sábado, 25 de diciembre de 2010

CAZANDO PETIRROJOS.

Miren qué majo

Dicen que la TV es un gran aparato. Ayer pude observar mientras cenaba un espectáculo memorable: unos hombres pagaban grandes fortunas para viajar hasta Canadá. Allí les esperaban sus guías para acercarles hasta unos animales que en cuestión de minutos recorrerían el oscuro espacio que diferencia un ser con vida de un objeto inerte. Aún caliente, pero inerte. Los viajeros realizaban el viaje de sus vidas para que les pusieran frente a un caribú, un lobo, o un oso, apretar el gatillo, acercarse al animal muerto, abrazar a sus amigos, saltar de alegría, cortarle la cabeza o los cuernos, volver felizmente a sus casas.

Supongo que no les aportará mucho que les diga que los humanos somos muy diferentes. En la situación en que unos seríamos plenamente felices pudiendo admirar y contemplar la vida, otros buscan simplemente la muerte y llevar a casa un trozo de hueso de premio. Así, en el, para mí, extrañísimo mundo de la caza internacional, el dinero suficiente puede permitir a cualquier animal humano acabar apareciendo en una foto junto a un oso, un león, un rinoceronte, o lo que se le antoje al señor vestido de caqui impoluto.

Como les decía, contemplar con alegría desbordante los últimos temblores de un cuerpo formidable y moribundo me parece algo profundamente extraño. Al contrario, para otros, en ausencia de osos y otros seres grandiosos, un simple petirrojo a un escaso metro y medio de distancia puede hacer de un sábado tedioso un gran día donde la vida ha latido bien cerca.

Si aman la caza, no coloquen, al menos en las fotos, a sus niños pequeños entre su enorme sonrisa y el animal recién muerto. Luego las ve cualquiera y queda muy feo.

jueves, 16 de diciembre de 2010

TENER UN HIJO (PASO PRIMERO) Y EDUCARLE.

Desde el lugar más magnífico que he pisado en los últimos años; el resto de las imágenes están en la memoria, pues el frío no permitía ni pulsar el disparador.


Han aparecido estos días en los medios de comunicación noticias sobre la opción de educar a los hijos en el propio hogar. El tribunal constitucional ha desestimado esta posibilidad y ha obligado en la sentencia a que los alumnos cursen la enseñanza obligatoria por los cauces oficiales.

Las familias implicadas, por su parte, argumentan sobre la pobreza del sistema educativo oficial, indican que no forma a personas autónomas, sino que está al servicio de la "obediencia y la sumisión" Acusan a la escuela de promover modelos exclusivamente competitivos, de no formar el pensamiento, sino, más bien, de llenar la cabeza. Las familias se ofrecen a estar supervisadas por la autoridad educativa pertinente.

Hace unos pocos días, antes de la aparición de estas noticias, comentaba con un buen amigo sobre este tema. Él tiene un hijo con pocos meses de edad. Él es maestro, así que conoce bien el funcionamiento del entramado pedagógico. Se le planteaba el dilema de escolarizar a su hijo durante la educación infantil en un modelo educativo alternativo y recién llegado a su lugar de residencia. Un centro con profesionales interesantes que pretendían establecer un modelo con una gran calidad. Mi amigo dudaba y sentía incomodidad ante la opción de dar la espalda al propio sistema para el que trabaja. El futuro de su hijo en la educación infantil oficial de su lugar de residencia son unos maestros anclados en las formas y los contenidos de hace seiscientos o setecientos años, que trabajan con los niños de tres, cuatro, y cinco años a base de fichas, fichas, y algunas fichas más. Por otra parte, una vez su hijo haya superado la etapa de infantil con el menor número posible de secuelas, le esperan en uno de los ciclos de primaria un grupo de maestros que consideran al niño como una especie de delincuente al que hay que corregir, vigilar y controlar mediante la imposición y el castigo (hagan, por favor, un esfuerzo en imaginar cómo funcionaran en esas clases las excursiones, la sensibilización ante temas importantes, la formación del pensamiento, ...) Así pues, ¿qué hace un padre y maestro que teme un futuro similar para sus hijos?

Quizá también esté mal que lo diga y lo piense, pero comprendo la reivindicación de esas familias. La heterogeneidad abrumadora en cuanto a formación de profesorado existente implica una seria reflexión por parte de un padre que asigna notable relevancia a la formación de su hijo. Igual que no permitiríamos jamás que nuestro hijo fuera tratado por un médico sin formación, por un médico que no mejorara su salud, no entiendo por qué sí permitir que este hijo nuestro pase un año, o dos, o tres, ..., con una persona que no le aporte nada positivo más allá de la memorización del libro de texto, en el mejor de los casos. Me canso de ver ejemplos (o expresiones literales) de que en la escuela vale todo: "cada uno tiene su metodología...", "todo es respetable...", etc. No. En la escuela hay cosas que están bien y cosas que están mal. Los maestros que trabajan doce horas cada día, inteligentes, excelentemente formados en lo personal y en lo profesional y que dan su vida por sus alumnos no son lo mismo que los maestros que hacen un poco menos de lo obligatorio y sienten mala gana cada vez que se encuentran con sus alumnos. Y hasta que esto no esté claro en la cabeza de todos los implicados, seguirá habiendo padres con mala suerte a los que les temblarán las piernas cuando deban llevar a su hijo a la escuela.

Que pasen un buen fin de semana. En el cielo lucirá una luna casi llena preciosa.

lunes, 13 de diciembre de 2010

DOLOR CORPORAL E INCOMPETENCIA PARA ASUMIR EL MUNDO QUE ME RODEA.



Les indicaré antes de que se decidan a continuar que hoy es un muy mal día y que este es un escrito con intención claramente liberadora y catártica.


Nunca he tenido muy claro hasta dónde debe llegar la implicación de un maestro. Nadie explica esto nunca. Más aún, nunca he tenido claro hasta dónde debe llegar la implicación de una persona. Tampoco nadie explica esto nunca. Bien comprenderán que en la convivencia con mil niños y mil familias surgen mil situaciones complicadísimas de abordar que pueden suponer mucho esfuerzo, una exigencia emocional extenuante, y que fácilmente, al intentar mejorarlas, pueden generar problemas tan importantes como los hipotéticos beneficios. Hay personas, afortunadamente muchas a mi alrededor, que tienen muy claro su compromiso a la hora de luchar por distintas causas y trabajan por ellas ajenos a todos los contratiempos y dificultades. Y este no es mi caso. Cada vez que trabajo con esfuerzo e ilusión por algo que considero necesario y beneficioso para los niños o para otras personas y encuentro incomprensión, zancadillas, comentarios negativos subterráneos y gratuitos, e incluso alguna burla, no tengo la fortaleza para asumirlo y mantenerme ajeno. Al contrario, siento la terrible desolación actual, la desilusión más absoluta, y estaría dispuesto a cambiar de trabajo en este mismo instante en el que escribo esta letra, de ir a vivir a una cueva e incluso a la mismísima ciudad. No tener espíritu para liderar algunos cambios, para cambiar dinámicas prehistóricas, chocar cada día con pensamientos cerrados, es difícilmente asumible para el escritor de estas líneas, y supongo para cualquier maestro, cuando el entorno te enfrenta a diario a este tipo de situaciones.


A menudo escucho a otros maestros, a padres, a personas variadas, comentar sobre el trabajo aséptico del maestro que no se debe implicar en faenas ajenas a lo específicamente curricular, pues tal parcela concierne estrictamente a las familias. Por otra parte, cada día se bombardea a los maestros con información sobre la necesidad de trabajo en la escuela en torno a habilidades sociales, hábitos, aspectos emocionales, hábitos de trabajo extraescolar, …, y se ofrecen variadas posibilidades de formación al respecto. La idea inicial de este párrafo apunta hacia la ausencia total de implicación personal y la parte final exige una implicación del maestro hasta en las últimas células de su alma. ¿Y qué? ¿qué maestro tengo que ser? ¿qué demonios tengo que mejorar? ¿hasta dónde pelear por normas estúpidas, por inercias que se mantienen porque “yo lo encontré ya así”, por avances que apenas valoran y entienden dos o tres, por personas violentas e irrespetuosas que te hacen llegar a casa con ganas de echarte a llorar e ir a dormir?


Sólo sé, y mal, hacer de maestro, pero si encuentro a alguien que me necesite para alguna faena mecánica y relajada no dejaré de pensarlo.


Que comiencen bien la semana.

jueves, 9 de diciembre de 2010

PAISAJE CASTELLANO Y NIÑA QUE TEJE.


Ahora mismo en el paisaje de la foto se impone un silencio absoluto. Con un poco de ingenio, evitando los resplandores megaurbanos del oeste, puedes salir de paseo bien entrada la noche, sentarte y dejar que el frío se mezcle con la oscuridad y la quietud hasta hacerte sentir cosas tan extrañas como reconfortantes. No sabría explicarles mejor, es un asunto de las emociones.

Siento una enorme afinidad por los desamparados. Por eso, el sábado mientras esperaba sentado en el aeropuerto de Zaragoza a que se resolviera el problema de la alarma nacional, sentía pena por los controladores aéreos. Al fin y al cabo, simplemente nos han fastidiado unos cuantos cientos de minutos (de vacaciones, para la mayoría). Otros gremios, con sus campos de golf, pistas de esquí, euríbores, recalificaciones, corrupciones, ..., están especializados en quitarnos o en romper a diario cosas de mayor valor. Y tampoco nos enfadamos tanto.

Hoy en el recreo, una niña de nueve años ha sacado unas agujas y un ovillo de lana y se ha puesto a hacer ganchillo. Todo es más sencillo. Esta niña era la evidencia incuestionable.

jueves, 2 de diciembre de 2010

ÍNDICES DE REFERENCIA SOBRE CARBONEROS QUE COMEN CACAHUETES.

Observar el mundo es un ejercicio cada día más complicado y desagradable: mueren personas que idearon bombas atómicas "muy sanas y morales", los medios de comunicación crean sus interesados espejismos y nos acribillan cada segundo con la maldita basura bursátil y financiera, ese asunto que atañe directamente a un porcentaje exiguo de la población y que nos acaba afectando profundamente a todos, en la escuela seguimos remando en corrientes de hace cuarenta o cincuenta años, castigando a los niños copiando poemas o comprando su voluntad con pequeños chantajes (y por eso vuelvo a buscar otro trabajo, pero es que no sé hacer nada), los políticos siguen su carrera particular para demostrar su absoluta carencia de ética y sabiduría y su insoportable vacuidad, ..., y pronto llegará la feliz navidad donde comeremos hasta vomitar, compraremos hasta perder el sentido, ..., y así haremos que nuestros contenedores de basura sean bellas metáforas del magnífico mundo que hemos organizado.

El día a día también tiene anécdotas divertidas, como la llegada a la escuela de un paquete del banco BBVA que nos propone material para trabajar con los alumnos en torno a los valores. ¿No les está dando un desternillante ataque de risa?

Como decía, no cambio de profesión porque no sé hacer otra cosa y no conozco qué oficio podría desarrollar en una cueva. Además, llegar por la mañana a la escuela y ser recibido por diez niños sonrientes y felices en medio de un paisaje nevado es un gran argumento para olvidar la (gran) fuerza de las personas grises y enfadadas. Más aún si a escasos ciento cincuenta centímetros picotea la comida que colocamos en la asignatura de alternativa (ese difuso concepto...) un precioso carbonero, y todos podemos contemplarlo durante un minuto de silencio y alegría compartida.

Que tengan buen fin de semana y que los índices bursátiles les sean propicios.