanismos para controlar lo que realmente se hace dentro de cada aula, así que desde un enfoque estrictamente personal (al margen de la consideración general del triste sistema que se impone e impregna el día a día), los maestros podemos seguir haciendo lo que no parezca oportuno, bien sea mirar el whatshap mientras los niños deambulan por la clase, o intentar dar un paso más allá de la enseñanza memorística de contenidos y la evaluación de rendimientos ¿objetivos?

martes, 19 de noviembre de 2013

LOS LIBROS QUE CAMBIARON LA VIDA AL SEÑOR PERRO (I).

Desde lainformación.com, del genial A. Martínez Ron (fogonazos.com), añadimos un extra a este repaso de personajes gloriosos: por recordarnos a Feynman, por representar el amor por la enseñanza más auténtica, por el sentido del humor,  por dar una patada en el culo a nuestra anquilosada y ridícula escuela, por la búsqueda de la sorpresa, por sus camisas de colores, por identificarnos pedagógicamente con él desde nuestra humilde y minúscula posición.

El perro Tastavín es un tipo de contrastes. Llevaba varios meses sin escribir, incluso sin apenas formular reflexión alguna, y estos últimos días ha experimentado un repentino impulso creador. En muchos casos sus ideas se quedan en el limbo pues no tengo tiempo de pasarlar a papel, y él no consigue aprender a teclear. Con semejante patas, ni hablamos de coger un lápiz. Digo yo que en la era del coltán, los chips y las impresoras que imprimen en tres dimensiones y a escala atómica, la época de tantos asuntos extraños, bien podrían fabricar un teclado para perros con formación académica.

Comentábamos hace unos días la suerte que representa la lectura. Entre humanos es un tema manoseado, un tópico podría decirse, pero entre un perro y un humano no deja de ser una conversación interesante. Señalábamos la fortuna de poder acceder a ideas que pueden cambiarte la vida, que nos la cambian, de hecho. Poder introducirnos en las vidas de personajes memorables y sentir el vértigo de sus prodigiosas peripecias. A raíz de esta charla surgió la posibilidad de reseñar en nuestro refugio blogosférico un listado de los libros que nos han cambiado la vida, esos que han conseguido hacer de nosotros algo diferente a lo que éramos cuando comenzamos a leerlos. Los que nos emocionaron, nos conmovieron, o nos hicieron un poco más sensibles ante la circunstancia que llaman realidad. Pensamos que igual que nos gusta que sean nombradas aquí algunas personas especiales, simplemente por el honor de cobijar su nombre, también señalar algunos títulos tendría su sentido.

Así pues, de manera aleatoria y desordenada, cada cierto tiempo nombraremos algunos de estos títulos que no pretenden formar ninguna lista exhaustiva, sólo responden a la mirada que el amigo perro o yo echemos en ese momento a la librería que nos protege un par de metros a nuestra derecha. Será nuestro humilde y sentido agradecimiento a sus autores (nuestros amores Sagan, Dawkins, Sampedro, Russell, Durrell, Pallaruelo, etc.). Comenzando por el final:

- ¿Está vd. de broma, señor Feynman?: está especie de biografía es un delirio, un placer y una montaña de genialidad. R. Feynman ha sido premio Nobel de física, pero es un hombre amante de los placeres más terrenales, capaz de aprender a pintar y en pocos días hacer una exposición, capaz de aprender a tocar instrumentos de percusión y acabar en un sambódromo brasileño o poniendo música a un espectáculo de ballet, participante en el diseño de los planes de estudios de los escolares americanos (¡y siendo el único del comité que leyó los libros objeto de análisis!), parte muy activa en la creación de la bomba atómica en el proyecto Manhattan, experto en apertura de cajas fuertes, profesor en las mejores universidades americanas y, a la vez, diagnosticado como deficiente mental por el ejército americano. Después de conocer a Harpo Marx, no había sentido tanto el final de un libro.

- Memorias de un montañés: aleatoriamente, como dijimos, citamos ahora este libro etnográfico. Tras la profunda huella que marcó el que nombraremos otro día, este es el mejor que hemos leído sobre nuestras amadas montañas y sobre la triste historia de la despoblación rural. El tema está abordado en muchos otros libros, pero el punto de vista tan personal de la narración me hizo sentir unos fuertes pinchazos en las tripas en el momento en que José Satué, al frente de su familia, cierra la puerta de la casa de Escartín por última vez: la casa que representa las labores del campo, los animales, la vida esforzadísima de sus antepasados, y toda una forma de vida que en ese simple gesto abandona el presente y se instala en el pasado. El contrapunto con la vida de los primeros años de Huesca es tremendo y plantea numerosos pensamientos.

Aún teniendo formación académica en escuela de curas, bilingüe, y con estudiantes segregados por sexos para mayor gozo y rendimiento, el perro Tastavín no deja de tener sus necesidades fisiológicas, así que aquí debemos parar. Que tengan una semana feliz, todo lo que sea posible en una ciudad tan infernal y agonizante como otra cualquiera (los que tengan la suerte de vivir en ella, claro).

miércoles, 13 de noviembre de 2013

EN EL TERRITORIO DE LAS SONRISAS Y LA ALEGRÍA PERMANENTE.

He comprobado qué significado preciso da el diccionario a melancolía. Creo que es mi palabra favorita. Creo que su sonido tan maravilloso es una razón más que suficiente para desearla, querer ser melancólico o anhelar sus efectos. Tristeza vaga, profunda, sosegada y permanente. Qué palabra tan perfecta que incluso su definición es bonita. Quién no desearía ser definido con palabras como profunda, sosegada, permanente. Era un tipo profundo, sosegado, permanente. Semejante definición no puede sino designar un concepto elevado y magnífico. Tristeza profunda y sosegada... tristeza otoñal, sin duda.

Comenzaba la clase con los niños de cuarto. La gimnasia rítmica es el pretexto para trabajar su sensibilidad, su motricidad orientada a generar movimientos estéticos, distintas habilidades, su capacidad de mostrar el trabajo desarrollado a los compañeros, entre otros asuntos. La música alternaba entre ritmos rápidos y lentos, más alegres o más nostálgicos. Ha comenzado a sonar una canción del pianista Ludovico Einaudi, he parado la clase un momento y les he contado que era una melodía muy especial para mí, asociada a viajes de vuelta de Ansó y finales de sesiones en la escuela Jean Piaget. Un niño se ha acercado y me ha dicho que si era del pianista en cuestión, que le encantaba a él y a sus padres y que esta canción era muy bonita. Que incluso la escuchó en directo hace poco. No deja de ser una pequeña anécdota, pero me ha provocado una gran alegría. La suerte de mi trabajo, lo digo una vez más (sabiendo pensar apenas dos o tres cosas, no tengo otra opción que repetirlas), está en poder compartir el tiempo con niños llenos de alegría, de sorpresas y de emoción. 

Frecuentemente escucho a personas vinculadas al mundo sanitario hablar de las tragedias con las que cada día se cruzan. Siempre pienso que no podría trabajar en ese ambiente de pena y dolor constante. Nuestro trabajo justamente está en el otro lado, en el de la energía desbordante y las sonrisas. Y esta creo que es mi gran suerte. Poder beber cada día un brebaje de los mejores ingredientes que la vida nos puede deparar.

En los últimos días he realizado con los alumnos de sexto varias actividades de carácter voluntario fuera del tiempo escolar. Son alumnos con buen nivel de autonomía y llenos de ganas que se prestan muy bien a este tipo de iniciativas. La participación ha sido muy buena, punto de partida básico para llevarlas a cabo. el tiempo compartido en tales situaciones permite conocer facetas de los niños desapercibidas de otro modo, más aún estando con ellos exclusivamente en las horas de EF en un colegio de dimensiones colosales. Pero la auténtica razón de su planteamiento es que cada día encuentro mayor placer en estas actividades clandestinas en las que hacemos lo que nos apetece, al margen del sistema oficial, al margen de sus malnacidos indicadores, instrumentos y criterios. Salimos a correr juntos, mejoramos nuestro control de la intensidad del esfuerzo, nuestra capacidad de autosuperación, etc., pero principalmente salimos a correr juntos disfrutando de la compañía, del esfuerzo, del viento que nos golpea con fuerza en la cara.

Y esperando la nieve en las montañas tan lejanas y tan cercanas, la luna llena inminente, y el frío que nos cubrirá con soledad y silencio, las clases de mañana, me despido una vez más. 

viernes, 1 de noviembre de 2013

AISLAMIENTO SENSORIAL Y OTRAS ALEGRÍAS.

Cinco días con desconexión total del mundo irreal. No sé qué tal les habrá ido a Rajoy o a los contertulios de las radios. Cinco días de feliz trabajo y posterior compañía del colosal e inenarrable Richard Feynman. Qué pena no poder invitarle al té. Vuelvo del mundo real y me encuentro que en nuestra frontera con los pobres y sucios africanos hemos vuelto a poner cuchillas para que no nos manchen el suelo con sus pies descalzos y también que mis jefes del departamento de educación han publicado por fin el Plan formativo de nivel I de la modalidad deportiva de motociclismo. Menos mal. Supongo que escribo con demasiada demagogia, generalizando según mi interés, etc. Me voy al monte, vuelvo cuando estén los niños. O cuando Feynman acuda al té, maldita sea.

Extra, extra, mis jefes me informan ahora de la convocatoria para el concurso literario escolar "El militar español en el cumplimiento de las misiones constitucionales e internacionales de las fuerzas armadas". Ya imagino a los muchachos abalanzándose sobre el material de escritura. Los niños de hoy lo tienen todo.