Aunque tengo serias dudas de si merece la pena viajar dos horas para mantener una reunión de poco más de una hora, estoy contento porque al fin he conocido a Alfredo Larraz, una persona de referencia para los que estamos intentando comprender el qué y el por qué de la Educación Física. Casi todas las personas que me han aconsejado me han repetido alguna vez que hay que hacer esfuerzos por escuchar, ayudar, estar cerca, ..., de las personas de las que se puede aprender.
La semana pasada comenté a un compañero que me encuentro un poco desbordado por tantas cosas nuevas que me he encontrado al comenzar el curso: trabajo, alumnos, padres, reuniones, compañeros, pueblo, etc. Además, hay una cosa que no sé con demasiada certeza si debo pensarla o no, y es que me parece que sería un poco más rentable desde el punto de vista educativo que sustituyeran algunas reuniones, jornadas de formación, cursos, etc., por un algo de tiempo personal para preparar mis clases y organizar mi trabajo. Entiéndase esto con cuidado, porque supongo que todo tiene su sentido y su momento, pero en mi situación de recién llegado tengo tantos cabos por atar que agradecería poder centrarme más tiempo en las cosas más importantes: las clases.
Y, por otra parte, llevo varios días (sí, realmente años, pero en los últimos días más aún) pensando en el sentido de la Educación Física. Veo a los alumnos en clase y me planteo qué es lo realmente importante para ellos, para su formación. Pienso en el nuevo currículo, que no acabo de encajar en todo este tinglado, en el antiguo currículo, que tampoco conseguí identificar como totalmente coherente. No comprendo aún cuál es la auténtica dimensión de la asignatura, y esto me parece muy preocupante siendo que soy, en mi centro, el principal encargado de defenderla y transmitirla. Espero que el curso me sirva para solucionar este asunto.
Las clases hoy han discurrido no muy bien. También ando en ese punto de dudas en el que no conozco con claridad hasta donde se les puede exigir responsabilidad a estos mozos y hasta donde debo transigir. O hasta donde dar confianza y después tener la autoridad suficiente como para transmitir algunas cosas.
Una confesión para acabar: me cuentan y aseguran que suelo ser demasiado crítico y negativo, aunque no acabo de estar de acuerdo. Trataré de que el martes sea un gran día.