Cuando menos, curioso artículo sobre la educación y lo de cuando las barbas del vecino veas pelar. De allí rescato una frase del catedrático en sociología Fernández Enguita: “El mundo de la educación tiene una característica notable: hables de lo que hables, alguien saldrá afirmando que ‘ese no es el verdadero problema’, lo cual se revela como una táctica muy eficaz para no resolver jamás ninguno”.
Una vez superados algunos problemas que dolían intensamente, los claustros se han convertido en situaciones casi divertidas. Ojalá sucedieran con mayor frecuencia. No digo que cada día, pero comprenderán que se hace duro esperar dos o tres semanas.
Un claustro es un lugar de ocurrencias. Ocurrencias de unos y de otros. De maestros, de familias, de inspectores, o incluso de uno que pasaba por allí. Y por eso son tan divertidos, porque su capacidad de sorpresa es tan amplía como uno pueda imaginarse.
Un claustro nos muestra que nuestro oficio se aleja siempre que puede del aburrimiento que marcan los procesos rigurosos y meditados. Para los que amamos la improvisación constituye un deleite gozoso para los sentidos.
Una parte muy divertida de los claustros consiste en que te muestra el rocambolesco afán de no sé quién por documentar y oficializar cada acto que se da en la escuela, por lo que aquellos que no tenemos ninguna intención de rellenar con seriedad mil millones de papeles que son pura majadería sentimos un nuevo placer al acercarnos a este sugerente límite de lo ilegal. Ya sé que no es como robar o ser banquero, pero para nuestra moral católica dichos pecadillos ya significan un pequeño recreo. Ahora mismo acumulo veinte o treinta documentos que debería haber aplicado y o rellenado hace ya meses en algunos casos. Me refugio en la propia estupidez de la burocracia, que de pedir tantas tonterías pierde la capacidad de revisar si tales tonterías son entregadas o no.
El afán de papelizar del que les hablo puede estar en el más pequeño detalle. Una hoja para rellenar las faltas de asistencia de los alumnos, por ejemplo. Basta con complicarla con distintos códigos de color y pautas diversas, para finalmente incluir un dato en los boletines de notas de los niños que no sirve para nada.
Les digo con sinceridad que dentro de no mucho tendremos que justificar por escrito el acto de orinar en la escuela. Habrá que realizar un proyecto para cada meada con sus objetivos (no por obvios habrán de omitirse), su metodología, criterios de evaluación y propuestas de mejora para la siguiente ocasión. Me parece que llegado a este nivel de irrealidad, la mejor opción pasa por que instalen videocámaras en las clases. De ese modo se documentará cada moco que cada niño hurgue en nariz propia o ajena, se controlará el mínimo movimiento del maestro y, de paso, nos ahorrarán una buena cantidad de tinta y de tiempo. No conozco a ningún gremio en el que exista semejante exigencia de papeles para acometer cualquier acto, cualquier decisión. Esto es muy preocupante, pues las posibles hipótesis que lo explican son terribles en todos los casos: a) la escasa formación de los maestros hace necesario semejante control; b) existe tan escasa confianza en nuestro trabajo que nos exigen explicitar cada uno de nuestros actos; c) nos dirigimos hacia un modelo de escuela industrial, donde hay unos procesos estandarizados, unos certificados de calidad que alcanzar (imagino que ya existirán escuelas con sus ISOS correspondientes), por lo que todo está lleno de indicadores y criterios que revisan el cumplimiento y la optimización del sistema. Esta última posibilidad apunta a una deshumanización de lo que ocurre dentro de la escuela, hecho que, por otra parte, ya está ocurriendo (basta pensar en la pérdida de peso de áreas como literatura o filosofía en los planes de estudio).
Pero… ¿repercuten de algún modo esos papeles en lo que finalmente aportamos a los niños? ¿no está la verdadera calidad de la educación en la formación de los maestros? ¿conocen a algún maestro excelente que lo sea por su arte en rellenar a la perfección la ingente cantidad de papeles exigidos?
Que tengan buen día.