Revista a punto de caramelo, el trabajo final en equipo concluirá con casi cien ejemplares de 28 páginas que resumirán tres meses de trabajo.
Siguen pasando las semanas, convertidas incluso en meses, y cualquier tema para escribir me parece repetitivo y manoseado o inservible: sociedad conformista y superficial, conciencia de crecimiento ajena a los desheredados, inspección educativa, políticos infames y desmanes ecológicos... He escrito sin parar en el blog de clase, que tiene la función de compartir con las familias lo trabajado y de dar voz a los pensamientos y las actividades de los niños. Pero más allá de eso, no tengo palabra que aportar. El inconformismo y el espíritu críitico llevado a cierto punto se convierten seguramente en un difícil lastre.
Ha sido un curso fantástico, he trabajado, quizá, mejor que cualquier otro año. Ha habido un gran ambiente de esfuerzo en clase, hemos salido a observar y analizar la Naturaleza, han sido leídos decenas de libros interesantísimos, hemos mantenido vivo un interesante blog que ha dado lugar a tres revistas trimestrales, también hemos editado dos LibrosLibres, sobre los recuerdos escolares y sobre las memorias del curso, hemos recibido a muchas personas que nos han explicado detalles de temas concretos: cine, Naturaleza, pintura, por ejemplo. Ha sido también el curso en el que menos dudas he tenido. Tras una década larga en la escuela, va resultando evidente que el interés de la administración no es por los niños y por lo que a través de los maestros se les aporta para su vida. El interés está en los papeles, los papeles como objetivo en sí mismos. Y los papeles bailan a ritmo de ocurrencia... ocurrencia de inspector esquizofrénico, ocurrencia de partido gobernante, ocurrencia de partido que recupera el poder con ansia de revancha. El espíritu de las escuelas eficaces y dignas les lance un buen rayo cuando llegue el momento. Como cada año, los miércoles han sido los días en los que nos dedicamos a desarrollar la citadas ocurrencias. Dos horas semanales durante un año, durante ya once años, inservibles, para tirar a la basura, ocupadas en documentos imposibles de aplicar y que además nadie intentará aplicar. Evaluaciones iniciales para niños de 6 años de 3 horas, listas y listas de enunciados para comprobar en clase como si no hubiera otra faena diaria y como si aportaran valor alguno. Como cada año también, los maestros hemos sido un colectivo dócil, sumiso y cobarde, que ha preferido mentir a defender la dignidad de su oficio ante quien fuera necesario. Visitas de inspectores que piden papeles confeccionados a toda prisa el día de antes para mantener la mentira y que ni siquiera se asoman a las clases para saludar a los niños o comprobar qué forma tienen (número de brazos y piernas, etc.).
Ha sido un curso dedicado a la escuela, a salir al monte y a leer. En principio tres acciones deseables, pero que finalmente quizá no sean favorables. En cualquier caso, ya forma parte de la historia. En breve, otros niños mirándonos y a la espera de comenzar... una vez más.