miércoles, 13 de diciembre de 2006

COSAS DEL SENTIR.

Hay algunas cosas que me preocupan. Pero hoy no. Hoy prefiero decir que hay muchas cosas bonitas por contar. Y la fortuna de haberlas vivido.

Hace unos días escribía mi alegría y emoción por la respuesta de los niños ante la precaria iniciativa relacionada con el de préstamo de libros y revistas. Más o menos, una biblioteca del cretácico (sesenta y cinco millones de años por recuperar…).

Hoy, una niña de tercero, con serios problemas de comportamiento y trabajo, ha venido a verme al acabar las clases para devolver la última revista leída y pedirme consejo para otro préstamo. Ha cogido un libro sobre fauna de la Península Ibérica, ha apuntado sus datos en la hoja correspondiente, y, cuando se marchaba con una inusual sonrisa, ha dicho el mágico “muchas gracias José Luis, hasta mañana”. A ti señorita, que me ayudas a encontrar nuevas llaves.

También hace unas semanas, comuniqué a los de segundo ciclo la posibilidad de colaborar en la colección naturalista que tenemos en marcha en mi clase.

Llegando ya las horas de los búhos, bajando de tomar mi ducha espiritual diaria, me he tropezado con otros dos tipos de cuarto. Tras evitar el atropello, me indican que han salido de excursión para buscar alguna huella, rastro, indicio, evidencia animal que aportar a la colección. Sorpresa y satisfacción por su interés, un par de preguntas, otras tantas respuestas, un adiós chicos, hasta mañana, y un hasta mañana José Luis, a ver si encontramos algo.

Hace algo más de un mes, tuvimos la fortuna de recibir una niña nueva en clase. Su llegada traía la dosis correspondiente de incertidumbre, y la previsible vuelta a su país tras la navidad.

Caminaba por la plaza cuando la he visto junto a su madre. Alguien ha parado en ese instante el tiempo, y he entrado en la farmacia aún atontado por los pensamientos. Esta niña es alegría en movimiento, y nos ha regalado muchas semanas de trabajo, curiosidad, sonrisas, y compañerismo. Ella, su madre, la cabina, y unas palabras enviadas hacia lejanos lugares. El saludo breve del que está en otra parte. La angustia reprimida, la soledad, dudas. Quizá, en vez de decir tonterías, debiéramos aprender del esfuerzo silencioso y doloroso, de las vidas con preocupaciones auténticas.

Peñarroya de Tastavins, un maestro con dudas, demasiadas cosas por comprender, pero feliz.