lunes, 21 de septiembre de 2009

INOCENTES ATAJOS DEL LENGUAJE Y OTRAS ZARANDAJAS.

Cada uno encuentra la belleza donde puede. ¿Hay algo más bonito que este lagarto?

Hoy trataba un asunto con dos compañeros de trabajo cuando he indicado varias veces seguidas que la realidad de nuestro centro era la de aulas con muchas "sillas". Esta última palabra se utiliza frecuentemente para designar a los niños que van en silla de ruedas. En un momento dado, un compañero me ha interrumpido y me ha indicado que no había muchas "sillas", sino que había muchos "niños con silla". Llevo un rato pensando si lo que estaba empleando era un simple atajo del lenguaje, o si realmente era una muestra de falta de respeto (sin intención, claro) camuflada bajo inocente apariencia de abreviatura hacia el discapacitado que va encima. Sobran ejemplos en los que el lenguaje representa los pasos que aún quedan por dar hacia el respeto y la consideración de estas personas. En todo caso, para evitar la interpretación, intentaré referirme a los niños y no al objeto a partir de este instante.

A partir del jueves se celebran en Sabiñanigo las vigésimo segundas jornadas provinciales de educación física. Este año tratan, curiosamente, sobre discapacidad. Al desarrollarse en una provincia diferente a la de mi centro de trabajo, el departamento no ha permitido mi asistencia. Ni siquiera ha considerado el paupérrimo respaldo curricular y teórico con que cuenta el maestro de EF en educación especial. Ni siquiera ha considerado que soy sentimentalmente oscense. La administración se rige por las normas, y las normas no tienen corazón. Ni sentido común, en algunos casos.

La niña de la alegría es una niña a la que encantaban los acertijos y demás asuntos del ingenio. Hoy me envía una carta en la que me propone una especie de jeroglífico con mensaje cifrado incluido y un enigmático "sé que ahora estás leyendo la carta". Supongo que veo una parte de mí reflejada en los trazos de su bolígrafo, en trayectos de su pensamiento. Me veo frente a ellos hablando de acertijos y ovejas que iban hacia Villavieja, de retratos con personajes insólitos, de osos blancos que no eran necesariamente blancos. Emociones atropelladas.

Por circunstancias varias, esta semana representaré de nuevo el papel de tutor. Aún no sé bien qué haré en nueve horas, pero sé que acabaré la mañana con una sonrisa.