Tras algunos artículos extensos, hoy sólo intentaré salvar una pequeña deuda contraída con el pajarico de la foto. Era Pichí, el que Heidi cuidaba y vigilaba, y el que Niebla solía llevar en la boca con oscuras intenciones.
Aunque la foto no tiene precisamente la mejor luz, a mí me sirve para recordar la fragilidad de la naturaleza que nos rodea, la belleza y el milagro de lo más pequeño, y el terrible trato que le estamos dando. Ayer leía en el blog de Inde sobre granjas donde cortan las patas a las gallinas ponedoras para ahorrar espacio y aumentar la productividad.
Y ayer fui (creo que fuimos) tan feliz como en los cinco o seis días más felices de los últimos diez años. Fui tan feliz que grité de felicidad. Sonreí de felicidad. Y soñé de felicidad.
Aunque la foto no tiene precisamente la mejor luz, a mí me sirve para recordar la fragilidad de la naturaleza que nos rodea, la belleza y el milagro de lo más pequeño, y el terrible trato que le estamos dando. Ayer leía en el blog de Inde sobre granjas donde cortan las patas a las gallinas ponedoras para ahorrar espacio y aumentar la productividad.
Y ayer fui (creo que fuimos) tan feliz como en los cinco o seis días más felices de los últimos diez años. Fui tan feliz que grité de felicidad. Sonreí de felicidad. Y soñé de felicidad.