Estar, estoy.
Comienza un curso que me parece estar ya acabando. Es un curso esencialmente extraño.
Creo que la última vez que intenté ser maestro fue hace cuatro o cinco años. Y no lo conseguí. Hoy esperaba a los niños y apenas entendía mi oficio.
Soy un maestro sintecho, así que malvivo de la caridad pedagógica. Hace unos días me negaban el alquiler de un piso y me lo ofrecían en venta por trescientos treinta mil euros, añadiendo al final "ya ves, barato". No llevaba la cartera, así que no lo pude pagar. Einstein decía lo de la infinita estupidez humana; creo que se refería realmente a la codicia y el egoísmo.
Siento la amarga desilusión de un novio que se enamoró profundamente de una mala mujer.
Que comiencen bien el curso. Cuando pueda, les cuento.