jueves, 5 de octubre de 2006

¿QUÉ SIGNIFICA LA ESCUELA?.

Hoy han ocurrido algunas cosas que me sirven para ilustrar algo de lo que entiendo, y no entiendo, por escuela.

Tengo presente la relatividad de mis palabras, y mi más que posible equivocación, fruto de percepciones contaminadas por los sentimientos o por mi inexperiencia. En todo caso, tan sólo puedo hablar desde la volatilidad del presente, aún a riesgo de sonrojarme dentro de un tiempo al leer mis ideas.

El asunto tiene dos episodios: el primero trata sobre el claustro o comisión, que no sé qué ha sido, de cada miércoles (día asociado al dolor pedagógico desde que hace tres años comencé a impartir lengua en 3º de ESO a adolescentes peleones). El asunto a tratar era el reglamento de régimen interno del CRA. Tal como yo entiendo esto, el equipo directivo explica el documento, se da el visto bueno y posteriormente se establecen los cauces para que los padres lo conozcan (consejo escolar, APA, …). Algo así. Además, en lo que me atañe, se me antoja como un documento de talante meramente burocrático, puesto que en mi clase el reglamento de régimen interno intento que se denomine sentido común.

La reunión ha transcurrido rizando cada rizo posible, elucubrando sobre casos y situaciones particulares, y con gran disparidad de criterios sobre el camino a tomar a la hora de abordar el documento. Unos abogaban por presentarlo detalladamente en la reunión de padres de cada clase, otros por exponerlo en el tablón de anuncios, y había algunos que pretendían extraer algunas ideas concretas y exponerlas en clase a los alumnos junto a las sanciones correspondientes a cada infracción. Se hablaba incluso de que ese documento debía sentar las bases para el respeto al maestro, para que no se le tome por el pito del sereno.

Y mi cerebro, erre que erre, que ese documento será necesario e importante para el centro, pero yo en mi clase no necesito hacer un decálogo de normas y sanciones, sino que necesito sentido común y un día a día que me permita desarrollar algunos hábitos de diálogo, resolución de problemas, etc. El movimiento andando, ya saben. Me recordaba esto al Florido Pénsil, cuando el pobre zagal debía decir que sí, que el espíritu santo era maravilloso porque, aunque no lo veía, lo sentía. Comenzar las clases por las normas y sanciones me parece toda una declaración de intenciones y motivaciones. Y hombre, el respeto entiendo que lo deberíamos pelear por otros cauces. En resumen, he intentado intervenir en una ocasión para expresar mi pensamiento pero lo he debido hacer muy mal o el mensaje era muy malo, porque el discurso ha calado poco. Así pues, dos horas de sueño con mi cabeza esperando a que tocara un imaginario timbre de recreo.

Segundo capítulo: ringggg!, ringggg!, risas y gritos. Y pienso: ya está, comienzan las visitas. Me asomo a la ventana y allí estaban. Esperad que bajo. Cinco o seis niños con un par de botellas llenas de saltamontes, mantis, y otros insectos. Mira!, mira!, lo que hemos cogido, te lo traemos para que lo lleves a clase mañana y lo enseñes, y también hemos visto un bicho como ese que nos enseñaste en un libro. He bajado ese libro y hemos tratado de localizar algunas especies.

Que unos niños se acuerden por la tarde de algunas cosas de la escuela, que vayan a ver al maestro para enseñarle hallazgos, que recuerden libros, que tengan ilusión y entiendan en alguna medida el tiempo del colegio como un momento emocionante para descubrir y explorar el mundo es lo que entiendo por escuela. Lo poquito que hago intento que vaya en esa dirección. Lo otro me parece teatro del absurdo.