lunes, 10 de junio de 2013

YA ES DIEZ DE JUNIO OTRA VEZ.

Para los que contamos nuestra vida con los ciclos escolares, junio significa otro año más de viejera, de echar la vista atrás y repasar lo trabajado, de hacer buenos propósitos para el próximo curso. Es nuestra navidad.

Este es con seguridad el curso en el que menos cosas he contado. Me da la sensación de que no han ocurrido sucesos interesantes durante el curso. Siento que apenas he hecho mi trabajo decorosamente.

Acabo de enviar un correo a una compañera y he escrito sin querer “El tiempo transcurre zigzagueante, sin sobresaltos ni emociones” (¿de dónde vendrán las palabras que surgen sin dar tiempo a ser pensadas?). Al aparecer esta frase frente a mí he considerado que quizá esto sea lo normal en un paisaje de llano. Igual que el río discurre mansamente, serpenteante mientras abraza con suavidad cada elemento del paisaje, las emociones también se adaptan al llano y surgen de forma tranquila, en un caudal ancho y controlado, apenas inundando unos pocos corazones en dos o tres riadas anuales. Quizá la dificultad sea precisamente sincronizar un espíritu lleno de barrancos e impetuosos torrentes con esta inmensa llanura previsible y calmada. O quizá lo anterior sólo sean palabras y la realidad no tenga nada que ver con ello.

Pensando en el curso he llegado a otra conclusión sobre la diferencia con otros años en los que he sido tutor. La labor de la tutoría me permitía recoger de los alumnos gran cantidad de experiencias, mensajes, aprendizajes… el trabajo establecía una especie de diálogo enriquecedor con ellos. Sin embargo, observo este curso y el diálogo se muestra más bien como un monólogo donde lanzo mi mensaje, lo niños hacen y pronto se van. Enseguida llega otro grupo y vuelta a empezar. Siento que la parte que los niños me devuelven es mucho menor en este caso.


En unos pocos días los alumnos de Ansó que tuve como tutor acudirán a la escuela Jean Piaget de Zaragoza para realizar por tercer año consecutivo una convivencia de varios días y celebrar esta vez el premio que ganamos el año pasado por nuestro trabajo compartido. Esta vez tendré la suerte de poder estar con ellos como invitado. Seguro que volverá a significar una experiencia valiosa para todos.

2 comentarios:

Amparito dijo...

¿Qué somos lo que vivimos, lo que contamos de nuestra experiencia, lo que escribimos o lo que otros recuerdan de la misma?
En cualquier caso, a mi me gusta leer lo que otros seres humanos de los que compartimos el mundo tenga a bien contar, ya sea en libros o diarios extimos...
Feliz fin de curso y felicidades por el premio con retraso...

Pablo dijo...

Ahí llegar, desde el tramo alto, dos o tres, quizá cuatro, corazones más que inundar.

La primavera viene con retraso, ahora llueve y el agua anega todo.

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