jueves, 8 de febrero de 2007

ASUNTOS PRÁCTICOS EN LA CLASE. ALGUNAS LECTURAS.

Mi clase de primer ciclo no puede disfrutar de los materiales informáticos propios del proyecto Ramón y Cajal. Aún no tienen edad para sufrir la conexión ultralenta. Por ello, nos apañamos para, al menos, contar con el cañón unas horas a la semana. Hoy hemos colocado una sábana cubriendo casi completamente una pared, y hemos disfrutado de una bonita película de un modo privilegiado.

Por otra parte, ya recogí la idea en el primer trimestre, pero esta semana la hemos seguido llevando a la práctica. Me refiero a una idea leída en una revista (creo que Aula Libre) que Mariano Coronas me envió a Ansó el curso pasado, junto con otros materiales (ya debía ser enero, la escuela, el paisaje, …, y él me envió una carta que daba energías y ánimo para dos vidas enteras...; madre, qué recuerdos ansotanos; si me dejaras volver…). Allí leí que en algunas actividades de biblioteca se decoraba la sala en consonancia con el tema como estrategia para crear un ambiente más sugestivo, favorecedor de la fantasía, de la imaginación, más propicio para disfrutar de la lectura. He intentado hacer lo mismo en relación con la asignatura de conocimiento del medio. Hemos ido decorando la clase según el contenido que hemos tratado, por lo que tenemos media clase llena de bichos, y la otra media con planetas y materia oscura por todas partes. Además del precioso efecto visual y la motivación inherente, he comprobado que las imágenes colocadas son recursos extraordinarios en los que apoyar muchas explicaciones, y les sirven para recordar gran variedad de los aspectos que tratamos en clase (memoria visual…). Además, promueven muchas otras acciones espontáneas en los niños, como dibujos, historias fantásticas, etc.

Por otra parte, tenemos en marcha el tercer concurso literario semanal. Fruto de una actividad puntual decidimos en la clase hacer un concurso semanal, de participación voluntaria (aunque participan todos), donde yo daría un tema y el lunes siguiente se leerían las historias escritas, eligiendo finalmente al autor de la mejor historia (bien escrita y leída, pocas faltas, coherencia sintáctica, que despertará algún sentimiento, nos hiciera reír o nos emocionara, …), que se llevaría algún tipo de premio (revista, cómic, …), además de incluirse el relato en una especie de librito final. El asunto está marchando muy bien, por lo que redactaré unas normas sencillas e intentaré hacerlo extensivo a los otros cursos.

Con lo paseos por las nubes, las huelgas de teclas caídas, y esas cosas, hace tiempo que quería citar un par de libros. Bendita Calamidad, de Miguel Mena (tan nombrado, que había que conocerle), resultó una historia muy divertida y entretenida de leer, con el agravante de desarrollarse en pueblos, carreteras, y montes turiasonenses, transitados por mi familia durante décadas, y, por tanto, integrados en mis recuerdos infantiles y juveniles (uno agradece leer alguna historia que no se desarrolle en lugares de lejano y exótico nombre, lo que acaba pareciendo un requisito para la óptima calidad literaria final). El segundo, Las Mil y Una Noches, de recomendación fraterna, y que permite disfrutar de unas historias de otra época, de un leer relajado y sencillo, lleno de poesía, de evocadores lugares, y de sabiduría popular. Además, el fin de semana perdí el juicio monetario y compré, sin carné joven (es una suerte que alguien crea que aún lo eres), un puñado de páginas que hablan de una realidad presente hace sólo sesenta años en estos montes que veo desde la ventana (por más que miro, cuesta creer que sesenta años atrás…): hablo de la Agrupación Guerrillera de Levante y Aragón (AGLA), o el Maquis, El Puño que Golpeó al Franquismo. También El Maquis en el Maestrazgo Turolense. Y, finalmente, conoceré mejor a Saramago, a través de sus Pequeñas Memorias. Seguro que a mi compinche le gustará conocerlos.