Uno de los adolescentes de los que les hablaré más abajo recuerda entre carcajadas haber escuchado en un campamento hace unos años a un técnico que les hablaba sobre anillamiento científico de aves: "Esta mañana, antes de que la mayoría de ustedes hubieran despertado, yo ya tenía un chochín entre mis manos". El bullicio del gentío adolescente fue escandaloso, como supondrán. Hoy he comenzado el día del mismo modo que el técnico humorista. El chochín al que nos referimos es Troglodytes troglodytes y no deja de ser una forma maravillosa de recibir al amanecer.
Comienzo con dos pequeñas reseñas:
En el blog de Lamima podemos encontrar información sobre un trabajo en torno a los derechos de los niños materializado en un libro que recoge imágenes de jóvenes habitantes de distintos lugares del planeta junto a sus habitaciones. En The Telegraph aparecen varias de esas imágenes. No dejen de verlas. Anoche las observaba muy sorprendido hasta que llegué a ésta. Podrán decir lo que quieran; para mí constituye una prueba irrefutable más, ya van tres, del cercano fin del mundo. También es otro indicio, y de ello van más de tres, de que cuando colmamos nuestras necesidades básicas (observen la habitación senegalesa, la camboyana, la keniana, ...) automáticamente perdemos el juicio. Quizá nuestros mecanismos biológicos, orientados a la supervivencia (principal objetivo durante muchos milenios de trabajo del mecánico evolutivo), se desbarajustan una vez que alcanzamos la vida plácida y opulenta.
Por otra parte, Jordi Busqué escribe unas líneas sobre el legendario Carl Sagan (quizá mi mejor candidato como deidad de una nueva religión). Además, muestra un vídeo que contiene esas palabras e imágenes con las que este señor que debería haber vivido 140 años es capaz de poner la piel de gallina y hacer a la conciencia tambalearse durante un buen rato (Raquel y escépticas variadas, éste es uno a los que leer y dar gracias por ello...)
Y, volviendo al mundo cotidiano, el envejecimiento me ha permitido citar hoy a los alumnos a los que di clase hace cinco años. Excepto dos que aún permanecen en Ansó, todos van ya al instituto de Jaca. Poco se parecen a los niños con caras inocentes de nueve, diez y once años que han mostrado las fotos con las que les he recibido. Las hemos proyectado en la pared y con muchos niños de la escuela que también han querido compartir este momento hemos recordado distintas peripecias vividas (excursiones, sorpresas diarias, CRIET, ...). Posteriormente hemos merendado juntos y hemos dedicado un tiempo a charlar y reír. Me resulta curioso comprobar su evolución personal desde el tiempo que compartí con ellos, sus nuevos puntos de vista, las bromas de unos, los silencios y miradas reflexivas de otros, los recuerdos precisos de algunas anécdotas que experimentamos. Incluso ha habido alguno que decía guardar un buen recuerdo porque "hacíamos muchas chorradillas que estaban muy bien". Se refería a las actividades de escritura en lengua, a los experimentos, a los acertijos, etc.
También me veía yo. Cinco años más joven. No sé bien qué queda de ese tipo con más pelo y algunos caminos tenebrosos aún por transitar. Sí permanecen cuatro o cinco sentimientos hacia las personas que me mantienen con vida (feliz)
Que tengan un fin de semana aún mejor que los días precedentes. Las que estén tristes, por favor, sonrían.