viernes, 16 de enero de 2009

IDEAS LÚCIDAS EN BÚSQUEDA Y CUATRO ASUNTOS DESORDENADOS.

El árbol del maestro, mirando hacia el cielo.

Cuando comienzas un párrafo ocho veces y lo borras para volver a comenzar otras ocho, significa, probablemente, que algo no funciona. Profundizando y desarrollando el optimismo, que todo hay que probar, cabe alegrarse porque las dificultades son las que nos ofrecen la posibilidad de progresar, de ser mejores. Y en ello estamos.

Como las otras veces en las que mi capacidad para plasmar ideas se corresponde con la imagen de un campo desolado, yermo, estéril, e inhóspito, aprovecharé para compartir algunos asuntos recogidos con alegría últimamente:

“En mi vida personal, los períodos más difíciles son los que más conocimiento y experiencia me han aportado. En los períodos difíciles puedes aprender a desarrollar fuerza interior, determinación y coraje para hacer frente a los problemas. El verdadero fracaso es el desánimo, pues significa que has perdido una gran oportunidad para crecer. Los períodos difíciles te permiten acercarte más a la realidad, deshacerte de las superficialidades”. ¿Alguien se atreve a señalar el dueño de estas bellas palabras?

Este año, este curso, y esta maldita ciudad no favorecen especialmente la lectura personal, pero los libros siguen engrosando atropelladamente la biblioteca. Mal de Escuela, es un libro del escritor francés Daniel Pennac; un libro que trata, aproximadamente, sobre las desventuras juveniles en el tortuoso camino escolar, a pesar de las cuales se descubren interesantes caminos y florecen estupendas vidas conforme pasan los años y los problemas se reconducen. Conocemos esta obra, de igual modo que varias de las últimas adquiridas, gracias a Profesor en la Secundaria. Así pues, sincero agradecimiento una vez más.

Y una película, Las normas de la casa de la sidra. Creo que algunas miradas cómplices que se dan entre los niños del orfanato encenderán alguna lucecilla en el interior del maestro que la vea.

Añorando también la complicidad en las clases.

LA LENTITUD DEL RELOJ.

Emoción


Supongo que hoy existirá algún nombre para la enfermedad consistente en desear justamente lo que ya pertenece al pasado y para no valorar lo que se vive en el presente, que, siguiendo la lógica, pasará a añorarse en unos meses. Hoy todo tiene un nombre. Es la mía, y sus dolores son tan nítidos que hacen creer en el engaño.

Hay algunas clases que me dejan sin absolutamente ningún recurso, simplemente sin saber qué hacer frente a un grupo de niños y un buen montón de minutos por delante. En educación física no he realizado en todo el curso ninguna progresión coherente en las sesiones, sino que cada una ha significado una prueba para comprobar si un contenido concreto podía funcionar con el grupo. Aunque he ido afinando ligeramente en la adecuación de estos contenidos a cada grupo, realmente sigo sin ser capaz de establecer algún hilo que dé sentido y continuidad a distintas sesiones. Unidad de aprendizaje es actualmente un concepto que representa una ilusión. Además, con algunos grupos, como los formados por los niños más pequeños y afectados, las dificultades de programación son aún mayores.

En este probar, muchas veces un material determinado es el que desencadena las opciones y las ideas sobre algunas actividades. Por ejemplo, en los últimos días he probado actividades con globos. Sus movimientos lentos facilitan y favorecen algunas actividades que de otro modo los niños no pueden realizar. Como otras veces, en varias clases, durante el primer minuto ya puedo comprobar que aquello no va a funcionar. Por miedo, falta de interés, u otros motivos desconocidos por mí, los alumnos apenas harán algo de lo que había previsto en mi cabeza antes de empezar. Y entonces comienza otra clase donde los minutos avanzan con retorcida lentitud.