martes, 16 de enero de 2007

EL MOSTRUO DE LAS GALLETAS, ORACIONES DESCOMPUESTAS, MÁS PERSONAS BUENAS.

Apenas llevamos un rato en clase, justo comienza la mañana, cuando un chivatazo me indica que Mister M está zampando galletas en vez de hacer las cuentas de matemáticas. El pobre zagal tenía hambre, pero de nuevo me encuentro ante un problema relacionado con hábitos y costumbres familiares. Hilos pertenecientes a ámbitos con jueces tan diferentes, pero que se entrecruzan tejiendo un jersey de difícil combinación. De todos modos, este tipo me obliga a pensar en el sentido de muchas cosas de la escuela, y me hace recordar las pocas certezas con las que uno camina por la vida.

Respecto a asuntos del lenguaje, siguiendo el ejemplo de Mariano Coronas en la sección correspondiente del Heraldo Escolar, hace unas semanas que deseaba comentar algunos ejercicios que tuvieron cierto éxito en su aplicación, y con los que conseguí incidir sobre aspectos gramaticales diversos (género, número, categorías gramaticales, etc.):
- Palíndromos: frases o palabras simétricas, es decir, de igual lectura en ambos sentidos. Hicimos varios juegos donde, además de la caligrafía, ortografía, …, los alumnos quedaron sorprendidos por ese toque mágico que encerraban las oraciones (Adán no calla con nada; Ana lleva al oso la avellana; …). No dejen de sorprenderse aquí o aquí.
- ¿Por qué…?: en este caso nos inspiramos en una sección de la revista Muy Junior, donde un personaje famoso responde de forma disparatada a una pregunta que se le plantea, aunque, a continuación, la propia revista se encarga de responder correctamente. Tras indicar tres preguntas, los alumnos pensaban y redactaban una respuesta disparatada y otra supuestamente correcta. Junto con el sentido del humor desplegado, lo relacionado con la escritura, etc., este ejercicio nos sirve para recordar asuntos de conocimiento del medio ya estudiados o abordar los actuales.
- Mercadillo de palabras: con una larga lista de palabras variopintas, los alumnos debieron formar diferentes oraciones. Aproveché para que las reglas del juego, que los pobres escuchaban atentamente, supusieran una explicación de algunos contenidos que debíamos conocer (aunque las palabras estén en singular se puede utilizar el plural; ídem con el género; utilizable también cualquier palabra que pertenezca a la familia de la escrita; diferencias entre algunas categorías como sustantivo o verbo; etc.). Claro esta, recogemos la idea del Orden Alfabético, de Juan José Millás, por lo que precede al ejercicio la historia de ese mercado negro de letras, donde personas desesperadas por la desaparición del mundo trafican con palabras y conceptos.

Debo mejorar muchos aspectos, como sistematizar el trabajo para poder hacer un tratamiento más constante y exhaustivo de contenidos difíciles o importantes. También la evaluación, para la que apenas me queda tiempo.

Cuando una persona se levanta de madrugada, y con lo puesto y las circunstancias tan especiales, acude a ayudar a otra, por muchos dolores de cuello que tenga, la cuestión es bien sencilla: es una persona maravillosa; todos lo pensamos. Y vuelvo a decirlo: creo que al final ser tan bueno es lo único que vale, que importa, o que sirve. El cuello no es del cuerpo, decía Don Gustavo; el corazón sí.

La señora de la capa y la guadaña merodea de nuevo. Quizá nunca haya dejado de hacerlo. Aunque cada vez produce un dolor más afilado y profundo.