Me cautivó la educación, el respeto, y la curiosidad de estos dos niños. Suerte que tiene su maestro.
Raúl me escribe desde Ansó para decirme que el grupo de teatro creado en el pueblo actuará el día catorce de febrero en el Centro Cívico de San José. Y Sergio hace lo mismo desde Peñarroya anunciándome las grandes nevadas en el pueblo, los juegos, la marcha de la escuela, y otros asuntos de su vida. Me pregunta también si ya he superado el miedo a volar, en contestación a la carta que le escribí hace unas semanas mientras surcaba el cielo a diez mil metros de altura y mil kilómetros por hora, con el espíritu acorralado por la angustia y el miedo (puro sentido común y lógica…). Ya he escrito muchas veces que estos tenues e invisibles lazos establecidos con muchos niños, conservados durante años en ya muchos casos, constituyen buena parte de la esencia que alimenta el carácter mágico y especial del oficio de maestro. Significan también uno de los motivos principales para sentirme parte de las diferentes escuelas por las que mi cuerpo va transitando.
Durante la semana recién concluida algunos niños de la escuela acudieron a participar en los Juegos Escolares de Aragón. Estos juegos establecen un calendario de actividades a lo largo del curso en el que los diferentes colegios van participando. Para los centros de educación especial se plantean juegos y deportes comunes y también actividades adaptadas que permiten la participación de niños con distintas discapacidades motrices o cognitivas. Algunas de estas actividades adaptadas incluso se han desarrollado oficialmente y suponen una práctica reglada competitiva, como es el caso de la boccia (similar a la petanca). Al margen del tiempo de práctica real en estas actividades y de los aspectos más específicos relacionados con la actividad, en las dos sesiones ya desarrolladas (“actividades motrices básicas” y “baloncesto adaptado”) creo haber podido comprobar que buena parte del sentido de la actividad viene dado por las diferentes relaciones sociales que allí establecen los niños, por los procesos psicológicos que ponen en marcha para adaptarse y adecuarse a un espacio, una actividad, y unas personas diferentes, y por todos los aspectos secundarios que intervienen en cualquier salida escolar, considerando que probablemente en educación especial adquieren un protagonismo aún mayor por su relación con los aspectos comunicativos y de autonomía personal.
Comenzamos febrero dejando atrás el ecuador del curso. No dejo de repetir mentalmente los meses ya transcurridos y de sorprenderme por ello. Cinco meses que gráficamente se representan con una gigantesca y retorcida montaña rusa.
Raúl me escribe desde Ansó para decirme que el grupo de teatro creado en el pueblo actuará el día catorce de febrero en el Centro Cívico de San José. Y Sergio hace lo mismo desde Peñarroya anunciándome las grandes nevadas en el pueblo, los juegos, la marcha de la escuela, y otros asuntos de su vida. Me pregunta también si ya he superado el miedo a volar, en contestación a la carta que le escribí hace unas semanas mientras surcaba el cielo a diez mil metros de altura y mil kilómetros por hora, con el espíritu acorralado por la angustia y el miedo (puro sentido común y lógica…). Ya he escrito muchas veces que estos tenues e invisibles lazos establecidos con muchos niños, conservados durante años en ya muchos casos, constituyen buena parte de la esencia que alimenta el carácter mágico y especial del oficio de maestro. Significan también uno de los motivos principales para sentirme parte de las diferentes escuelas por las que mi cuerpo va transitando.
Durante la semana recién concluida algunos niños de la escuela acudieron a participar en los Juegos Escolares de Aragón. Estos juegos establecen un calendario de actividades a lo largo del curso en el que los diferentes colegios van participando. Para los centros de educación especial se plantean juegos y deportes comunes y también actividades adaptadas que permiten la participación de niños con distintas discapacidades motrices o cognitivas. Algunas de estas actividades adaptadas incluso se han desarrollado oficialmente y suponen una práctica reglada competitiva, como es el caso de la boccia (similar a la petanca). Al margen del tiempo de práctica real en estas actividades y de los aspectos más específicos relacionados con la actividad, en las dos sesiones ya desarrolladas (“actividades motrices básicas” y “baloncesto adaptado”) creo haber podido comprobar que buena parte del sentido de la actividad viene dado por las diferentes relaciones sociales que allí establecen los niños, por los procesos psicológicos que ponen en marcha para adaptarse y adecuarse a un espacio, una actividad, y unas personas diferentes, y por todos los aspectos secundarios que intervienen en cualquier salida escolar, considerando que probablemente en educación especial adquieren un protagonismo aún mayor por su relación con los aspectos comunicativos y de autonomía personal.
Comenzamos febrero dejando atrás el ecuador del curso. No dejo de repetir mentalmente los meses ya transcurridos y de sorprenderme por ello. Cinco meses que gráficamente se representan con una gigantesca y retorcida montaña rusa.