Vivimos en la era del ruido. Ruido e interferencias que nos rodean y nos aturden cada uno de los sentidos. El silencio es, cada vez más, un acto de rebeldía. Dada la agitación que nos rodea es difícil no dejarse llevar, no ser arrastrado por una bronca, una polémica, una reivindicación más o menos justa.
El curso pasado tuvimos una magnífica experiencia cuando visitamos la escuela Jean Piaget de Zaragoza. Este curso hemos seguido manteniendo la colaboración y en unos días vamos a poner la guinda final recibiéndoles en nuestro pueblo. Vendrán los niños del aula con la que hemos mantenido el contacto más fluido: cartas, videoconferencias, etc.
Si el año pasado nos resultó muy sencillo coger el autobús regular desde Jaca, esta vez no es tan sencillo para una clase donde varios alumnos utilizan silla de ruedas. Así, acudirán con sus familias en coches particulares cuando acaben las clases del viernes. Aquí surgen dos consecuencias: la necesidad de reconocer el esfuerzo y la colaboración de las familias y, por otra parte, la posibilidad que se genera para implicar a los padres en las actividades.
La tarde del viernes estará dedicada a realizar actividades diversas. Tenemos la suerte de la coincidencia con el festival de final de curso de música (extraescolar), donde participan casi todos los alumnos de la escuela, por lo que aprovecharemos para invitar a los compañeros piagetenses al acto y a la cena posterior. Por la noche dormiremos, o lo que sea, todos juntos en la escuela. Seguro que será una noche memorable. Para el sábado los alumnos de secundaria se han ofrecido para preparar las actividades de la mañana. Mientras, las familias del pueblo guiarán a las de Zaragoza en un recorrido para mostrarles nuestro entorno y poder hablar tranquilamente. La convivencia finalizará con una gran comida para nada más y nada menos que setenta personas, que son justamente las que hacen posible todo este lío.
La organización de los dos días me está provocando no pocos problemas, pero finalmente aparece la idea de que será uno de esos acontecimientos que quedarán grabados en la memoria de los niños. Una experiencia que evocarán con una sonrisa al recordar sus días escolares y que también les generará un buen número de reflexiones y experiencias para, como he leído hace unos minutos en un hermoso texto, avanzar en su principal proyecto: el de persona.
El curso pasado tuvimos una magnífica experiencia cuando visitamos la escuela Jean Piaget de Zaragoza. Este curso hemos seguido manteniendo la colaboración y en unos días vamos a poner la guinda final recibiéndoles en nuestro pueblo. Vendrán los niños del aula con la que hemos mantenido el contacto más fluido: cartas, videoconferencias, etc.
Si el año pasado nos resultó muy sencillo coger el autobús regular desde Jaca, esta vez no es tan sencillo para una clase donde varios alumnos utilizan silla de ruedas. Así, acudirán con sus familias en coches particulares cuando acaben las clases del viernes. Aquí surgen dos consecuencias: la necesidad de reconocer el esfuerzo y la colaboración de las familias y, por otra parte, la posibilidad que se genera para implicar a los padres en las actividades.
La tarde del viernes estará dedicada a realizar actividades diversas. Tenemos la suerte de la coincidencia con el festival de final de curso de música (extraescolar), donde participan casi todos los alumnos de la escuela, por lo que aprovecharemos para invitar a los compañeros piagetenses al acto y a la cena posterior. Por la noche dormiremos, o lo que sea, todos juntos en la escuela. Seguro que será una noche memorable. Para el sábado los alumnos de secundaria se han ofrecido para preparar las actividades de la mañana. Mientras, las familias del pueblo guiarán a las de Zaragoza en un recorrido para mostrarles nuestro entorno y poder hablar tranquilamente. La convivencia finalizará con una gran comida para nada más y nada menos que setenta personas, que son justamente las que hacen posible todo este lío.
La organización de los dos días me está provocando no pocos problemas, pero finalmente aparece la idea de que será uno de esos acontecimientos que quedarán grabados en la memoria de los niños. Una experiencia que evocarán con una sonrisa al recordar sus días escolares y que también les generará un buen número de reflexiones y experiencias para, como he leído hace unos minutos en un hermoso texto, avanzar en su principal proyecto: el de persona.