Mis hijos ya no conocerán el Ebro.
Menos mal que el monumento, unas pobrecicas piedras enjauladas junto a una fuente que no para de tirar agua para recordar lo de la sostenibilidad, hace que uno conserve la confianza en los que nos gobiernan y nos dirigen por los senderos del desarrollo.
Penúltimo aviso para los que quieran echarse al monte.
Menos mal que el monumento, unas pobrecicas piedras enjauladas junto a una fuente que no para de tirar agua para recordar lo de la sostenibilidad, hace que uno conserve la confianza en los que nos gobiernan y nos dirigen por los senderos del desarrollo.
Penúltimo aviso para los que quieran echarse al monte.