La mañana ha comenzado en clase con la noticia de un señor que en Castellón celebró la semana pasada ciento seis años. Decía sentirse bien, fumar puros a escondidas y beber coñac siempre que podía. Este señor había pasado la penurias de rigor en la guerra, viviendo un año escondido en el monte y había sufrido las peripecias de una vida de trabajo esforzado. Para nuestro asombro, o reflexión, o ambas, afirmaba que la peor época que había vivido era la actual, “por lo revuelto que está todo”
Hace unos días tuve un cortocircuito pedagógico. Mis cables, o lo que por allí haya, se estropearon. No estoy equipado con buena tecnología. Visto el problema, indiqué a los niños que me declaraba en huelga, que no tenía ganas de seguir siendo su maestro ese día, que hicieran lo que les diera la gana durante el resto de la mañana y la tarde. Antes de irnos a casa a merendar ya hablaríamos.
Sin desearlo, provoqué un curioso experimento. Pude ver a los niños comportarse con absoluta libertad durante varias horas. Comprobé cómo se relacionaban entre ellos, quiénes quedaban un poco apartados del grupo y quiénes dirigían a los demás. Pude también observar la evolución de su conducta: desde la mayor euforia inicial por su libertad, jugando y hablando todos a grandes voces para ir poco a poco derivando hacia actividades más tranquilas y acabar todos leyendo individualmente en silencio. Cuando hablamos sobre el día indicaron que había sido muy aburrido y que esperaban no volver a repetirlo.
Durante los primeros minutos participaron en un juego colectivo relacionado con el lenguaje. Una de las pruebas tenía que ver con nombrar a referentes sociales de nuestro tiempo. Yo me protegía tras el sólido parapeto ofrecido por un libro de Millás, pero miraba de reojo y escuchaba atentamente. Allí aparecieron nombres como Piqué, Shakira, Belén Esteban, Cristiano Ronaldo. A mí esto me da mucha pena. Constata que luchamos contra gigantes. Guardo aún en alguno de los cajones que me rodean, sumergido entre otros recortes, aquel de hace diez años donde una encuesta encumbraba a Beckham, M. Jackson, …, como los grandes referentes de los adolescentes españoles.
Hoy un niño ha dicho en clase que en los últimos días ha escuchado en diversos lugares (TV, familia, radio, …) hablar sobre Oliver Twist y Charles Dickens, sobre Van Goth, y sobre otros personajes del ámbito de la cultura y la ciencia que ahora mismo no consigo recordar. Lo que he entendido a mi amigo V ha sido: “eh, qué bien, he entendido un poco mejor el mundo que me rodea gracias a cosas que hemos tratado en clase” Hoy hemos aprendido un poema de Félix Romeo (al que estoy conociendo gracias al reconocimiento de sus amigos en ROLDE) y les he hablado de él, hemos escuchado el programa de RNE El Ojo Crítico donde nos nombraron el viernes pasado (ver Ansotanius), y hemos hablado de otros pintores como Picasso, o Miró. También hemos visto un ser que no puedo nombrar aquí, puesto que pertenece al ámbito de la pedagogía extrema y quizá sea ilegal. Lo que quería decirles es que en la escuela, de vez en cuando, vivimos el sueño de una sociedad donde las personas piensen en Saramago, en ciencia, en Dickens, en Ludovico Einaudi, …
Seguramente parezca justo eso, un sueño, pero qué sería de nosotros si no pudiéramos flotar sobre la realidad. De hecho estoy seguro que todos flotamos, pero ya les explicaré esto otro rato.