jueves, 28 de febrero de 2008

VIDA PROVISIONALMENTE VIVIDA.

Son las 22:46’. Ya tengo destino provisional desde hace unos días. “Destino profesional para una vida provisional” fue el encabezado de un mensaje que envié hace poco. Lo que más me interesa es conocer si seré tutor o especialista en EF. Sentiría mucho no ser lo primero, pero deseo poder hacer un curso digno de EF sin tardar demasiado; más tras ampliar las perspectivas en las últimas semanas con experiencias como la del seminario recién concluido en Huesca sobre Praxiología Motriz, la reunión de Pintacoda, el curso de Alcañiz,… que permiten recargar la ilusión y ver sentido donde antes había oscuridad.

Y una frase luminosa, clarificadora, de Joseba: “que sí chaval, todo lo que tú quieras, pero, al final, decide en qué lado de las trincheras quieres pelear”. Más aún, parafraseando a Camus: “El esclavo que es consciente de ser esclavo, ya es un poco menos esclavo”.

En el mundo de cada día seguimos, o sigo, con las comedias que rellenan los huecos de la vida y la hacen avanzar. Las clases, muchas siguen siendo malas; los adolescentes maleducados que hacen tonterías; las terribles muestras de racismo en los adultos que se contagian a los pequeños (el cortometraje de animación “El Viaje de Said” es un excelente material pedagógico, aunque puede destapar grandes miserias); el pesar de ver niños en el pueblo que pasan cada tarde ensimismados con la Nintendo, ajenos a los amigos, los libros, el campo, la bici o el mismísimo fútbol.

Mañana comienzo la mañana con los niños de infantil. Es un placer. Una hora en la que aproximadamente hago lo que quiero y les puedo contar lo que me apetece. Acabaremos de ver el último fragmento de “Nómadas del Viento”, hablaremos un rato sobre algunas dudas medio ambientales que hayan apuntado durante la semana y conocerán al tan humilde como magnífico Fringilla coelebs, o, lo que es igual: al pobre pinzón común que ahora duerme intentando recuperarse del probable atropello de esta tarde.

Sabemos que la guerra está perdida, pero sabemos qué lado de la trinchera nos corresponde. Allí hasta que no quede aliento.