lunes, 30 de enero de 2012

HERRAMIENTAS AVERIADAS.


El departamento de educación, como buen departamento, también está en crisis, por lo que ha aplicado un ERE en el pensamiento colectivo y un profundo plan de recorte en las ideas. Cosas de la moda. Tenemos que ir tirando con unas pocas sobras de palabrería pedagógica y entretenernos confeccionando documentos de dudosa calidad e inverosímil función. Mientras, la vida se ríe o llora; a ratos.

Ya he explicado otras veces que realmente no sé hacer casi nada de lo que se supone necesario en mi trabajo (este oficio parte de una premisa que creo nadie cumple, pero es otro tema). A los niños suelo gastarles una broma diciéndoles que no soy maestro, que pasaba por allí y…, pero quizá no sea una broma. Por otra parte, siempre he conseguido tener una buena relación con ellos, lo que supone un buen punto de partida para el trabajo posterior. He tenido la fortuna de poder plantear siempre las clases a partir de la confianza de los alumnos, de la comunicación fluida, de la complicidad. Quizá para muchos esto suene extraño, pero ha sido mi suerte.

Recuerdo una maestra de secundaria en unas jornadas de esquí que afirmaba tajantemente que ella era maestra y punto, no asesora, amiga, psicóloga, etc. Que su trabajo acababa a la hora equis y que desde ese momento no conocía a los alumnos. Yo, futuro aprobante (o aprobador) de oposición, la escuchaba boquiabierto con el respeto que exigía su larga experiencia. Ahora sé que no querría ser maestro de ese modo. Mi mayor riqueza está en la relación que se establece con los alumnos, en el camino recorrido juntos, en el esfuerzo constante por hacerlo del mejor modo posible, y en la suerte de observar su crecimiento y mejora. Está en la naturaleza humana disfrutar con los progresos de los niños. Somos testigos privilegiados de asuntos milagrosos que cada día ocurren frente a nosotros. Si tienes suerte con el reflejo puedes incluso estremecerte de vez en cuando con la puñetera suerte que es la vida.

Pero. Siempre hay un pero o se puede conseguir fácilmente. Hay personas que disfrutan con el tráfico legal o ilegal de peros. Gente adversativa, supongo. Como decía, el pero: están ocurriendo algunos problemas donde las relaciones entre maestros y alumnos han degenerado sustancialmente, de modo que algunos elementos que he nombrado, como la confianza de los segundos en los primeros, no se dan como uno esperaría. Esto es normal en muchos centros de primaria y secundaria, pero los privilegiados que hemos trabajado siempre en entornos fantásticos no sabemos con claridad cómo manejarnos en estas circunstancias y andamos perdidos, sin saber qué hacer con las herramientas que normalmente utilizábamos ni dónde encontrar las ahora necesarias.

Que tengan buena noche y buen martes (y un gran saludo para una nueva visitante)

lunes, 23 de enero de 2012

PREGUNTAS SIMPLES, MUNDOS QUE ENCOGEN.


Sí, queridos lectores, los acontecimientos cotidianos se empeñan en confirmar que vivimos en el Mundo al Revés. Si no me creen, pregunten a Ana Botella.

Hace unos días confesé a los niños que me encanta ser maestro porque creo que soy más feliz en el mundo de los niños que en el de los adultos. Seguro que la psiquiatría sabrá que esto representa algún tipo de síndrome poco recomendable, pero de momento no me duele demasiado. El mundo de los adultos está lleno de asuntos que no comprendo. En unos casos por pura necedad propia, seguro, pero en otros porque sencillamente no existe explicación.

Desgraciadamente el mundo de los niños se encoge. Por una parte está cada vez más lleno de símbolos y contenidos del mundo adulto, que manejan como buenamente pueden y, por otra, la infancia parece acabar cada vez más temprano.

A veces de los niños surgen preguntas extremadamente simples. Por ejemplo, si observan que un país tiene a buena parte de su población hambrienta y sumamente machacada y luego conocen que ese país es exageradamente rico en lo militar, que posee armas de valor equiparable a su poder de destrucción, pues resulta que sus tiernas mentes, educadas con moralinas y cuentecillos inocentes, creen que en ese puzzle alguna pieza no encaja. Infelices ellos. El maestro tiene, creo, la obligación de explicarle a esos niños el mundo y su funcionamiento, pero el reto adquiere el matiz de lo imposible desde el momento que el mundo que explicamos dentro de la escuela tiene cada vez menos que ver con el mundo de verdad, el real (si es que este existe ciertamente en algún lugar): el de los abusos de poder y el de la ley del más fuerte, el de mear sobre los cadáveres recién asesinados, el de la codicia, el de los desahucios, el de las fronteras con alambradas o los curas que quieren curar a los homosexuales de su enfermedad, el del éxito rápido, el de ganar mucho aunque muchos sufran, el de la puta triple A y sus sufrimientos colaterales, el de los campos de golf en la estepa y los zapatos de ochocientos euros.

Ayer salí del teatro fascinado. La obra fue estupenda, pero la fascinación surgió en los aplausos finales. Allí estaban los actores emocionados ante cientos de personas en pie agradecidas por lo que habían recibido. Y pensé que olé, que en semejante mundo enrevesado y medio podrido, era maravilloso observar un grupo de personas que habían elegido un oficio consistente en hacer felices a otros. Con imaginación, humor, retos increíbles, sensibilidad, finalmente crear la ilusión de la felicidad en cientos de espectadores. Un acto realmente subversivo. Pura rebeldía contra la miseria humana y los tonos grises engominados que manejan el timón.

El mundo, perdónenme, se está poniendo muy difícil de comprender para los que tenemos un entendimiento de tipo estándar.

miércoles, 18 de enero de 2012

ASÍ ES UN PEDAZO DE MUNDO.

Hace unos meses escribí sobre algunas experiencias en India y sobre un par de entidades que trabajan para ayudar en la mejora de las condiciones de vida de los habitantes de ese país, donde sí existe una crisis dolorosa, de las que matan a niños de hambre y a mujeres de marginación.

Hoy les muestro un vídeo donde pueden conocer el trabajo que desarrolla ASMSS y conocer algunas de las problemáticas existentes en esa deprimida región del noreste indio. Incluso podrán conocer a personas cuya vida parece de ciencia ficción desde nuestras cómodas sillas y pantallas planas con sonido envolvente. Por su esfuerzo y superación.

Espero que les guste y, si les parece bien, que puedan darlo a conocer a otras personas. Aquí en el canal de YouTube y aquí en la página de ASMSS.


Que tengan muy buen fin de semana.

domingo, 15 de enero de 2012

UN PAPEL, DOS PAPELES, TRES PAPELES, CUATRO PAPELES, CINCO PAPELES, SEIS PAPELES, SIETE PAPELES, OCHO PAPELES.

Cuando menos, curioso artículo sobre la educación y lo de cuando las barbas del vecino veas pelar. De allí rescato una frase del catedrático en sociología Fernández Enguita: “El mundo de la educación tiene una característica notable: hables de lo que hables, alguien saldrá afirmando que ‘ese no es el verdadero problema’, lo cual se revela como una táctica muy eficaz para no resolver jamás ninguno”.

Una vez superados algunos problemas que dolían intensamente, los claustros se han convertido en situaciones casi divertidas. Ojalá sucedieran con mayor frecuencia. No digo que cada día, pero comprenderán que se hace duro esperar dos o tres semanas.

Un claustro es un lugar de ocurrencias. Ocurrencias de unos y de otros. De maestros, de familias, de inspectores, o incluso de uno que pasaba por allí. Y por eso son tan divertidos, porque su capacidad de sorpresa es tan amplía como uno pueda imaginarse.

Un claustro nos muestra que nuestro oficio se aleja siempre que puede del aburrimiento que marcan los procesos rigurosos y meditados. Para los que amamos la improvisación constituye un deleite gozoso para los sentidos.

Una parte muy divertida de los claustros consiste en que te muestra el rocambolesco afán de no sé quién por documentar y oficializar cada acto que se da en la escuela, por lo que aquellos que no tenemos ninguna intención de rellenar con seriedad mil millones de papeles que son pura majadería sentimos un nuevo placer al acercarnos a este sugerente límite de lo ilegal. Ya sé que no es como robar o ser banquero, pero para nuestra moral católica dichos pecadillos ya significan un pequeño recreo. Ahora mismo acumulo veinte o treinta documentos que debería haber aplicado y o rellenado hace ya meses en algunos casos. Me refugio en la propia estupidez de la burocracia, que de pedir tantas tonterías pierde la capacidad de revisar si tales tonterías son entregadas o no.

El afán de papelizar del que les hablo puede estar en el más pequeño detalle. Una hoja para rellenar las faltas de asistencia de los alumnos, por ejemplo. Basta con complicarla con distintos códigos de color y pautas diversas, para finalmente incluir un dato en los boletines de notas de los niños que no sirve para nada.

Les digo con sinceridad que dentro de no mucho tendremos que justificar por escrito el acto de orinar en la escuela. Habrá que realizar un proyecto para cada meada con sus objetivos (no por obvios habrán de omitirse), su metodología, criterios de evaluación y propuestas de mejora para la siguiente ocasión. Me parece que llegado a este nivel de irrealidad, la mejor opción pasa por que instalen videocámaras en las clases. De ese modo se documentará cada moco que cada niño hurgue en nariz propia o ajena, se controlará el mínimo movimiento del maestro y, de paso, nos ahorrarán una buena cantidad de tinta y de tiempo. No conozco a ningún gremio en el que exista semejante exigencia de papeles para acometer cualquier acto, cualquier decisión. Esto es muy preocupante, pues las posibles hipótesis que lo explican son terribles en todos los casos: a) la escasa formación de los maestros hace necesario semejante control; b) existe tan escasa confianza en nuestro trabajo que nos exigen explicitar cada uno de nuestros actos; c) nos dirigimos hacia un modelo de escuela industrial, donde hay unos procesos estandarizados, unos certificados de calidad que alcanzar (imagino que ya existirán escuelas con sus ISOS correspondientes), por lo que todo está lleno de indicadores y criterios que revisan el cumplimiento y la optimización del sistema. Esta última posibilidad apunta a una deshumanización de lo que ocurre dentro de la escuela, hecho que, por otra parte, ya está ocurriendo (basta pensar en la pérdida de peso de áreas como literatura o filosofía en los planes de estudio).

Pero… ¿repercuten de algún modo esos papeles en lo que finalmente aportamos a los niños? ¿no está la verdadera calidad de la educación en la formación de los maestros? ¿conocen a algún maestro excelente que lo sea por su arte en rellenar a la perfección la ingente cantidad de papeles exigidos?

Que tengan buen día.

jueves, 12 de enero de 2012

CALABAZA, EN EL OCASO DEL DÍA QUISIERA DECIRTE.

Ya escribimos dos mil doce en la pizarra. Con tiza todavía, pero dos mil doce. Qué brutos.

Busco ilusiones ópticas con las que trabajaremos en clase algunas cuestiones relacionadas con la percepción. Vivimos con la firme creencia de que nuestro cerebro nos muestra fielmente la realidad (¿existe esta palabra fuera del diccionario?), pero muchas ilusiones extraordinariamente sencillas nos muestran que no siempre, ¿nunca?, es así, que el cerebro realiza creativamente buena parte de la obra que da lugar a lo que llamamos realidad.

Yo creo que esto pasa en cada momento de la vida. Que nuestros días están construidos con ilusiones. Ilusiones familiares, ilusiones sexuales, ilusiones laborales, ilusiones filosóficas, …, y resulta que un día, en un momento concreto, se mueve un poco el escenario, o tu ojo es capaz de enfocar de un modo distinto, o te pegan una bofetada que te hace observar con especial emoción, …, y resulta que lo que se mostraba ante ti ha cambiado completamente su forma, dejándote aturdido y acomplejado ante tu penuria perceptiva. Y así, acabas mirando con incredulidad al vendedor del pan, incluso al mismísimo pan, o mirando receloso ese artilugio por el que suenan las palabras de las personas a las que quieres. O recuerdas a tu familia cuando eras niño, la contemplas ahora bajo tierra, en hospitales o con la mirada triste y no te cabe duda que algún tipo de estrafalario juego óptico ha tenido que mediar entre ambas imágenes.

Ayer escuchaba a un poeta en la radio decir que no le cabía duda y que no entendía cómo vivíamos con tal normalidad. Que salías a la calle y absolutamente todo era demasiado raro. Si pudiera, contrataría su poesía.

Menos mal que escribir cura un poco. Bajaré comida a la perrilla abandonada. Supongo que en su hambre y en su frío habrá un realismo bastante creíble. Que tengan buen día.

viernes, 6 de enero de 2012

ESPERANDO A DOS MIL TRECE, O CATORCE.

Cuando escucho y veo a un humorista, un locutor de radio, un actor teatral o, en general, a profesionales que tienen que mostrar siempre un gran entusiasmo y ánimo en su oficio, incluso alegría, pienso en lo difícil que debe resultarles. O tienen una rocosa estabilidad emocional o son capaces de aparcar las interferencias personales negativas cuando su trabajo comienza. Me imagino a un actor en los instantes previos al estreno de una esperada comedia teatral, con el público ávido de carcajadas mientras él piensa en el problema que acaba de sucederle y sobre el que desconoce la solución. Malditas sean sus carcajadas, supongo pensará.

En el acto festivo que suele cerrar el primer trimestre en casi todas las escuelas, planteamos desde el año pasado buscar contenidos que significaran pequeñas ventanas hacia lo que hacemos en el aula. Ornamentado para mostrarlo al público, pero con el objetivo claro de compartir un pedazo de escuela con los espectadores. Pretendemos huir de un acto sin sentido pedagógico, de actuaciones que no tienen nada que ver con el trabajo escolar y que sólo aportar nervios y pérdidas enormes de tiempo en ensayos. Así, la aportación de mi clase consistió en realizar una conferencia sobre el proyecto de colaboración que mantenemos desde el año pasado con la escuela Jean Piaget de Zaragoza. El trabajo final resultó sensacional; los niños hicieron una exposición con nivel sobrado para mostrarse en cualquier jornada de formación para docentes. Las familias les felicitaron por cómo lo hicieron y, especialmente, por el lenguaje lleno de humanismo que transmitieron.

Hoy, día en el que, entre otras cosas, siento muy claramente que mi trabajo en la escuela no tiene el mínimo sentido a la luz del mundo en el que vivimos y en el que vivirán los niños dentro de unos años, compartiré con ustedes las cuatro o cinco ideas que cerraron la exposición de los alumnos:

(…)¿Qué hemos aprendido?

¿Existen personas normales? ¿Qué es lo normal? ¿quién dice qué es lo normal?

Las dificultades especiales muchas veces desarrollan cualidades especiales como la fortaleza o la sensibilidad.

En todas las personas podemos mirar una parte buena, fuerte, o una parte mala, débil. Nosotros decidimos qué mirar.

Una sonrisa, un abrazo, un gesto, pueden comunicar asuntos muy importantes. (...)

Que tengan buen fin de semana. Algunos ya esperamos que dos mil doce acabe pronto.