viernes, 17 de junio de 2016

WHY DOES MY HEART FEEL SO BAD? LA VIDA. VOLUMEN II.

Siempre he pensado que moriría pronto. Siempre pienso con extrañeza en estar aún vivo. En cualquier caso sí parece que es apostar sobre seguro considerar que he comenzado hoy, quizá de forma simbólica (pero, ¿qué hay más importante?) la segunda parte. La primera comenzó saliendo de un lugar oscuro a través de algo similar a un túnel, así que para esta ya cuento con la ventaja de la experiencia. Curioso paralelismo.

La escuela, perdonadme los optimistas, se ha confirmado como un lugar extremadamente difícil donde rige cada vez más la burocracia. Y no cualquier burocracia, sino aquella cuyo principal objetivo consiste en salvar el culo con el menor número posible de rasguños o responsabilidades. El curso que ya concluye ha sido una fantástica experiencia sobre la variedad de mentalidades presentes en las familias, sobre cómo se pueden generar algunos problemas que sin atajarse a tiempo se convierten en sensacionales problemas. Cómo cada nivel jerárquico simplemente busca evitar problemas aunque ello suponga obviar los problemas y la responsabilidad profesional, y cómo, de forma muy llamativa e incluso graciosa, deben agarrarse a fórmulas radicalmente opuestas. Un equipo directivo que se aferra a la inacción y a satisfacer a las familias a cualquier precio y una inspección educativa que para satisfacer igualmente a las familias se limita a contemplar robóticamente los indicadores, estándares, criterios, rúbricas y demás inefables hijos del apocalipsis tecnócrata que asola las escuelas aragonesas tratando de convertirlas en fábricas de tornillos. Creo, del modo más riguroso que soy capaz, que ser maestro comprometido es actualmente una labor titánica.

Y la vida sigue corriendo, igual que en la primera parte. Estoy muy contento, hacía muchos meses que no sentía la necesidad de escribir. Continúa el diecisiete de junio de 2016.