viernes, 6 de abril de 2007

SOBRE MILAGROS Y ANGUSTIAS EXISTENCIALES.

Ya sé el nombre de mi enfermedad: angustia existencial. Me lo ha diagnosticado Sartre, ese gran hombre que tengo pendiente leer desde hace ya demasiado tiempo. Lo que no acierto a entender es el mecanismo de las personas para no sufrir este terrible mal.

"Mire a su alrededor: la Naturaleza demanda nuestra atención. Nos ruega que la exploremos, que la cuestionemos. La gente dice: debe haber más que este mundo, más que esta vida. ¿Cuánto más quiere usted?. Vamos a morir, y por eso tenemos suerte: la mayoría de la gente nunca va a morir porque nunca va a nacer. El número de eventos que tienen que suceder para que usted y yo podamos estar aquí es grotescamente grande. Y puesto que tenemos ese privilegio, debemos sacar el mayor partido de este mundo maravilloso que tenemos delante". Esto lo dice Richard Dawkins, eminente investigador, biólogo evolutivo y profesor de Oxford (el Espejismo de Dios, 2007).

Quizá deba hallar mínimo consuelo en que esta idea ronde por mi cabeza desde hace tiempo, pero no, al revés. Que todo sea tan desconcertante, casual, incierto, inexplicable, es una causa imperativa para buscar la felicidad y apurar el asunto hasta el último sorbo, el último aliento, pero esa misma casualidad, desconcierto, ..., son en sí mismas el motivo del dolor.

La búsqueda continúa, ya desesperada.