La pista de fútbol clausurada diez partidos, el bate de béisbol requisado por la autoridad eclesiástica. Las cuerdas sirven entonces para nuestros necesarios juegos. Lágrimas, golpes, carcajadas.
Ayer, en el horario reservado a claustros, comisiones variadas, reuniones diversas, asistió al centro la directora del equipo de orientación psicopedagógica de Alcañiz, Pilar Sarto. La reunión giraba en torno a las tutorías y a las relaciones con las familias. En primer lugar, se agradece volver a encontrar a una persona muy agradable de escuchar, que ofrece ideas claras, respuestas certeras, que ofrece muchas cosas, en definitiva. Estar allí sentado escuchando con gusto me hace viajar hasta las clases con F. Gimeno, con J. L. Bernal, con E. Lizalde, con J. A. Casajús, con A. Legaz, y tantos otros. Realizamos algunas representaciones de tutorías individuales para analizar posteriormente aspectos positivos y negativos. Mi conclusión es tan obvia que me da vergüenza estar generalmente tan alejado de ella: el objetivo del maestro en esas reuniones es sacar algo positivo para el niño y la familia. Frecuentemente acudo a estas reuniones con un gran enfado por la falta de colaboración de la familia en cuestión, por su falta de implicación, y ello fácilmente se puede traducir en avanzar poco. La asertividad, la empatía, todo eso que tan poco gusta a mis ganas de ser claro y directo, queda al servicio de sacar algo positivo, avanzar, al menos, un centímetro cada mes.
También ayer me encontré con Julio, el maestro y director del CRA Algars. El maestro que ya nombramos aquí tras conseguir un premio con gran repercusión mediática que incluso acercó al ejemplar Labordeta hasta el pueblecito de Lledó. Le conozco poco, pero pronto se aprecia en sus palabras, en sus ojos, en sus gestos, la ilusión de los maestros que aman la escuela y sus pequeños inquilinos. Entre cuatro fríos hierros, música infernal, y olor a sudor, improvisamos una charla donde nos contamos algunas de nuestras emociones e ideas sobre la escuela. Me habló del blog que también manejan los niños en el CRA Algars; en este caso lo manejan autónomamente, en buena medida debido a la excelente dotación informática que me contó ya poseen gracias al mucho pedir (¡hasta dos equipos modernos por aula!, cámara digital al servicio de los niños, etc.), y se orienta fundamentalmente a estrechar las relaciones entre los miembros de la comunidad educativa de cada pueblo que integra el CRA: una herramienta tan eficaz como barata (económicamente, quiero decir; que la implicación es otra cosa). El blog del CRA Algars y Palabras Mágicas ya son blogs amigos (gracias también a la mediación de Abel).
El que lea esto de vez en cuando ya sabrá que Jaime suele aportar la cordura, la sobriedad, la sensatez. Los altibajos, melancolías y añoranzas, mensajes de dudosa comprensión suelen correr de mi parte. En la acción correctora que suele ejercer sobre mí, casi tutorial, son frecuentes las llamadas de atención por mis continuos alejamientos del tema escolar (me resulta muy complicado dejar de expresar tantos enfados, dudas, tristezas, alegrías; necesito escribir sobre estos temas que están en mi cabeza junto a los de la escuela, aunque muchas veces el lugar idóneo sería otro). Más aún, me critica mi alejamiento de la educación física al escribir. Este alejamiento no es sino reflejo de lo complicado que (me) resulta desarrollar con cierta entrega las áreas generales (matemáticas, lengua, conocimiento del medio), además de la educación artística. La especialidad suele ser la que carga con la mayor parte de la improvisación que aún no puedo evitar. Bien, toda esta introducción para decir que sí, que la educación física sigue suponiendo un momento muy feliz cada semana, el momento en el que los niños se muestran de manera más real, cercana e íntima, en el que expresan sentimientos y emociones que quizá sólo puedo comparar a los que he encontrado tras una lectura emocionante, una historia escrita de manera especial, o una evidencia (foto, pluma, cagarruta, vídeo, hueso, huella, explicación, …) del colosal mundo que está tras las ventanas que nos mantienen calientes mientras leen y escribo ésto. Hoy los niños de primero y segundo han acabado un trabajo iniciado hace varias semanas con los patines: es maravilloso comprobar su enorme progreso diario, o cómo, de repente, como el joven vencejo que se convierte en un instante en el rey del cielo, un niño comienza a patinar y su cara dibuja una tremenda sonrisa de alegría, placer, y satisfacción. Una de esas pequeñas niñas no había progresado nada. Más de doce sesiones para apenas dar temerosos pasos agarrada a mi mano. Por diversas causas alargué la duración de la unidad un par de días, y menos mal, porque hoy ella, sin mediar avisó, ha comenzado a patinar. Y su sonrisa la pueden imaginar.