Cruzaba a todo sudar hacia la Librería Central en busca de un libro de cocina ansotana, cuando la librería Féliz de Azara pasó a mi lado. Resultó estar en plena liquidación por reformas, por lo que he podido hacerme con un montón de libros. Algunos tienen que ver con guías de observación de animales y otros son un reto. Por ejemplo, el de entender alguna palabra de las que Stephen Hawking escribe en El Universo en una Cáscara de Nuez. Siempre he tenido ilusión por entender cosas tan extrañas como esas de la expansión del espacio y el tiempo, o las otras de las que me hablaba mi primo sobre las partículas que desafiaban no sé qué principio de incertidumnbre y eran capaces de estar en dos sitios a la vez. También varias novelas (Alatriste...), y, lo siento, un libro sobre Ansó y sus costumbres. Esto último puede que tenga que ver con el que será mi acto más irracional.
Me gustaría ser librero. Quizá cuando sea viejo lo sea.
Hace unos días visité Peñarroya de Tastavins. Los sentimientos fueron muy variados; muy extraños. Me resulta difícil comenzar de nuevo con todo, alejado de todos.
Además, Jaime se enfadó y me criticó porque no era capaz de regatear con los propietarios el precio de mi futura casa. Y me da la risa. Sólo me falta tener que regatear, como si todo lo demás no fuera ya suficientemente complicado. ¿En qué momento de magisterio, o de las oposiciones, enseñarían a regatear precios?. Al menos espero aprender catalán. Y, al menos, visité la casa de Palmira Plá.
Camino cada día sofocado y derretido entre las calles. Y no es el calor, sigue siendo la ciudad.