jueves, 19 de abril de 2007

LOCOS, TOMATES, SATURNO, SUEÑOS.

Puede que esté un poco atontado, que últimamente las locuras predominen sobre las normalidades, y puede que esté extrañamente satisfecho por ello. Quizá algo falle, pero precisamente son estas acciones las que me hacen acostarme sonriente, las que me hacen despertar con un poco de brillo en los ojos.

Hoy he hecho una buena recolección. Como casi siempre, he recolectado en campo ajeno, pero obtendré buenas semillas para mi propio huerto. Y, cambiando de tema, espero que este sol sea propicio para que mis tomateras y otras hierbas den buenos frutos la próxima temporada.

Ayer llamé al CRIET para decir que finalmente no acudía, que ya era bastante con visitarles hoy. En cuatro palabras Ana me convenció, y para allí marché, rumbo Montalbán. Al llegar descubrí un entorno precioso, y un Centro de Observación Astronómica que un grupo de aficionados han conseguido gracias a insistir durante diez años al ayuntamiento (hasta que llegó un político que tuvo el interés por leer el proyecto…). Pude saludar a todos los niños, que me contaron cómo había ido el día: visita a Teruel, escalada en su rocódromo, visita al Museo Provincial, comida en el campo, y observación de las estrellas en Montalbán. El que aún reniegue del milagro que significa el CRIET que levante la mano.

Allí vimos un bonito documental sobre los satélites del Sistema Solar, nos enseñaron algunas constelaciones, me explicaron la maldita paradoja que representa ver siempre la misma cara de la luna, observamos Venus, Sirio, …, y con el telescopio pude alucinar contemplando Saturno. Volvimos a ser un poco conscientes del milagro del mundo, de nuestra propia existencia. Allí estaba, con sus anillos, ajeno a nuestras tribulaciones terrícolas. Las exclamaciones de sorpresa y fascinación de los niños bien valían cualquier esfuerzo.

Para colmo de envidia, los astrónomos resultaron también aficionados a la botánica, la ornitología, la fotografía. Ya casi tengo definido mi sueño, ahora sólo falta darle forma, y obrar el milagro para que Paula participe también en él. Es imposible, pero estoy tranquilo, porque la quiero lo suficiente para solucionarlo.

Esta noche vuelvo a ver a los niños. En este caso en Alcorisa. Muchos disfrutarán de su última noche allí, antesala de su paso al instituto, por lo que suelen mezclarse la alegría y la nostalgia en buenas dosis.

Y esta noche, igual que las demás, volveré a mirar al cielo, volveré a pensar en mis sueños, y, de nuevo, intentaré que las estrellas me anticipen una pequeña pista de nuestra verdadera medida.